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"Sufrí como un perro". András Schiff abandona a una orquesta a mitad de concierto por desencuentros con la formación

Tal y como recoge el noticiario canadiense Le Devoir, la Orchestre Symphonique de Montréal y el pianista y director de orquesta András Schiff sufrieron una de sus noches más encendidas y controvertidas de sendas carreras, cuando el desencuentro entre formación e intérprete se hizo tan insostenible que Schiff abandonó el auditorio al llegar el descanso del concierto que ofrecían.

En la primera parte de la noche, Schiff dirigió desde el piano obras de Haydn y Beethoven, aunque con una disposición de su instrumento no muy habitual, de lado en vez de frente a la orquesta y con la tapa levantada de tal modo que le era imposible ver a todo los atriles, tal y como recogen los testimonios. Al llegar el descanso y comenzar la segunda parte, con la Suite de Danzas de Bartók en el programa, Schiff simplemente no apareció y tuvo que ser el asistente de director de orquesta Thomas Le Duc-Moreau quien terminase liderando lo que restaba de concierto, aunque cambiando la obra de Bartók por música de Brahms.

Lo que en un principio fue calificado por un acuerdo mutuo desde el departamento de comunicación de la orquesta, pronto fue desmentido por el pianista, según recoge el mismo diario: "Es una mentira, una corrección política que me molesta". Al parecer, siempre en palabras de Schiff, el desencuentro entre formación y solista fue evidente desde el primer momento, cuando no se encontraron en la obra de Bartók. Además, al comenzar uno de los ensayos, algunos miembros de la orquesta empezaron a tocar Haydn, mientras que otros hacían lo propio con Beethoven, lo cual molestó aún más al pianista. Tal y como apunta Schiff: "hubo problemas más o menos rítmicos, especialmente en los vientos, donde cada sonido llegó demasiado tarde, pero también con las cuerdas, demasiado suaves, demasiado inciertas. Bartók es una música de consonantes. Empecé de nuevo: tres, cuatro, cinco, seis veces. Nada evolucionaba. Después de una hora, veo a un músico levantarse para salir. Le pregunto: "¿Cuál es el problema?" Y me responde: "¡Tú eres mi problema!".

Si bien admite haber sido duro con la orquesta, Schiff concluye: "Nunca había experimentado tanto odio e indiferencia en mi vida. Me duele, sufrí como un perro. No tengo un gran caparazón, vengo de la música de cámara donde siempre busco cooperación. Un concierto es dar, recibir y escuchar. Este estado de ausencia de escucha me supera".