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Sonya Yoncheva, soprano: "Me gusta saltarme las reglas"

Amable y risueña, muy feliz con su embarazo -espera una niña, nos dice-, la soprano búlgara Sonya Yoncheva nos recibió hace algunas semanas en en Baden-Baden, en el transcurso de sus funciones como Desdemona, en el Otello dirigido por Zubin Mehta y Robert Wilson. La conversación con ella fluye fácil y espontánea, en un simpático castellano, aderezado de giros sudamericanos, a buen seguro influencia de su esposo el maestro venezolano Domingo Hindoyan. Desde su triunfo en Operalia, en la edición de 2010, su trayectoria no ha dejado de proyectarse, temporada tras temporada, hasta situarse como una de las voces insoslayables de su cuerda hoy en día. Su presencia es habitual en los principales escenarios internacionales, desde Nueva York a Berlín pasando por Salzburgo, Milán o París.

Enhorabuena por su embarazo. Imagino que no está siendo fácil compaginar su actual agenda con la maternidad, puesto que es madre ya de otro niño, de cinco años de edad. 

No es fácil, no. Son muchas responsabilidades a la vez. Los niños siempre quieren pasar mucho tiempo contigo. Y la voz también necesita que le dediques tiempo.

¿La voz va cambiando con la maternidad? ¿Cuál es su experiencia a este respecto?

La primera vez, con mi hijo, tuve la sensación de que mi voz bajaba, todo era más físico, más corporal. En cambio ahora, con este embarazo, con la niña, la voz la siento más alta. Entonces… no sé muy bien (risas). Son las hormonas, seguramente, que suben y bajan (risas).

En primer lugar, antes de avanzar con más preguntas, me gustaría poner en valor sus orígenes como soprano búlgara. Creo que todavía hoy mucha gente piensa que usted tiene orígenes rusos y en absoluto es así. Bulgaria es además un país con una excelente tradición lírica, con cantantes como Ghiaurov, Christoff, Dimitrova, Kabaivanska… 

Sí, Bulgaria tiene una tradición muy importante en el canto. Yo pude conocer, por ejemplo, a Ghiaurov poco antes de fallecer; yo era muy joven y me hizo mucha ilusión poder hablar con él. Era un hombre amabilísimo y una voz increíble. También pude tratar a Raina Kabaivanska, cuando fue maestra de mi hermano en Modena. Fue una Tosca inolvidable. Y qué decir de Ghena Dimitrova, una voz increíble. 

Mi país se ha transformado rápidamente en los últimos años y algunas de estas tradiciones se han ido perdiendo. Cuando yo era joven la crisis en Bulgaria era terrible y la cultura fue lo primero que sufrió esas penurias. Nada funcionaba… mucho menos en el caso de la ópera, claro. Teatros cerrados, sin presupuesto… Empecé mi carrera en un momento muy difícil para toda nuestra generación. Pero mi mamá tenía una gran pasión por la música clásica y en general por el arte como educación. A ella le debo mi carrera, seguramente.

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Revisando su repertorio… ¡es muy amplio! Norma, Tosca, Poppea, Medea, Elisabetta en Don Carlo, Violetta en La traviata, Luisa Miller, Imogene en Il pirata, Iolanta, Mimi en La bohème, Marguerite en Faust, Desdemona en Otello… y de estos, al menos cuatro roles han sido debuts la semana pasada.

Sí… cinco incluso, creo: Elisabetta, Imogene, Medea, Tosca y Luisa Miller han sido debuts. 

Y muy distintos todos ellos, además: belcanto, Verdi, Puccini… Habrá quien se sorprenda con tantas novedades al mismo tiempo.

Sí, quizá, pero sabe una cosa, desde que vivo por y para la música tengo claro que quiero ser algo más que un instrumento al servicio de lo que pretenden los otros. Yo tengo mi gustos, mis ideas, mis criterios. Me podré equivocar a veces, claro, pero yo sabía que todos esos debuts tenían sentido ahora. Era consciente del riesgo, por supuesto, pero me parecía asumible y afortunadamente han salido bien. Estoy muy contenta con esta temporada y esto me ha dado la confirmación de mis planes para el futuro.

