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Juan Pérez Floristán: "Premiar a gente tan joven puede arruinar una carrera"

Nacido en 1993, el sevillano Juan Pérez Floristán ya forma parte del panorama pianístico internacional. El pasado agosto se impuso sobre otros cinco pianistas en la final del prestigioso Concurso Internacional de Piano de Santander Paloma O’Shea y ahora, en medio de una agenda llena de nuevos compromisos, Floristán comparte con Platea Magazine una amena conversación sobre sus inicios en el mundo del piano, su privilegiada visión sobre el mundo de la música clásica y sus ideas para hacerla llegar a un público más joven.

 ¿Cómo inicia su formación pianística? Creo que su madre jugó un papel fundamental en esa primera etapa.

Sí, efectivamente empecé de la mano de mi madre. Ella también es pianista, y eso me animó en parte a dedicarme al piano. Afortunadamente siempre he tenido con ella una relación excelente, incluso en plena adolescencia. Ella fue mi maestra desde los siete años, momento en que empecé mis estudios, hasta prácticamente los diecisiete, cuando me trasladé a ciudades como Madrid o Berlín para completar mis estudios con otros maestros. No obstante ella es y siempre ha sido un referente para mí, una persona de confianza a la que siempre acudo cuando se me presentan dudas o necesito nuevos puntos de vista.

¿Es el piano un instrumento especialmente complejo para iniciar una carrera como solista?

Iniciar una carrera como solista de cualquier instrumento, o incluso como músico profesional, no es tarea fácil. El mundo de la música, y del arte en general, es complejo, y resulta complicado moverse a través de él, sobre todo si es para ganar dinero. Los comienzos siempre son la etapa más dura, y ahí lo más importante es tocar todo lo que puedas y darte a conocer. Yo empecé tocando para amigos y padres en recitales del conservatorio, presentándome a concursos locales y, poco a poco, ofreciendo algún concierto de más importancia.

Su carrera ha ido evolucionando hasta el punto de ganar, recientemente, el primer puesto en el Paloma O’Shea de Santander. ¿Qué supone para la rutina de un pianista preparar un concurso de tanto nivel y repertorio?

Creo que eso depende del temple de cada pianista. Yo personalmente, aunque parezca mentira, no soy muy de concursos. Certámenes de tan alto nivel como el Paloma O’Shea suponen una auténtica maratón para el intérprete, de hecho durante mucho tiempo yo no era partidario de presentarme a ninguno, incluso llegué a completar el formulario para presentarme a la anterior edición y en el último momento me arrepentí y no llegué a enviarlo por correo. En aquel momento yo tenía diecinueve años y quería centrarme más en mi vida personal. Finalmente, la decisión de presentarme esta edición llegó de la mano de mi actual maestro: Eldar Nebolsin, quien me propuso la idea afirmando que el repertorio que solicitaban estaba cercano a mis rasgos interpretativos. Obviamente, cuando alguien de la talla de Nebolsin te propone tal cosa, lo piensas dos veces antes de negarte.

¿A día de hoy son los concursos la única forma de iniciar una carrera como solista?

Creo que no. Afirmar tal cosa sería analizar la situación actual desde una perspectiva demasiado simplista, no todo se reduce a los concursos. Hoy en día para iniciar una carrera cabe plantearse muchas otras preguntas: ¿Qué supone la fama?, ¿Qué papel juega internet? ¿Qué ocurre con los pianistas asiáticos? Además el papel de los concursos ha ido cambiando con el tiempo. Hace unos años los premios se otorgaban a los artistas que ya habían consolidado sus carreras, a modo de un reconocimiento adicional. Hoy en día se entregan premios a los artistas que tienen el talento en potencia. No digo que esto sea mejor o peor, pero hay que tener cuidado, porque dar premios a gente tan joven, entre la que me incluyo, puede llegar a arruinar su carrera.

¿Debe un pianista cambiar su mensaje para atraer a ciertos sectores del público?

En primer lugar creo que al público hay que educarlo, uno no puede estar tocando todo el tiempo los “greatest hits” del piano y el repertorio más vistoso. Por otro lado tampoco se debe ignorar al público más joven, que es perfectamente capaz de entender y sentir cualquier tipo de obra siempre y cuando alguien se la explique. A mí personalmente me gusta acabar con ese estereotipo de músico como figura muda, que sube al escenario y sólo toca, sin dirigirse al público en ningún momento. Creo que una mayor interacción con el público, ya sea dándole la bienvenida o presentado brevemente las obras, puede hacer de los conciertos de música clásica algo mucho más atractivo para la gente joven.

En esa labor de atraer a gente joven hasta las salas de conciertos tiene mucho que decir la integración de la música dentro del sistema educativo. ¿Cuál es su opinión al respecto?

Desde luego, la integración de la música en los programas de educación pública resulta fundamental. Creo que actualmente esta integración está muy mal planteada, pero afortunadamente el sistema se salva gracias al buen hacer de personas particulares. Profesores que, con su sensibilidad e interés, son capaces de despertar entre sus alumnos el interés por la música. Creo que los programas docentes deberían centrarse en despertar el amor por la música, y no en impartir únicamente nociones teóricas. Lo ideal sería fomentar las agrupaciones corales, las bandas… Se trata de que la gente haga música, no sólo que la estudie. En ese sentido tenemos mucho que aprender de Estados Unidos.

Volviendo ya a su actividad, ¿cómo lleva los constantes cambios de instrumento?

