Rene Jacobs

Solemne aniversario

02/05/2019. Oviedo, Auditorio Príncipe Felipe. Concierto de la Orquesta Barroca de Friburgo. Missa Solemnis en re mayor, op.123 de Beethoven. Solistas: Polina Pastirchak (Soprano), Steve Davislim (tenor), Johannes Weisser (bajo),Sofía Harnsen (mezzo). Rias Kammerchor. Director músical: René Jacobs.

“Pues yo pensaba que las misas eran aburridas”. Eso fue lo primero que, inevitablemente, se le viene a uno a la mente tras el fin del concierto que la Orquesta Barroca de Friburgo interpretó en Oviedo con ocasión del ciclo Conciertos del Auditorio. En él, el programa estaba copado por un solo compositor: Beethoven, de quién se interpretó su Missa Solemnis en re mayor, op. 123. Y lo cierto es que, con un texto que muchos hemos escuchado y algunos repetido a modo de papagayos durante nuestra infancia (y hablo de partes como el Credo o el Sanctus), el compositor de Bonn logra escribir una música realmente impresionante y capaz de transmitir su mensaje con una profundidad y fuerza realmente difícil de encontrar en cualquier otro compositor de la historia. Si a lo anterior le sumamos que Beethoven compuso la obra de forma casi simultánea a su Novena Sinfonía y cuándo ya se encontraba prácticamente sordo y sólo, es difícil hacer otra cosa que no sea reverenciar el legado de ese genio atormentado. 

Así las cosas, todo lo descrito anteriormente, todo ese espectacular mensaje musical no se habría transmitido al público con la nitidez y la intensidad con que lo hicieron en caso de haber contado con una interpretación poco notable. Por suerte, en Oviedo se contó con la presencia sobre el escenario de una agrupación como la Orquesta Barroca de Friburgo, de dilatada trayectoria y dueña de un sonido envidiable: intenso, pero no atronador, tremendamente dinámico y muy capaz de emocionar y hacer llegar la música que interpretaron. Algo en lo que mucho tiene que ver también la experta batuta de alguien como René Jacobs, quien parecía disfrutar cada momento de la interpretación tan personal que estaba llevado a cabo.

Al inicio de la obra, en la Kyrie, las intervenciones de los cantantes se van sucediendo de forma fluida, algo que nos permitió comprobar el buen nivel de los solistas, quienes cubrieron con solvencia cada una de sus intervenciones. En este punto, cabe destacar especialmente el trabajo del bajo Johannes Weisser, memorable al inicio del Sanctus y del tenor Steve Davislim, cuya voz broncínea y llena se mostró en todo momento más que acertada. En las voces femeninas, la soprano Polina Pastirchak lució unos medios dúctiles y ágiles al tiempo que la mezo Sofía Harnsen abordó con solvencia la parte que cantó en sustitución de Patricia Bardon, quién figuraba inicialmente en el programa.

Como bien es sabido, esta obra resulta especialmente dificultosa para el coro, que debe lidiar con tesituras ciertamente extremas y, en este contexto, el Rias Kammerchor supo afrontarla sin prácticamente despeinarse, manteniendo en todo momento una colocación impecable que le hizo valedor de numerosos aplausos al cierre del concierto. Aplausos que, por otro lado, no lograron inmutar a René Jacobs, quien se mostró reacio a ofrecer ninguna otra obra a modo de propina. Una lástima pues, sin duda, nos quedamos con ganas de seguir escuchándole en uno de los conciertos que venían a conmemorar el 20 Aniversario del Auditorio Príncipe Felipe de Oviedo. Un edificio que desde el 29 de abril de 1999 lleva consolidando la presencia de la ciudad como referencia dentro del mapa nacional de conciertos de música clásica. Labor que, deseamos, siga cumpliendo durante unos cuantos años más.