Norma Baluarte 2 Zaldua 

Buenas intenciones

Pamplona. 07/02/2020. Auditorio Baluarte. Vincenzo Bellini: Norma. Francesca Sassu (Norma), Susana Cordón (Adalgisa), Sergio Escobar (Pollione), Simón Orfila (Oroveso), Itsaso Loinaz (Clotilde) y Julio Morales (Flavio). Coro de la AGAO (Iñigo Casalí) y Orquesta Sinfónica de Navarra (José Miguel Pérez-Sierra). Escena: Mario Pontiggia.

Pocos dudarán de la calidad de Norma, título referencial del bel canto y piedra angular del repertorio tradicional. Eso sí, también está claro que Norma es una ópera que exige voces de enorme calidad además de que el estilo belliniano exponga al reparto en exceso, especialmente a ellas, pues el compositor exige en sus largas frases una adecuada gestión del aliento, del fiato.

Si a ello añadimos que para el papel protagonista se exige una soprano dramática de agilidad, convendremos en que nos encontramos ante un papel de enorme dificultad.  Esta dificultad se expresa tanto en la partitura a interpretar como en la duración del rol. Mientras Adalgisa o Pollione tienen largos descansos que les permiten gestionar mejor su interpretación, la soprano que encarna a la sacerdotisa no tiene momento de tregua una vez se incorpora al escenario para cantar su Casta diva.

Por cierto, y aunque parezca de perogrullo, Norma es muchísimo más que Casta diva. Y en la función que nos ocupa quedó de manifiesto incluso en la reacción de un público que recogió con cierta frialdad la interpretación de este aria de la italiana Francesca Sassu, quien sustituía a la inicialmente prevista Lianna Haroutunian. No puede establecerse ninguna comparativa porque una de ellas no cantó pero Sassu estuvo bastante lejos de atender a las demandas del personaje: un aria de entrada con la voz aún sin expandir, de volumen insuficiente y con una gestión del fiato conflictiva. En los momentos de bravura pudo construir el personaje aunque sus agudos siempre resultaban comprometidos.

Quizás sorprendiera la presencia de Susana Cordón como Adalgisa aunque he de decir que fue, finalmente, la voz que más me convenció. Ha ganado consistencia en el registro central y grave y en los célebres dúos con Norma pudo dar a su personaje más presencia que la conseguida por la protagonista a pesar de sus agudos excesivamente “preparados”. El público le tributó la mayor ovación en los saludos finales.

Norma Baluarte 1 Zaldua

Sergio Escobar tiene voz, color y volumen para el Pollione, aunque tiene cierta disposición a las apoyaturas para acceder a la zona aguda. Por ello su Meco al altar di Venere resultó algo anodino, a pesar del intento de exhibir ciertas variaciones en las segundas estrofas. Sus mejores prestaciones llegaron en la segunda mitad de la obra. Por otro lado Simón Orfila volvió a hacer lo que acostumbra, pues pocos cantantes más seguros y solventes hay que este bajo balear. Podrá exigírsele color más oscuro o timbre más grato, pero tantas veces como escuche a este cantante sacaré la misma conclusión: plena garantía. Además hay que tener en cuenta que se incorporó de la Lucia di Lammermoor de Oviedo pocos días antes de esta función, ya comenzados los ensayos. Los pequeños papeles de esta ópera fueron bien resueltos por Julio Morales (Flavio) y, sobre todo, por Itsaso Loinaz (Clotilde).

El Coro de la AGAO estuvo bastante destemplado en su primera intervención interna, falto de empaste y algo descuadrado aunque luego mejoró sus prestaciones según avanzaba la obra. José Miguel Pérez Sierra nos enseñó una obertura un tanto desequilibrada; lo cierto es que desde mi localidad metales y, sobre todo, percusión se escuchaban notoriamente desiguales. Eso sí, el director llevó la obra con buen pulso y, por ejemplo, la escena final Deh! non volerli vittime se dibujó con acierto.

La puesta en escena de Mario Pontiggia es funcional y aunque exige varias bajadas de telón, no interrumpió el desarrollo de la obra, con un acto primero relativamente largo. El elemento central es el símbolo de un árbol en torno al que se recoge el muérdago y se transforma en imagen de la hoguera de la escena final. El vestuario de los soldados galos era cuando menos curioso, pareciendo más húsares húngaros que coetáneos de Asterix y Obelix. ¡Cosas de la imaginación!

Fotos: © Iñaki Zaldua