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Autobiografía de un pionero

At Large. Behind the camera with Brian Large. Brian Large y Jane Scovell. Ed. Verlag für moderne Kunst. Viena, 2025.

Aunque no es costumbre en esta sección comentar libros escritos en otros idiomas que no sean el castellano la aportación que At Large. Behind the camera with Brian Large hace al conocimiento de un personaje tan fundamental en la popularización de las transmisiones televisivas de óperas (y otros eventos de música clásica) y su distribución primero en vídeo y, después, en  DVD o Blu-Ray ha hecho que lo incluyamos entre nuestras reseñas. Y es que el director televisivo Brian Large es toda una leyenda en el mundo de la lírica.

Suyas son grabaciones tan icónicas como la Tetralogía de Richard Wagner que creara para Bayreuth Patrice Chéreau dirigida por Pierre Boulez (Un sueño hecho realidad, se titula el capítulo dedicado a esta grabación), la gala Los tres tenores desde las Termas de Caracalla en Roma, uno de los videos y discos más vendidos de música clásica (Los tres mosqueteros), o la retransmisión en directo de Tosca en Roma (Tremava tutta Roma), protagonizada por Catherine Malfitano, Plácido Domingo y Ruggero Raimondi dirigidos por Zubin Mehta. En esa producción cada uno de los actos estuvo ambientado en los escenarios originales de Puccini: El primer acto en la iglesia de Sant'Andrea della Valle, el segundo en el Palazzo Farnese y el tercero en el Castel Sant'Angelo. Y, siguiendo el libreto, cada acto tiene lugar a la hora exacta del día: la tarde, la puesta de sol y el amanecer de la mañana siguiente. 

El desfile de directores, cantantes o producciones llega a ser apabullante porque Large, desde sus inicios en la BBC, ha sido un personaje imprescindible en el mundo de la difusión de la ópera. Han sido muchos los capítulos que han despertado mi interés, pero por mi afinidad personal, destacaría el dedicado a Mirella Freni (Una incomparable Prima Donna) que comienza con estas palabras: “De las muchas cantantes que he conocido a lo largo de los años, hay una por la que siento una afinidad especial, una cuya humanidad era tan característica de su persona como su hermosa voz. Mirella Freni sirvió de catalizador para mi reconciliación con Leonard Bernstein, fue indispensable como compañera de canto y disciplinaria para Luciano Pavarotti y, lo que es más importante, hizo de casamentera para Jack y para mí” (Jack es Jack Mastroianni, pareja sentimental de Large y representante artístico de Freni). 

Large confiesa en los agradecimientos que era reacio a escribir esta autobiografía, ya que en sus primeros años, al poco tiempo de acabar sus estudios de música y filosofía en la Universidad de Londres, había escrito sendas biografías de los compositores bohemios Bedřich Smetana y Bohuslav Martinů, pero en una cena con Marily Horne y su amiga y biógrafa, Jane Scovell, cambió su opinión. Scovell ha ayudado a conocidos personajes a la hora de contar su vida, como Elizabeth Taylor o Ginger Rogers, y ha escrito biografías de Oona O'Neill Chaplin (recientemente traducida y editada en España) y del cantante Samuel Ramey. Su trabajo a cuatro manos nos permite acercarnos a un mundo mágico para todo aquel amante de la música clásica y de la ópera en particular. Todo ello en un lenguaje cercano, ameno y con una ingente cantidad de anécdotas que convierten a este libro en un objeto casi de deseo. 

Como epílogo, me permito traducir un fragmento de esta autobiografía, concretamente del capítulo titulado Una angustiosa noche en la ópera, que creo que es muy significativo sobre su contenido y su interés. Disfruten:

“Los ensayos (del Anillo del Nibelungo en el Met de Nueva York) comenzaron a finales de marzo. En la mayoría de los teatros de ópera internacionales, los papeles principales de los ciclos del Anillo suelen ser dobles para evitar accidentes o enfermedades. Behrens (Hildegard), que planeaba cantar Brünnhilde en los tres ciclos, sería cubierta por Gudrun Volkert. Siegfried Jerusalem, en su papel homónimo, eligió cantar sólo la primera y la última representación. Su sustituto, William Johns, cantaría la segunda. (...) Todo fue bien hasta que llegamos a la última escena de la segunda grabación de Götterdämmerung, la «Inmolación» de Brünnhilde y la caída de la casa de Wotan. Hildegard cantó las notas finales y estaba a punto de saltar a las llamas cuando un miembro del equipo de escena se equivocó en las instrucciones para el derrumbamiento del Valhalla. Los ascensores hidráulicos cayeron antes de tiempo y una viga dejó inconsciente a Hildegard. Gravemente herida, fue trasladada al hospital. Posteriormente, tuvo que retirarse del Götterdämmerung final. Gudrun Volkert la sustituyó, un desastre para nosotros por muy bien que cantara. Comprometido contractualmente con Deutsche Grammophon para un Anillo completo con Behrens y Jerusalem, ya no teníamos a Behrens. Más allá de la desesperación, recordé felizmente que en las cintas de ensayo teníamos una con Behrens y Jerusalem, y otra con Behrens y William Johns. Rodaríamos la última representación con Volkert y Jerusalem y no vi otra solución que jugar a «compartir» musicalmente a las dos Brünnhildes. Para ello, había que maquillar y vestir a Volkert exactamente igual que a su predecesora. Equipada con la peluca de Behrens, vestida con trajes idénticos y entrenada minuciosamente en todos los movimientos de Behrens, Gudrun Volkert apareció incondicionalmente en el último Götterdämmerung. Sin embargo, alteré el guión de cámara para que la Brünnhilde sucedánea rara vez, o nunca, se viera en cámara. Una vez resuelto el aspecto físico, nos enfrentamos al reto vocal. El canto de Jerusalem se tomó del primer ensayo y de la última grabación, la voz de Behrens tuvo que surgir del primer ensayo y de la segunda grabación. Y cada nota que Gudrun Volkert cantó en la tercera representación tuvo que ser sustituida. Las grabaciones de ópera están salpicadas de incidentes en los que las notas reales se hacen electrónicamente más altas, más largas, más dulces o incluso se externalizan. Pero nuestro Götterdämmerung requería una prestidigitación tanto física como vocal. Lo que teníamos era una pesadilla de montaje. Probablemente el mayor reto llegó en la escena de la “Inmolación”, cuando Brünnhilde está a punto de subir a su caballo y cabalgar hacia las llamas. La única cinta que pudimos utilizar procedía del primer ensayo, no de la segunda representación, en la que se veía cómo la viga golpeaba a Behrens en la cabeza.. Alfred Muller, editor de vídeo de Nexus Production, tomó esa cinta del ensayo, la introdujo y tejió con maestría una colcha de retales hasta conseguir un todo unificado. Todo en ese Götterdämmerung, incluido el final, parece y suena absolutamente auténtico. A lo largo de los años he visto la grabación muchas veces y aunque sé que el tenor principal y la soprano principal nunca aparecieron juntos en la grabación final. Nunca declaramos públicamente lo que habíamos hecho porque nunca nos lo pidieron y nadie se quejó.”