Juan Portilla

 

Juan Portilla, director artístico del FESS Madrid: "Queremos reivindicar que los músicos españoles son grandes embajadores de nuestro patrimonio" 

El Festival Encuentro de Música Antigua de Madrid 'Silva de Sirenas' (FEES Madrid) afronta esta semana su primera edición, con una serie de conciertos en el Ateneo de la capital. La programación arranca este jueves 8 de octubre y se prolongará hasta el día 11 de este mismo mes. Conversamos con su impulsor y director, Juan Portilla, vinculado también al grupo Delirum Música. Repasamos sus últimos trabajos, el espíritu del FESS y discutimos la situación en la que se encuentran muchos músicos de nuestro país tras la pandemia del coronavirus.

¿Cómo surge la idea del FESS Madrid? Imagino que no es sencillo concebir una propuesta así en una ciudad como Madrid, con tanta programción musical, con tantos ciclos consolidados.

Sí, así es. Lo cierto es que la idea de este festival surgió bastante antes de la crisis que nos ha tocado vivir estos meses. Es un proyecto que viene de largo, desde hace años. Llevamos tiempo organizando unos encuentros sobre música antigua, para músicos y aficionados, con talleres y diversas actividades, más orientado a la formación. Y ahí siempre había un concierto de clausura, con alumnos y profesionales. Y siempre se comentaba la idea de que sería bueno contar con grupos invitados, etc. Y de ahí surgió el proyecto del festival.

Y entonces se cruzó el coronavirus en el camino.

Si pretendemos que la cultura siga y no muera debemos seguir adelante, con las restricciones que sean, con las limitaciones de aforo que correspondan, pro no hay que parar. Y las instituciones públicas tienen la obligación de respaldarnos. Hay un tejido cultural con ganas de sobrevivir y necesitamos algo más que subvenciones puntuales. Y por eso no hemos querido desfallecer.

Y en el caso del FEES, ¿las subvenciones públicas son determinantes para su viabilidad? 

No, en realidad la aportación pública supone una parte pequeña, importante, pero pequeña. Por eso en orígen contábamos con el retorno de la taquilla, que ahora lógicamente se verá mermado con las restricciones de aforo.

"El lema del festival es un espacio para el arte"

 

¿Cuál es el espíritu del FESS, cómo resumiría su propuesta artística?

El lema del festival es 'un espacio para el arte'. Queremos aglutinar diversas manifestaciones artísticas en torno a la música. Desde el propio patrimonio histórico, arquitectónico y pictórico que tenemos en Madrid, hasta el patrimonio musical propiamente dicho. En esta primera edición hemos contemplado la idea de poder contar con grupos locales y nacionales, en pequeño formato. La apertura iba a contar con Emilio Moreno y Aarón Zapico pero ahora tendremos a Lina Tur Bonet con Dani Espasa y un programa en torno a Bach. Queremos reivindicar que los músicos españoles son grandes embajadores de nuestro patrimonio. No es que no se pueda invitar a grupos internacionales; por supuesto, es factible y es enriquecedor. Pero ya no es tan necesario como hace algunos años. Ahora la paleta de grupos españoles es mucho más amplia y diversa y somos una referencia para otros países. Los pgoramadores también se han dado cuenta del interés de este erpertorio para el público. Los aficionados a la música clásica de de toda la vida cada vez tienen más curiosidad por la música antigua y barroca. Además, las prácticas historicistas se han naturalizado. Ya no es algo tan exótico y en los márgenes como hace quince o veinte años. Esta música llega. De hecho se concibió para mover los pasiones y los afectos, es muy directa. Además los formatos pequeños y la tímbrica de la música antigua determinan una mayor proximidad de la experiencia del oyente. 

Usted impulsa el festival, pero es también músico y lidera a su vez un grupo, Delirum Musica. ¿Cómo comenzó su vinculación a la música antigua? 

