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El precio del poder

Parma. 17/10/19. Teatro Regio di Parma. Festival Verdi. Verdi: I due Foscari. Vladimir Stoyanov (Francesco Foscari). Stefan Pop (Jacopo Foscari). Maria Katzarava (Lucrezia Contarini). Giacomo Prestia (Jacopo Loredano). Francesco Marsiglia (Barbarigo). Erica Wenmeng Gu (Pisana). Vasyl Solodkyy (Fante). Gianni de Angelis (Servo). Coro del Teatro Regio di Parma. Filarmonica Arturo Toscanini. Leo Muscato, dirección de escena. Paolo Arrivabeni, dirección musical. 

Es curioso como a Donizetti no terminó de convencerle I due Foscari, cuando tanto bebe Verdi de él. Y de Bellini. No hay más que ver el personaje de Jacopo Foscari, uno de los más quejicosos del repertorio lírico, por cierto, que se pasa media ópera (o la ópera entera) llorando por la que le ha caído encima. Es imposible no dejarse llevar con él hasta el Devereux donizettiano y, más allá, hasta el Gualtiero belliniano. Realmente, quien lleva aquí el drama hacia delante es Lucrezia, mientras que el Dogo equilibra todo con escenas verdaderamente elegantes. Y es que Verdi, al mismo tiempo, sigue avanzando en su propio camino y nos regala detalles tan bellos como intensos. La cuerda grave como introducción al personaje del padre, que luego desarrolla en otros pasajes, es de una elegancia supina. Aquí podríamos retrotraernos hasta Haendel y su Agrippina, pero lo verdaderamente interesante es sentir a ese mismo Verdi, pero más maduro en todas sus acepciones, en Boccanegra o Don Carlo. Por supuesto, otro paso más en el eterno tema del amor y desamor paterno-filial del catálogo verdiano, que en esta edición XIX del Festival Verdi de Parma podemos seguir fácilmente gracias a Nabucco, estos Foscari que nos ocupan ahora, Luisa Miller y Aida, escrita además justo después del fallecimiento del padre - y del suegro, mecenas - del compositor.

En esta ópera "primeriza", sexto título del italiano tras Ernani, el músico se vale de la regla de la adición. Esto es, presenta a los tres personajes a través de sendas arias bipartitas (los amantes de la fórmula recitativo-cavatina-tempo di mezzo-cabaletta entramos con la primera hora de Foscari en efervescencia. Incluso las dos primeras intervenciones del coro podríamos arriesgarnos a catalogarlas como tal) y que al llegar al Doge deriva en los dúos y de ahí a un terceto. Nada que el bel canto no nos hubiese enseñado antes. Todo coronado con un concertante maravilloso al finalizar el segundo acto. Y desde ahí ya "cuesta abajo", con los personajes entonando su salida del drama. Todo ello es dibujado desde el foso por Paolo Arribaveni con un sonido denso, de enjundia, aunque falto de dramatismo y quizá algo moroso por momentos, seguramente en pro de los cantantes y con mesura de los recursos percusivos que Verdi introduce en ciertas escenas, como en la segunda aparición del coro o el terceto del primer acto, cosa que es de agradecer.

Sobre el escenario, la visión de Leo Muscato (a quien muchos en Italia aún no perdonan que su Carmen mate a Don José, denunciando el machismo de nuestra sociedad), donde lo menos es, precisamente, su dirección de actores, que deja por momentos bastante que desear, y presenta sus mejores bazas en la elegantísima escenografía de Andrea Belli; de una sobriedad tan serena como bella a través de una serie de cortinajes en primer término, un panel posterior que muestra a los diferentes dogos y un escenario inclinado circular sobre el que se desarrolla toda la acción. En su contra las pinceladas "historicistas" en el mobiliario escogido y el ruido escénico, acentuado por una dirección del coro y movimientos de conjunto errados. Acertadísimo el espejo de la escena final. Desacertadísimo el fantasma de Carmagnola. Suman, además, los figurines de Silvia Aymonino, desde los guardas austriacos hasta las ropas de Francesco Foscari, pasando por las verdianas figuras del Consejo.

Como protagonista, Vladimir Stoyanov recibió sonoras ovaciones en un personaje que mostró siempre sufriente, siempre en el drama, con intencionalidad y fraseo, con óptimos resultados en el registro medio y agudo. Un muy buen retrato del Doge. A su lado, su hijo Jacopo en la voz de Stefan Pop, que imprimió arrojo a un personaje de caracter melancólico, aunque los resultados no siempre acompañasen en ese abandono que el rol necesita. La esposa de este, Lucrezia Contarini, fue encarnada por Maria Katzarava, quien sacó adelante un personaje complicado (porque otra cosa no, pero esta época de Verdi para las damas es bastante complicada: Lady Macbeth, Abigaille, Lucrezia, Elvira, Giovanna...), saliendo del paso en la zona grave, con una emisión sfogata y yendo a más a medida que la función avanzaba, regalando bellos momentos, buscando el detalle, como una estupenda messa di voce ya en el cierre de Tu al cui sguardo onnipossente. Correcto, por su parte, el Loredano de Giacomo Prestia, más agresivo que sibilino, donde recae la peor parte de las decisiones de Muscato sobre los protagonistas. Acertados todos los comprimarios y en su sitio el coro, quizá también más "agresivo" de lo que cabría esperar.

Foto: Roberto Ricci.