matamoro beethoven

UN CLÁSICO

Beethoven (seguido de La dirección de orquesta). Richard Wagner. Edición de Blas Matamoro. Fórcola Ediciones. Madrid, 2016.

Después de leer este libro (compuesto por dos artículos de Richard Wagner, uno el que da título al volumen “Beethoven” y el otro más o menos de la misma extensión reflexionando sobre “la dirección de orquesta”) uno no tiene muy claro que es lo más interesante del mismo. ¿Y por qué esta duda? Pues porque el prólogo del editor y traductor de estos dos artículos wagnerianos, Blas Matamoro, es un tratado de crítica musical en sí mismo, por muy breve que sea. En unas pocas, pero densas, páginas, y, con una intencionadamente mal contenida socarronería, Matamoro nos presenta su idea de la figura de Wagner y de las diversas influencias y vaivenes que dio y tuvo su pensamiento desde los acontecimientos revolucionarios de 1848 hasta  la época de publicación de los dos artículos recogidos (en 1869-70) y también posteriormente. No es un retrato nada halagador, sino más bien implacable, sobre las contradicciones evidentes en las que cayó el gran compositor. Y de las, a veces, torpes maniobras que hace en sus escritos para justificar lo injustificable y sobre todo cuando se compara lo que escribió con lo que realmente hizo como hombre y compositor. Sólo por este prólogo merece la pena leer el libro.

Pero ya metidos en materia siempre resulta interesante la visión que el pangermanista Wagner tiene de la obra de Beethoven y, también,  de la influencia posterior de la misma en la música de su país. Con un lenguaje recargado (que Matamoro ha intentado hacer asequible a un lector del siglo XXI) el compositor de Leipzig ensalza el auténtico carácter alemán de Beethoven, paladín de las virtudes que hacen de la música de esta nación (en el sentido más general del término) la única que expresa perfectamente las esencias más altas, tanto cultural como filosóficamente hablando. Las reflexiones de Wagner no sólo se centran en el genio de Bonn sino que  repasan otras figuras como Bach, Mozart o Haydn (estos dos últimos no tan bien tratados como el protagonista del escrito ya que no se dejó “comprar”, como sí insinúa de los austriacos).

Por otra parte, ya al comienzo de segundo escrito, “La dirección de Orquesta”, Wagner hace una clara declaración de principios de cuál va a ser la idea central de lo que viene a continuación: “En el texto que sigue es mi propósito compartir mis experiencias y consideraciones en un campo de la realidad musical desdeñado por el ejercicio rutinario y el enjuiciamiento ignorante”. A partir de ahí viene una larga disertación de sus ideas sobre la dirección orquestal tanto en la música vocal como en la sinfónica. Asevera que “no hay ningún ejemplo de orquesta alemana que estuviera preparada para la música actual” (la suya, claro). Pero con sus indicaciones se podrá llegar a que instrumentistas y directores vayan introduciéndose en la verdadera esencia de la música alemana y de su correcta interpretación.

Debajo de toda esta dialéctica y egocentrismo germano-wagneriano no deja de apreciarse la fina inteligencia de Wagner y lo acertado de muchas de sus ideas, aunque la expresión abrupta y sus ramalazos nacionalistas y racistas menoscaben muchas veces sus razonamientos.

Indicar, para terminar, la excelente calidad de la edición de Fórcola tanto en las fotografías, como en el papel o el diseño general del volumen que se completa con una pequeña guía biográfica muy interesante, unas notas y un no siempre presente en este tipo de publicaciones, pero para mi imprescindible, índice onomástico.

Foto: Fórcola Ediciones.