Sí, porque en realidad es una serie de debuts que no sigue un plan muy coherente. Entiéndame, me refiero a que son roles bastante dispares entre sí. ¿En qué está pensando para el futuro? ¿Incluso repertorio alemán, quizá?

Sí, es algo que me falta. Con la madurez y con la maternidad estoy sintiendo la necesidad de descubrir más y más. No es ambición, es hambre (risas). Tengo mucha curiosidad. La música es tan infinita, hay tanto por descubrir y probar. Provocar también. Me gusta provocar, saltarme las reglas. En nuestra profesión hay demasiadas cosas prohibidas. La tradición está ahí, claro, pero no puede marcarlo todo. Hoy en día hay cantantes fantásticos, unos más fantásticos que otros, claro (risas). Pero me refiero sobre todo a que compararlos con el pasado no lleva a nada; hoy hay colegas que cantan cierto repertorio mejor que como otros lo hacían cincuenta años atrás; y pasa también lo contrario. Y es normal, esto es algo habitual en nuestra profesión, pero hay que verlo con naturalidad, no como una crisis o un gran cambio. Y hay que tener la mente abierta a toda esa riqueza. Y hay que experimentar, sin miedo a que nos juzguen. Todo pasa muy rápido y a veces el miedo al qué dirán pesa más que la confianza en nosotros mismos.

Lo cierto es que siempre ha habido tradiciones y normas preestablecidas. Mencionábamos ahora su repertorio y habrá quien vea una locura cantar al mismo tiempo Imogene y Tosca. Pero lo cierto es que Callas cantaba a la vez la Elvira de Puritani y la Isolda de Wagner. De modo que hay para todos los gustos en el baúl de la tradición: están la reglas y todas sus excepciones.

Eso es. Seguramente hay caminos más o menos normales, que muchos cantantes siguen en sus carreras, y me parece fantástico si les funciona. Pero no todos tenemos que recorrer los mismos pasos. De hecho, para ser uno mismo a veces hay que ir por un camino distinto. Yo tampoco había planificado con enorme antelación que estos debuts llegasen así. Lo cierto es que algunos teatros están cerrando muy tarde su planificación, como la Scala con Il pirata. El Don Carlos de París fue una propuesta que llegó apenas año y medio antes de las funciones. Quiero decir con esto que mi agenda no responde a un plan muy estudiado, con años de antelación, etc. Hay cosas que sí estaban ahí desde antes, pero en realidad yo estoy abierta a las propuestas que llegan, las estudio, las valoro y si encajan en agenda, ¿por qué no? La Tosca del Met fue también una sorpresa para mí. Peter Gelb me pidió cantarla, literalmente, porque no tenía más opciones que le cuadrasen en agenda. Tosca no obstante no es un papel tan difícil. De todos los debuts de este año diría de hecho que es el menos comprometido, el más manejable. Es un papel corto, natural, de una feminidad muy estereotipada, es fácil hacerse con él. En cambio Imogene o Medea, simplemente desde un punto de vista psicológico, al margen ya de la partitura, son papeles muy complejos. Con Medea por ejemplo trabajé a fondo durante dos o tres meses, para entrar muy a fondo en el rol. 

No va a poder cantar la Medea de este verano en Salzburgo, y no por su propia voluntad sino por la legislación austríaca en materia de riesgos laborales.

Sí, así es. Cuando concebí a mi bebé yo no conocía las leyes de Austria (risas). Es un sistema algo absurdo porque decide en nombre del artista. Yo no quería renunciar a ese proyecto, pero no tengo opción. Esa es la ley y se aplica: no es posible cantar esas funciones estando embarazada. Una lástima…

¿Qué papeles se plantea dejar atrás ahora mismo? Si es que hay alguno…

Esta de Baden-Baden seguramente sea mi última Desdemona. Tenía cinco proyectos más de Otello pero los cancelé. Creo que es un papel que ya no funciona más con todo lo que estoy cantando y lo que voy a cantar. También había pensado en retirar La traviata, pero es un papel tan emblemático… Me siento cómoda todavía cantándolo, así que seguramente lo mantendré un tiempo y quizá lo vuelva a hacer si surge una nueva producción interesante.

¿Qué tiene en su agenda para la próxima temporada?