Yo llegué tarde a la música antigua. Como muchos músicos de mi generación llegué a ella tras una segunda especialdiad. Conocí a Fernando Paz, que es mi maestro, un gran falutista, y estudié con él en el Conservartorio de El Escorial. Hice el superior en Atocha con Pedro Bonet. También estudié con Paul Leenhouts, catedrático en Ámsterdam y también vinculado a una universidad en Texas. Trabajé asimismo con Luis Beduschi o Eduard Wesley, entre otros maestros. Esa ha sido básicamente mi trayectoria académica. En cuanto al grupo Delirium Musica, lo formamos en 2007 y comenzó como un grupo de alumnos del conservatorio de San Lorenzo de El Escorial. Y empezamos precisamente con música escénica, haciendo música para teatro que reclamaba instrumentos de la época. Estuvimos trabajando con Cristina Rota, en lo que fueron nuestros comienzos. Hicimos un programa bastante innovador, en torno a Domenico Scarlatti, con arreglos en torno a sus sonatas, para amenizar el teatro de sombras. Era una práctica que se hacía en los Reales Sitios, en tiempos de Carlos III. Fue importada desde Nápoles por el Infante don Gabriel, lo llamaban 'academias y funciones' y ellas había bailes, música, etc. Este trabajo recibió en 2017 el Premio GEMA a la innovación. También hicimos un proyecto en torno al a influencia de las danzas del sur de Europa como las folias, las chaconas y las jácaras en autores del siglo XVII y XVIII. Este trabajo recibió en 2018 Premio GEMA a mejor grupo barroco del siglo XVII. Y en 2019 grabamos el álbum Sacri Profanis para rescatar la llamada Misa de Madrid de Domenico Scarlatti, que hasta la fecha no se había grabado en España en buenas condiciones. Llevo tiempo queriendo reivindicar la figura de Scarlatti como músico de la corte en España y Portugal. Él murió aquí y de hecho terminó firmando como Domingo Escarlate, totalmente 'españolizado' podríamos decir. Esta misa es un encargo, porque el Real Alcazar se quemó en 1734. Al poco de llegar, Scarlatti vio incluso el incendio, en el que se perdió casi toda la música histórica que se atesoraba en España. 

En línea con todo esto, creo que hay un hilo conductor bastante claro para la primera edición del FESS. 

Sí, para esta primera edición quería recuperar un patrimonio musical que estuviera ligado a Europa y que podamos reclamar también como nuestro. Para el primer concierto pensé en música alemana del XVIII: Haendel, Telemann y Bach. Después hay un programa de Raquel Andueza, 'Monteverdi & Friends', que marca de alguna manera el origen de todo lo que eclosiona después con el barroco. Y finalmente se completa la evolución de la música italiana con la propuesta de Josetxu Obregón y La Ritirata en torno a la música de Antonio Caldara. Así, en conjunto, un recorrido casi visual por tod

¿Cuál es la sede de los conciertos?

La sede de este año es el Ateneo de Madrid. La pandemia retrasó las obras de restauración y todos los permisos que el Ministerio de Fomento debía conceder para su reapertura. Esto ha complicado la viabilidad final del festival, más allá de toda la cuestión de los aforos reducidos, etc. Pero finalmente podremos ir allí con los conciertos. No podremos emplear la escalinata de entrada sino un acceso lateral; y todavía hay algunas obras en marcha. La idea de buscar un encuentro más directo con el patrimonio local no lucirá tanto esta vez como yo pretendía, pero lo importante es poder llevar a cabo el festival, aun con todas estas limitaciones. 

Llevar adelante el festival en estas circunstancias quizá sea una cabezonería personal. Pero a veces las cabezonerías tienen su sentido y su razón de ser y creo que es importante esforzarse hasta el final por la viabilidad de eventos musicales como estos. Van a ser conciertos totalmente seguros, coordinados con una empresa de prevención de riesgos, de acuerdo con la normativa vigente. Queremos que el público esté cómodo y se sienta seguro. Esta va a ser una versión gourmet del FESS.

¿En qué momento pensó en el Ateneo y por qué razones?

Madrid es una plaza muy complicada para encontrar un escenario donde puedas poner en pie un ciclo de conciertos sin una gran batalla administrativa o sin un gran presupuesto. Yo tenía muy buenos recuerdos del Ateneo por haber ido de allí de adolescente a charlas, seminarios, películas, conciertos... Y un día en una conversación familiar surgió la idea y me pareció oportuno retomar el contacto con la institución, que siempre ha tenido un espíritu muy proclive a este tipo de experiencias. Además la ubicación es inmejorable y el espacio escénico promueve un contacto muy próximo y directo con los intérpretes. Habrá por cierto una serie de encuentros con los artistas, que se podrán seguir en streaming, interactuando con ellos, remitiendo preguntas, etc. Esto es parte también del espíritu del FESS, reconquistar esa interacción directa entre público y artistas. 

