leo de silka libro

Leo de Silka, Marqués de Rocaverde (1856-1920). El alcalde artista, de Isabel Díaz Morlán. Editado por Musikene, la Universidad del País Vasco y Archivo Eresbil.

He de reconocer que cuando Platea Magazine me hizo saber de la existencia de este libro no pude ocultar ni mi estupor ni mi vergüenza al no tener noticia alguna del personaje que nos ocupa. Leo de Silka era para mí un nombre totalmente ignoto aunque en la reseña recogida en la contraportada se anuncia como nacido en San Sebastián y alcalde, diputado y miembro de la nobleza. Por lo tanto, la lectura del mismo era solo cuestión personal de reparación histórica: había que superar la ignorancia.

Una vez leído el ejemplar se nos aparece un personaje hasta cierto punto curioso: es difícil decidir si estamos ante un político que se dedicó también a la música o ante un músico que hubo de atender a distintas responsabilidades políticas sobrevenidas por su condición de noble. ¡Quién sabe! Lo que queda claro es que Leo de Silka es personaje a través del cual podemos profundizar en la San Sebastián del momento histórico de transición entre los siglos XIX y XX, fundamentalmente en la época que va desde los años anteriores al desastre de Cuba y Filipinas hasta los años posteriores a la Primera Guerra Mundial y el caos político que vivió España alrededor de 1920.

Tratemos, sin embago de ordenar un poco las cosas. El libro nos acerca dos personajes que, en realidad, son solo uno: por un lado, Leonardo Moyúa Alzaga, sexto Marqués de Rocaverde, político, alcalde, diputado a cortes, conservador y monárquico; y por otro, a Leo de Silka, pianista de tardía vocación que asumió tal nombre artística con la inversión del nombre de su madre, Casilda. Así, de Ca-sil-da se pasó a de-Sil-ka.

Queda dicho que es realmente difícil saber quien prevalece sobre quien. El artista, el pianista, hizo una carrera repleta de altibajos, con apariciones fulgurantes y exitosas en Londres, París, Madrid y otras ciudades, siendo el protagonista de numerosos conciertos ante la reina regente María Cristina. Amante de los repertorios clásico y romántico –Schumann o Chopin son habituales en sus programas- no se olvida de las obras más virtuosas –habitualmente transcripciones de óperas- y de compositores vascos, algunos de ellos bien conocidos del intérprete como José María de Usandizaga. A estos éxitos puntuales le siguen periodos de inactividad, en algunos momentos de difícil explicación

El político se implica en su ciudad primero como concejal, casi de forma inmediata como alcalde para luego terminar su carrera como diputado a cortes en Madrid por cuatro años en dos legislaturas distintas siendo miembro del Partido Liberal, defensor de la monarquía y conservador. Estamos, por lo tanto, ante un defensor del sistema canovista que imperó en la España de casi medio siglo post-primera república durante los reinados de Alfonso XII, la regencia de María Cristina y Alfonso XIII, hasta la llegada de la dictadura de Primo de Rivera.

También en la vida política tenemos altibajos, como ocurrió en la artística. Fue un alcalde implicado en la vida cotidiana de la ciudad, dejando huellas de su gestión tan simbólicas como el kiosko de música en el Paseo del Boulevard que aun se mantiene en pie y que continúa en la actualidad siendo centro de la actividad de muchos donostiarras. Sin embargo todo parece indicar que su actividad en Madrid no paso de meramente testimonial.

Es inevitable hacer referencia, así mismo, al Leonardo ciudadano, implicado en numerosas actividades culturales, impulsor de asociaciones populares centradas en la difusión de conciertos, colaborador en numerosas iniciativas filantrópicas y digno representante de un linaje noble que si no es antiguo –el marquesado surge a finales del siglo XVII- si es asumido con honores por el protagonista.  

Pero, por encima de todo, este libro nos impide conocer algo más la vida de San Sebastián, una ciudad que recogía a la realeza durante las largas semanas de veraneo y que alcanzó por ello una proyección sin precedentes en la España de la época. Una ciudad que veía como el recien nacido nacionalismo vasco –el Partido Nacionalista Vasco surge en 1895- daba los primeros pasos en la ciudad, provocando el enfado de personajes como el Marqués, una ciudad que acababa de derruir sus últimas murallas y se disponía, con inconfundible –e inevitable- estilo francés a desarrollarse en torno al Urumea y los montes cercanos. Una ciudad que vivía la cultura en general y la música clásica en particular con inusitada vehemencia.

El libro es más académico que narrativo. No noveliza la vida del Marqués sino que enumera, de forma organizada, lo más importante de la vida de un personaje que tenía, hasta cierto punto, un estilo de vida casi humanista. Por ello, quien busque un libro ameno es posible que pinche en hueso; quien busque información y conocer un poco más personaje y ciudad, acertará.