Voy a intentar ahondar un poco en los papeles que he debutado este año: repetiré con Tosca, con Medea y también con la Imogene de Il pirata, precisamente en Madrid, en el Teatro Real.

¿La escucharemos en Madrid, entonces? 

Sí, sí. Las fechas del embarazo encajan con la agenda del Real. Mis planes son comenzar con dos conciertos en Moscú y en Hamburgo, antes de los ensayos para Il pirata en Madrid. Cada embarazo es distinto, claro, pero yo creo que funcionará. 

¿Ha pensado alguna vez en el repertorio alemán? ¿Se siente familiarizada con él?

Sí, vengo pensando en Wagner desde hace tiempo. Tengo dos o tres papeles que me gustaría mucho cantar, pero sobre todo la Elisabeth de Tannhäuser, una parte que adoro desde que la escuché en la voz de Nina Stemme en Ginebra, cuando yo era allí una estudiante. Seguramente lo haremos en los próximos años, no tardando mucho. Y quizá también Sieglinde, pero ya veremos… no está decidido. También continuaré con el barroco. Me gustaría recuperar Giulio Cesare y debutar con la Theodora de Haendel, una obra que adoro. Es muy difícil pero bellísima, quizá lo mejor de Haendel. La haré seguramente en una gira, en versión concierto, con Joyce DiDonato, y estamos viendo si habría quizá opción de escenificarla en algún festival.

¿Y no ha pensado en Strauss?

Me preguntaron si quiero hacer la Salome en el Met, hace cinco años y entonces dije que no. Pero ahora me lo empiezo a pensar. Entonces me pareció prematuro, por la orquestación. La propuesta de debutar Medea en Berlín llegó también por entonces y con ese papel no tuve dudas. En cambio con Salome… tengo claro que hace falta otra vocalidad, quizá de aquí a unos años me lo plantee.Siempre me han hablado también de la Mariscala para mí, pero no me urge cantarla, seguramente llegará, pero más tarde.

¿Cuáles son los próximos debuts, ya apuntados en su agenda?

Además de la Fedora de la Scala, también debutaré con Manon Lescaut de Puccini en la próxima temporada del Met. Haré tan solo cuatro funciones pero más tarde tengo previsto este título en muchos teatros. En un par de años debutaré la Leonora de Il trovatore en el Met, un papel que me han pedido en mas sitios. No terminó de entender la historia del libreto pero la música es maravillosa (risas). Volveré a hacer la Elisabetta de Don Carlo y me gustaría hacer cosas menos conocidas como Francesca da Rimini, con una música bellísima de Zandonai. También algunas obras hoy ignoradas como Siberia o Iris de Mascagni. La primera ya la hicimos con mi marido, hace un par de años. 

También tengo en agenda la Leonora de La forza del destino, un paso natural tras la otra Leonora de Trovatore. También me han pedido Abigaille en Nabucco u Odabella en Atilla, pero ya veremos… no me corre prisa. En el caso de Verdi, todos me dicen que tengo que hacer Aida, pero ella como personaje no me interesa. Está todo el tiempo llorando (risas). Quizá en algunos años cambie mi punto de vista.

Mencionaba antes lo cómoda que se ha sentido cantando Tosca. Quizá con Puccini en general tenga esa impresión. Recuerdo su imponente debut en el Met con la Mimì de La bohème, sin apenas tiempo para preparar el papel.

Con Puccini me siento muy cómoda, sí. Tan solo he hecho Mimí, Tosca y Musetta. Y el paso más importante era probar Tosca, que es un papel muy lírico y central, salvo algunos pasajes más spinto. Vendrá después, en unos años, Madama Butterfly, para una nueva producción en Londres. Este es un papel lírico, sí, pero que requiere un canto algo más dramático.

¿Cuándo volveremos a escucharla en España, más allá de ese Pirata del Real?

Voy a hacer también un concierto en el Teatro de la Zarzuela, me apetece mucho. Sabe, yo canté muchas tonadillas cuando era joven y me gustaban. Lo hice en Salamanca, Aranjuez, etc. Con uno de los asistentes de Christie… sería el verano de 2008. Yo era una niña (risas). Todos los días con tinto de verano (risas).

 

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