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Palabras a la música

Álvaro Fierro Clavero. Dairea Ediciones. Madrid 2017

Rara avis la que nos presenta la editorial Dairea con el libro “Palabras a la música” de Álvaro Fierro Clavero. No es común la edición de un volumen que conjugue dos de las más exquisitas bellas artes: música y poesía. En el esclarecedor prólogo del académico de San Fernando Antonio Gallego, se nos recuerda que, aunque escasos, hay varios ejemplos de poemarios en español que se han inspirado en composiciones musicales, como los de Gerardo Diego sobre Nocturnos de Chopin, y también antologías dedicadas a este tema como “La música y la palabra. Poemas sobre música” de Francisco Gallego Santos y Luis Arroyo Masa. Mucho más numerosos son los casos en sentido contrario, donde la poesía es parte de la música, como demuestra el mundo del lied o, en el caso español, “la canción de concierto”.

“Palabras a la música” consta de cuatro partes. La primera, la más extensa, se centra en las 32 sonatas que compuso Ludwig van Beethoven en un periodo amplio de su vida creativa que va desde las más juveniles (de 1795 las primeras), pasando por las de madurez (la última, de 1814) hasta llegar a las llamadas “tardías” que acaban con la nº 32 de 1822, compuesta cinco años antes de su muerte. Cada movimiento de las sonatas inspira a Fierro, que sigue la versión del pianista estadounidense Richard Goode, una de sus poesías (o más bien prosas poéticas), casi siempre de un carácter íntimo. Priman en ellas las vivencias, sentimientos y deseos propios, todo moldeado por el autor  a través de un bello y rico lenguaje. El prologuista aporta la teoría, perfectamente admisible, de que en aquellas piezas que poseen nombre propio (“Claro de luna” “Patética” “Appasionata”, entre otras) Álvaro Fierro se siente claramente influenciado por la carga que estos nombres implican. Pero esto sólo es una referencia. En un libro en el que se juega a tres bandas (el compositor, el poeta, el lector), la subjetividad pasa a formar parte intrínseca de la lectura. Además, confesémoslo, para cada oyente atento, en este caso de las sonatas beethovenianas, la música sugiere cosas muy diferentes, en las que  influyen multitud de circunstancias, desde el estado de ánimo en el momento de la escucha, hasta el intérprete o el ambiente que nos rodea durante la audición.

Tres partes más completan el volumen. Las tres dedicadas a obra para teclado de Johann Sebastian Bach. Se trata de las partitas para tecla, las suites inglesas y las suites francesas (todas en su versión para piano -excepto estas últimas, escuchadas en clave y piano- interpretadas por András Schiff las partitas, Murray Perahia las suites inglesas y Alan Curtis y Alicia de Larrocha las francesas). El método es el mismo que con las obras de Beethoven: cada parte, cada danza, provoca sensaciones diversas al poeta que las plasma, se me antoja, de manera más desenvuelta y menos introspectiva que en la primera parte, aunque siempre prima la visión personal, la sensación y el sentimiento que invade al oyente y que plasma en bellas líneas después.

Un libro, en fin, muy personal, para disfrutar escuchando o para leer en silencio.

Foto: Dairea Ediciones.