Manuel de Falla en París web

El Palau de la Música dedica una exposición a "Falla y Cataluña", con la partitura original de "La Atlántida"

Desde el pasado 22 de enero y hasta el próximo 31 de marzo, el Palau de la Música de Barcelona acoge la doble exposición "Manuel de Falla. Itinerancias Musicales" / "Falla y Catalunya. Diálogos musicales".

La primera de ellas es una exposición itinerante que, producida por Acción Cultural AC/E, Caja Granada y el Ministerio de Cultura-INAEM, se pudo ver por primera vez a Granada en 2010 y que desde entonces ha pasado por ciudades como Cádiz, Santander, Madrid y Sevilla. Organizada por la Fundación Archivo Manuel de Falla y comisariada por Yvan Nommick y Rafael del Pino, propone un recorrido por las ciudades que marcaron a Manuel de Falla, en un itinerario que en esta ocasión nos lleva a Barcelona. La exposición  y que podrá visitarse hasta el 6 de marzo, con la entrada de la visita guiada en el Palau de la Música o con la entrada a conciertos. Entre los objetos expuestos se encuentra la partitura manuscrita de Falla de La Atántida, con anotaciones de Eduard Toldrà.

En la segunda, se nos muestra como Manuel de Falla (Cádiz, 1876-Alta Gracia, Argentina, 1946), uno de los compositores más relevantes de la historia musical española y europea, mantuvo una importante relación con Cataluña. Cabe destacar la enseñanza que recibió de Felip  Pedrell al inicio del siglo XX, formación que completó con los consejos de Isaac Albéniz, y especialmente de Debussy y Dukas.

La comprensión que encontró aquí el verano de 1915, al llegar por primera vez, donde ya se había estrenado El amor brujo, fue un gran estímulo. Gracias a Rusiñol trabajó desde la paz del Cau Ferrat, en Sitges, con la intención de terminar Noches en los jardines de España y pensar en nuevos proyectos, como el que ocurrió con los Martínez Sierra, y luego con Diaghilev y Picasso con El sombrero de tres picos, su culminación internacional en 1920. Se instaló entonces en Granada, lugar mítico para los modernistas, y profundizó los lazos con Barcelona. Entre sus amigos encontramos Marshall, Millet, Casals, Lamote de Grignon, Clausells, Moragas, Pahissa, Badia, Toldrà o Llobet, a quien dedicó el Homenaje a Debussy. Joan Gisbert fue su "cónsul en Barcelona", y un gran apoyo. Barcelona se lo hizo suyo y Psyché y el Concerto para clave se estrenaron en el Palau en 1925 y 1926, respectivamente.

En agradecimiento a Cataluña decidió componer sobre La Atlántida de Jacint Verdaguer, obra que le ocupó las dos últimas décadas de la vida y que pensaba estrenar con el Orfeó Català y los decorados de Josep M. Sert. Finalmente, las duras circunstancias de la Guerra Civil y el avance de los fascismos lo llevaron al exilio en Argentina, donde -curiosamente- también lo protegieron miembros de la colonia catalana.