Forsythe Zurich gregory batardon 1 

Apabullante

Zúrich (11/01/20) Ballett Zürich. Opernhaus. Homenaje a William Forsythe: The Second Detail. Approximate Sonata (2016). One flat thing, reproduced. Thom Willems (música). William Forsythe (coreografía).

Al final de One Flat Thing, reproduced (la tercera y última pieza de las tres coreografías que el ballet de Zúrich estrenaba en Suiza el pasado 11 de enero para celebrar el 70 aniversario del norteamericano William Forsythe) el público que llenaba la Opernhaus soltó una aclamación espontánea fruto de la tensión que esta obra de arte produce al verla en directo. Aunque entraré más adelante a detallar cada una, esta última (estrenada en Frankfurt en el 2000) es de tal intensidad, de tal belleza, exige tantísimo a los bailarines y es tan espectacular que simplemente es… apabullante.

William Forsythe es una referencia fundamental en el ballet contemporáneo. Aunque ha trabajado para varios ballets, destaca la dirección del Ballet de Frankfurt de 1983 a 2004 y al que sigue vinculado aunque ahora tenga sede también en la ciudad sajona de Dresde. Como decíamos, el pasado 30 de diciembre, el coreógrafo cumplió la simbólica edad de 70 años y el Ballet de la Ópera de Zúrich ha querido rendirle un merecido homenaje a través de tres de sus creaciones, muy diferentes, y que nos muestran la evolución de este maestro de la danza. a lo largo del decenio de los 90 del siglo pasado. Será diez representaciones (¡qué lejos quedan las que en nuestro país los grandes teatros de ópera ofrecen de la escasa programación de danza!) a lo largo de los meses de enero y febrero. También es fundamental remarcar que todas las obras se crean musicalmente junto al compositor holandés Thom Willems, un tándem fundamental en la danza contemporánea. Esta simbiosis hace que a veces no sepas que prevalece: la música minimalista, electrónica, repetitiva y a veces violenta de Willems o la plasticidad, la lucha contra el medio hostil (aunque también poético a veces) en que la música envuelve a los bailarines, la belleza del gesto, de la forma, del ineludible referente al clasicismo que Forsythe impone. Seguramente no es un enfrentamiento sino unas sinergias plenamente conscientes que producen diferentes resultados, siempre interesantes.

The Second Detail fue creado para el Ballet Nacional de Canadá y estrenada en febrero de 1991. El contraste entre la música de Willems y la coreografía de Forsythe es aquí más evidente que en el resto de las piezas. Mientras la música es casi fría y distante, los movimientos creados por el coreógrafo son de una belleza exquisita, con una impronta fundamental del ballet académico y en la que todo el cuerpo de baile forma distintos grupos siempre relacionados con lo más clásico. Como dice el programa de mano, tiene un marcado aire neoclásico, con una importancia fundamental de lo geométrico. Los bailarines demuestran un conocimiento de los pasos clásicos espectacular, sobre todo el cuerpo masculino, al que más se le exige. Para romper ese “clasicismo” aparece la figura de “la mujer”, una bailarina vestida de blanco entre el color gris perla del resto de sus compañeros (se destaca en el programa que el diseño de esta bailarina es del conocido modisto japonés Issey Miyake). Su danza, más ecléctica, no tan sujeta a las normas, corriendo entre el resto de los bailarines rompe, de alguna manera, su seriedad. Aunque Forsythe incorpora unos movimientos que alteran lo clásico al flexibilizar de una manera especialmente bella distintas posiciones de brazos y manos, en una danza casi paralela, más libre, con guiños a la música disco, al jazz o el minueto dieciochesco.. Una composición impresionante.

Forsythe Zurich gregory batardon 2

Approximate Sonata (2016), rompe completamente con la pieza que le precede. De un corte más intimista, casi lírico y romántico, se basa, en el trabajo de varias parejas que se van relevando en el escenario, donde casi siempre sólo aparece una de ellas. Estrenada en 1996 en Frankfurt fue revisada en 2016 para el Ballet de la Ópera de París (versión que es la que vemos en Zúrich). La música de Willems también se “amansa”, se hace aún más abstracta y difícil de aprehender, huidiza. En cambio el trabajo coreográfico se centra más en el contacto físico, en el apoyo entre los dos bailarines de cada escena que compone la obra, dando una sensación de diversas formas de relación, de distintas formas de comunicación. Aquí, siempre con ese fondo clásico que caracteriza a Forsythe (de hecho la intención del autor es una recreación de finales del siglo XX del pas de deux) los movimientos son más nuevos, distintos, innovadores. El trabajo de los bailarines vuelve a ser impecable, pero el resultado no acaba de transmitir, o por lo menos tengo esa sensación, las intenciones del coreógrafo quedándose corto a la hora de una mayor expresividad y empatía con el público.

Realmente no estaba preparado para la impactante One Flat Thing, reproduced. Contando con el soporte físico de cuatro filas de unas seis (no pude contarlas desde mi localidad) mesas rectangulares, los bailarines (trece en concreto) se lanzan desde un primer momento a un desenfrenado, espectacular y bellísimo trabajo, de una exigencia física y técnica extrema y donde la música de Willems, agresiva, violenta, se pega a la piel de los protagonistas dándoles el impulso necesario para esta hercúlea coreografía.  Las mesas son apoyo, refugio, lanzadera, en una lucha que parece enfrentar a todos contra todos pero que a la vez las une. En algún momento personalmente me recordó el comienzo coreográfico de West Side Story, con esa lucha entre las dos bandas rivales. Pero Forsythe va más allá dejando al espectador con la boca abierta y a los bailarines exhaustos pero felices como se pudo comprobar cuando recibieron la inmensa aclamación de un público entregado en esta premiere que también ovacionó con cariño al propio Forsythe que salió, casi tímido, a saludar al final de la representación.

Fotos: © Gregory Batardon / Opernhaus Zurich