Benamor miren urbieta vega 1

Oriente recuperado

Madrid. 15/04/2021. Teatro de la Zarzuela. Luna: Benamor. Miren Urbieta-Vega (Benamor), Cristina Faus (Darío), Irene Palazón (Nitetis), Amelia Font (Pantea), Enrique Viana (Abedul, confitero, pastelera), César San Martín (Juan de León), Gerardo Bullón (Rajah-Tabla), Gerardo López (Jacinto, Eunuco, Elohim), Francisco J. Sánchez (Alifafe), Emilio Sánchez (Babilón), Esther Ruiz (Cachemira). Orquesta de la Comunidad de Madrid. Coro del Teatro de la Zarzuela. Enrique Viana, dirección escénica. José Miguel Pérez-Sierra, dirección musical.

Más allá del trabajo de escenificación, coreografía y representación, el Teatro de la Zarzuela nos tiene acostumbrados a un repertorio totalmente variado. Y no es que este sea de nueva creación, porque ya sabemos que el estreno absoluto de obras del siglo XXI tiene poca cabida en este tipo de espacios; sino que cumple una función importantísima en cuanto a la recuperación de obras. Las funciones que ofrece el Teatro de la Zarzuela van más allá que la mera representación de una obra, sino que la institución registra, documenta, investiga, y difunde obras que se han perdido o llevan siglos sin ser representadas. En esta temporada han apostado por obras del maestro aragonés Pablo Luna, recordemos el estreno de Las calatravas el pasado mes de marzo. En esta ocasión, hemos podido escuchar una de las obras de mayor éxito en vida de Luna. Y es que tras la búsqueda incesante del éxito, el maestro aragonés apenas conseguía mantener sus obras prematuras en cartel. Sin embargo, tras escuchar la opereta Benamor uno entiende la notoriedad que obtuvo.

Benamor forma parte de la llamada trilogía oriental de Luna, conformada por grandes obras líricas del repertorio español como son El asombro de Damasco y El niño judío. Al igual que Benamor, estas dos operetas también tuvieron mucho éxito, pero ninguno comparable con la historia de Ispahán. Tras la presentación de estas obras basadas en localismos orientales, la crítica encasilló al maestro aragonés como el gran “especialista oriental”, algo que Luna detestaba. Sin embargo, en su defensa hay que decir que los éxitos que alcanzó con sus partituras orientales no los consiguió con ninguna de sus otras obras.

Al igual que el Teatro de la Zarzuela acostumbra a presentar repertorio muy poco conocido y recuperaciones excelentes, también es una práctica común el hecho de modificar o incluir algunas partes nuevas en la obra con la finalidad de actualizarla. Así pues, la comedia empieza con un breve y maravilloso monólogo de Enrique Viana. Excelentísimo actor y cómico, protagonista de los dos soliloquios que incluyeron en la obra, así como un Abedul magnífico. Entre estos tres papeles, el tenor demostró una gran habilidad teatral, desempeñando tres personajes totalmente diferentes y otorgando a cada uno de ellos los matices necesarios. No era de extrañar que se llevara la mayor ovación del público.

No se quedaron atrás los personajes de los dos hermanos (Benamor y Darío), encarnados por Miren Urbieta-Vega y Cristina Faus, respectivamente. En el caso de Benamor, la potencia vocal destacaba entre todas las demás características, a pesar de no tener números excesivamente íntimos y expresivos, la soprano española desempeño su papel con el carácter masculino que requiere. En el caso de Darío, el Sultán, Cristina Faus sí que tuvo números musicales más líricos y efusivos en donde el brillo y la claridad de su voz deslumbraron entre los palcos del teatro. Increíble estuvo Irene Palazón en el personaje de Nitetis. Una voz clara, potente, aguda, brillante y con unas dinámicas muy especiales que le daban el toque infantil e inocente que caracteriza a este papel.

Entre el elenco masculino, César San Martín brilló en el papel del príncipe español Juan de León. Hizo una versión bastante interesante de País del sol,  comúnmente conocida como “la canción de Juan de León”; número musical que forma parte de la gran colección de canciones del teatro lírico español. El barítono no solo cantó de forma heroica, sino que hizo un papel teatral digno de admirar, al igual que Francisco J. Sánchez en el papel de Alifafe. Sin embargo, no estuvieron a la misma altura Gerardo Bullón (Alifafe) y Gerardo López (Jacinto), puesto que en muchas ocasiones terminaron por sobreactuar y, por lo tanto, exagerando mucho los matices de los personajes. En el personaje de Babilón, Emilio Sánchez aportaba cierto dinamismo cómico, aunque la aparición del traficante ciego no influía mucho en la historia principal.

En el foso, el maestro José Miguel Pérez-Sierra y la Orquesta de la Comunidad de Madrid cumplieron con la maravillosa orquestación del maestro Luna, en donde el volumen y el equilibrio sonoro resaltaba en los números de conjunto, y conseguían el matiz íntimo que requieren algunos de los números más líricos.

Foto: Javier del Real.