xavier guell respirare por ti libro

AÑOS DE DOLOR

Cuarteto de la guerra: I. Si no puedes, yo respiraré por ti. Xavier Güell. Ed. Galaxia Gutenberg. Barcelona, 2021.

El músico y escritor Xavier Güell se ha embarcado en un proyecto ambicioso e interesante: reconstruir la vida durante el terrible periodo de la II Guerra Mundial de cuatro de los compositores más importantes del siglo XX incluidos en las llamadas “vanguardias”. El proyecto tiene el nombre de Cuartetos de guerra y repasa las vicisitudes, siempre comprometidas y difíciles de estos cuatro genios: Béla Bartók, Richard Strauss, Dimitri Shostakóvich y Arnold Schönberg. El primero y el último emigrarán a Estados Unidos debido a sus posiciones políticas y, en el caso de Schönberg, además, por ser judio en una Austria anexionada a Alemania. Strauss permanecerá en la Alemania nazi y Shostakóvich en la Rusia estalinista, pero ninguno de los dos lo tendrá fácil, pese a que en el caso de Strauss pudiera parecer lo contrario.

Güell dedica su primer libro a Bartók tilulándolo, significativamente, Si no puedes, yo respiraré por ti. El autor nos explica en una breve nota introductoria que el volumen que tenemos entre manos no es propiamente una biografía sino una manera novelada de contar los últimos cinco años de la vida del compositor húngaro en su exilio norteamericano. La recreación literaria de este periodo no le resta en absoluto verosimilitud a lo relatado, porque aunque evidentemente los diálogos y ciertas situaciones son imaginadas, tanto el núcleo de la historia como los distintos avatares del matrimonio Bártok (que emigraron en 1940 a EE.UU. en un difícil viaje que los llevó por una Europa en guerra y una España belicosa –y recién salida de la Guerra Civil– hasta coger un barco en Lisboa) están basados en la amplia bibliografía consultada por el escritor. Bartók nunca se sintió a gusto en su último destino. Su situación económica no era brillante. Siguió dando, como en Europa, conciertos con su joven esposa Ditta, aunque verdaderamente lo que a él le gustaba era la composición, pero sus obras no eran apreciadas por un público muy conservador en lo musical. Una escena de la novela que refleja con claridad este rechazo es la que abre el capítulo El mandarín maravilloso, en el que Bartók se enfrenta a su agente musical americano.

Por el libro van apareciendo nombres tan conocidos como los antiguos alumnos de Bartók Fritz Reiner o Eugene Ormandy, dos influyentes directores de orquesta con gran éxito en América; Rudolf Kolisch, que con el grupo de cámara que llevaba su nombre estrenó en Nueva York en 1941 el que sería el último cuarteto de cuerda del compositor, el nº 6; y cómo no, el ruso Serge Kousevitzki, director de la Orquesta Sinfónica de Boston, que le encargó su famoso Concierto para Orquesta la obra que hizo que Bartók se sintiera por una vez cómodo en su exilio y que fue el trabajo que le reportó más beneficios económicos allí. Güell utiliza todos esos episodios para hilvanar la historia de un hombre de un carácter muy especial, muy unido a su música, a sus orígenes (las referencias a su madre y la fundamental influencia que tuvo en su formación son constantes) y especialmente a su tierra natal donde tanto trabajó con el pueblo. Ese hombre, al final de sus días, se traslada a un ambiente bien distinto, mucho más marcado por el mercantilismo y en el que su arte no fue apreciado como merecía.

Foto: Galaxia Gutenberg.