En realidad creo que el FESS no colapsa con ningún otro festival de la ciudad. Está el FIAS, que es mucho más amplio en su propuesta y tiene mucho mérito, con el gran trabajo que ha hecho ahí Pepe Mompeán. También la Fundación Juan March tiene una propuesta con mucha personalidad y mucho más amplia. Nosotros queríamos hacer algo más concreto, más pequeño, más cercano, con un hilo conductor. 

Esta primera edición del festival está concentrada en fechas ya que se pensó ligada al encuentro formativo que antes mencionaba. Era lo idóneo, que la gente que viniera de fuera a esas actividades formativas pudiera tener acceso también a los conciertos y actuaciones. Pero con la pandemia todo se trastocó y finalmente hemos pospuesto los talleres y la parte formativa. De cara a la próxima edición tenemos que valorar si encuentro y festival irán de la mano o no, ya que el encuentro solía desarrollarse en verano.

  

"La responsabilidad última de los políticos es hacer que merezca la pena vivir" 

 

Usted ha estado y está todavía vinculado a GEMA, la Asociación de Grupos Españoles de Música Antigua. ¿Cuál es la principal causa que persigue ahora la entidad, en tiempos de pandemia?

Sí, yo sigo perteneciendo al a junta directiva de GMMA. Se ha renovado la junta y aunque había sido secretario en los seis años anteriores, esta vez me he quedado como vocal, para seguir apoyando a la asociación y también para favorecer que entre gente nueva. La nueva junta la preside Raquel Andueza, quien ha querido abordar la situación actual con buen talante pero con contundencia. La primera acción ha sido buscar lazos con otras asociaciones del sector, para sumar fuerzas ante el Ministerio. El asociacionismo a veces parece que está pasado de moda, hasta que llega una pandemia y todos los necesitamos. Es noticia que tres premios nacionales se hayan sumado a la asociación: Jordi Savall con Le Concert des Nations y Hespèrion XXI, Al Ayre Español y la Orquesta Barroca de Sevilla. GEMA también está en el Consejo Estatal de las Artes y lleva muchos años luchando por la puesta en valor de la música antigua.

¿Y cuál es la principal petición en el actual contexto, tan devastado el sector? ¿Qué reclaman de las instituciones públicas?

Nuestra música resulta muy atractiva fuera de nuestras fronteras, tiene incluso un punto exótico e interesa mucho a los programadores de otros países. Por eso no nos podemos quedar atrás. Por eso ahora más que nunca necesitamos el respaldo institucional que nos permita seguir poniendo nuestra música a la altura que merece. No tiene sentido que una compañía francesa ponga en valor nuestro patrimonio porque nosotros no somos capaces de hacerlo, pero no por falta de talento sino de recursos. Apenas salíamos de la crisis del 2008 y ahora la crisis del coronavirus ha golpeado al sector, que va mucho más allá de los propios músicos: miles de familias en España dependen de la actividad de estas actividades. Y la situación ahora mismo para muchos de esos músicos es de absoluto abandono. Desde GEMA queremos reivindicar un apoyo estable y responsable a la cultura, que es un sector fundamental de la actividad profesional de este país. Y hay que ver más allá de los músicos, también es un sector del que dependen muchos técnicos, gente de seguridad, limpieza... es una red extensa, una gran industria.

Parece que no terminamos de asumir, en España, que la música es mucho más que una cuestión de ocio.

Es cierto y es triste. Hay que potenciar la recuperación del patrimonio musical español, también desde la educación, y debemos ser capaces de exportarla. Esto no sucede si no se impulsa. Luego nos lamentamos cuando llegan producciones desde fuera, con subvenciones inmensas y precios competitivos. Y lógicamente, los programadores tienen que trabajar con eso y en ocasiones se ven forzados a elegir a los de fuera, no porque sean mejores, sino porque tienen más apoyos. Sucede una y otra vez: grupos de música antigua y barroca que vienen de otros países con músicos españoles en sus plantillas. Y esos músicos se han ido fuera porque aquí no podían sobrevivir. Muchos de ellos desearían regresar a España, vivir y trabajar aquí. Es una situación similar a la de los científicos que emigraron fuera en busca de una salida profesional. Sin cultura, lo hemos visto estos meses, la vida tiene muy poco sentido. Y la responsabilidad última de los políticos es hacer que merezca la pena vivir. Por eso la cultura levanta la voz y reclama un respaldo, no es un capricho, es la vida. Y los políticos no se han dado cuenta aún de lo que se juegan con la cultura.

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