La boveda y las voces 

La lectura calmada

La bóveda y las voces. Por el camino de Josquin. Ramón Andrés. Acantilado. Barcelona, 2022

Dos títulos he barajado para encabezar la reseña sobre este libro imprescindible La bóveda y las voces  sobre la vida y obra del músico renacentista Josquin Desprez (también conocido por Des Prez o Des Prés y otras variantes similares), que firma Ramón Andrés y edita Acantilado. Uno es el que encabeza estas líneas; el otro podría haber sido El viajero y el diario. Ambos (como muchos otros que se nos podrían ocurrir) sólo son un reflejo vano de la profundidad y belleza de un libro que personalmente me parece excepcional. El libro se desarrolla en dos planos que se van entrelazando sin dificultad con total naturalidad y se estructura en forma de diario en el que Andrés recorre esos dos caminos. Uno de ellos, el que podría considerarse el principal, sería transitar por la vida y obra de uno de los autores cumbres del renacimiento en su aspecto musical, el franco-flamenco Josquin Desprez. El otro es el camino personal que recorre el autor durante los días de creación de su texto que comienza a finales de 2019 y termina un año después, con una terrible pandemia por medio. 

Josquin es el más descollante de los autores un momento musical único y excepcional como es el Renacimiento y que a lo largo del libro vamos descubriendo con muchos otros nombres, un ir y venir, un constante viaje que tiene sus estaciones principales en los grandes focos culturales de la época: Flandes, Borgoña, París, Milán, las cortes italianas, Roma… unos viajes buscando a veces formación y casi siempre sustento, siempre al abrigo del poder de la Iglesia pero también, y más a partir de esta época de príncipes, como Hércules de Ferrara, que al poder terrenal querrán unir también el prestigio que trae el brillo cultural de una corte. El recorrido por este mundo no es fácil. Las fuentes son inciertas, muchas veces contradictorias y muchos de los archivos han desaparecido. La labor de reconstrucción de la trayectoria de cualquiera de estos grandes músicos es complicada, también en el caso de Josquin, desconocida casi por completo su personalidad. Eso no impide que a lo largo del pausado tiempo de la lectura, uno vaya descubriendo un mundo especialmente glorioso en lo artístico y extremadamente complicado en lo terrenal. Andrés tiene la enorme habilidad de convertir lo que podría ser farragoso en tremendamente entretenido, como la búsqueda de un tesoro, de una gema escondida entre los miles de archivos de las catedrales, abadías o palacios de finales del siglo XV y comienzo del XVI. Quien no conozca a Desprez se enamorará irremediablemente de su música gracias al contagio de la pasión del autor por una música que como él mismo dice: “… fue escrita como si con ella se pretendiera conseguir un haz luminoso, un ancho arco de prismas abarcador de múltiples direcciones: el suelo, los triforios, los chapiteles, los lugares íntimos junto al fuego.”

El otro camino, el del escritor, transcurre entremezclado con el viaje de Josquin. Es el viaje de un año marcado por una pandemia que quizá no sea nada comparada con las pestes que asolaron Europa en la época de nuestros músicos, pero que para nuestro mundo actual ha sido catastrófica. Desde su refugio de Elizondo, Andrés recuerda, reflexiona, añora, y nos descubre su pensamiento más personal, más cercano. Es otra música, más contemporánea pero no por ello menos sentida, que también nos llega al corazón. El resultado es un libro de esos que se leen con calma, casi regodeándose en esa prosa tan rica, tan elegante y tan precisa. Un libro que no se olvida, tremendamente humanista, como lo es la música de Josquin, como lo es el propio Andrés. Una lectura imprescindible para quien ame la belleza.