Tratas de sobrellevarlo lo mejor que puedes. De la misma forma que un violinista se acostumbra a los cambios en su violín por las variaciones de humedad y temperatura, un pianista hace lo propio cuando le toca cambiar de instrumento. No obstante, al público no le valen las excusas. Si el piano que te han proporcionado para un concierto no es bueno, debes tratar aun así de extraer su máxima sonoridad.

¿Qué piano emplea normalmente para estudiar?

Yo vivo en Berlín, y allí tengo alquilado un piano vertical de la marca Boston, una submarca de Steinway. Con él llevo los últimos tres años, y lo utilicé también para preparar el Concurso Paloma O’Shea.

¿Cuántas horas diarias suele dedicar al estudio?

Depende del momento. Hay temporadas en las que dedico más tiempo y en otras menos. Se trata también de dosificar las fuerzas. No obstante cada uno debe estudiar lo que necesite. Afortunadamente yo tengo cierta facilidad y sólo necesito dedicar, de media, entre cuatro o cinco horas al día.

¿Es usted quien escoge el repertorio o esa decisión se ve condicionada por sus maestros?

Evidentemente, a medida que un artista va madurando menos asesoramiento necesita y quiere. Estos últimos años cada vez busco más independencia a la hora de elegir mi repertorio. Aun así, siempre intento mantener una cierta variedad, no discriminando a ningún autor importante. También elijo mi repertorio buscando hacer programas inteligentes y con sentido. No busco programar más polonesas o fantasías de Chopin, de esas que ya he podido escuchar otras cien veces y a pianistas mejores que yo. En su lugar prefiero ofertar otras cosas: los preludios de Gershwin no se tocan tanto, así como las Danzas Cubanas de Enersto Lecuona. Además estás últimas pueden unirse con música folclórica de Bartók, de ahí podemos ir a Falla, y de Falla a Ravel hay un paso. En definitiva, ir conformando programas inteligentes y cohesionados con los que el público pueda disfrutar.

Desde su punto de vista ¿A qué se debe el fenómeno de los pianistas asiáticos?

Bueno, evidentemente Asia, y especialmente China, ha estado experimentado un boom económico increíble. Esto ha incentivado la creación de multitud de escuelas y conservatorios, se calcula que en la actualidad hay entorno a quinientos millones de alumnos chinos estudiando piano y otros tantos violín. Lógicamente de la cantidad va saliendo la calidad. Aun así, me sorprende que de tantos alumnos sólo unos pocos lleguen a consagrar una carrera internacional. Si contamos a Lang Lang, Yuja Wang, Yundi Li y Mitsuko Uchida, nos daremos cuenta de que sólo cuatro de muchos millones han conseguido llegar a lo más alto. Muchos otros pianistas acaban volviendo rápidamente a sus países de origen o se quedan en Alemania como magníficos pianistas acompañantes o profesores.

Por otra parte su concepción del piano es diferente a la que pudiera tener un occidental. En el Conservatorio de Berlín, donde yo estudio, la nacionalidad predominante de estudiantes de piano es la coreana, muy por encima de la alemana. Así pues, muchas veces puedo escucharles estudiar desde la cabina de al lado. Es increíble como repiten el mismo pasaje una y otra vez, casi podríamos decir que se pasan el día en el conservatorio. Durante unas horas de repaso para la final del Paloma O’Shea, por ejemplo, recuerdo escuchar a uno de los otros finalistas –todos asiáticos- repetir una y otra vez el mismo pasaje durante 45 minutos. Digamos que la suya es una forma de afrontar el instrumento un tanto mecánica e impoluta. Creo que esto irá cambiando en las segundas o terceras generaciones de pianistas asiáticos, que ya estén afincados desde su infancia en Europa o en Estados Unidos.

Su forma de tocar está entonces unida a su cultura…

Por supuesto. Yo me relaciono especialmente con pianistas chinos, japoneses y coreanos. Estos últimos son los más occidentalizados por así decirlo, aunque su forma de ser me sigue pareciendo muy hermética. No sólo en lo relacionado con la música, sino en su forma de expresar afecto, cariño, emociones… Es otro mundo.

¿En sus conciertos prefiere tocar sólo o acompañado por una orquesta?

Creo que ambas cosas son muy interesantes y complementarias. Lógicamente tocar sólo te da una libertad absoluta para cambiar tu versión o para ser creativo. Por otra parte, lo que me encanta de tocar acompañado por una orquesta es la cantidad de energía que se concentra, a fin de cuentas hay mucha gente tocando a la vez y tu sonido es el centro de atención. Es una experiencia increíble.

¿Qué compromisos tiene previstos en un futuro inmediato?

El 13 de Marzo toco un recital en Varsovia, y el 17 y 18 de Marzo tocaré en el Teatro Monumental de Madrid el Segundo Concierto para piano y orquesta de Rachmaninov acompañado de la Orquesta de RTVE, digamos que será como una repetición de la final del Paloma O’Shea. Después de eso comenzaré a tener conciertos a partir del mes de mayo en lugares como el Baluarte de Pamplona, Úbeda, Badajoz. También iniciaré mi primera gira por los países de Latinoamérica que comenzará en octubre y se prolongará un mes y medio. Ya para diciembre está pendiente la grabación de un CD con Naxos y en enero debutaré en el Wigmore Hall de Londres.

¿Podremos verle algún día como docente o director de orquesta?

Eso espero. Ambas actividades, junto con la improvisación, me apasionan. No obstante todo ello irá llegando con el tiempo, que el día sólo tiene 24 horas…

 

Foto: Kirill Bashkirov.