Rinaldo Oviedo 1 IvanMartinez 

 

Rinaldo alla ovetense

Oviedo. 6/10/2019. Teatro Campoamor. Friedrich Händel: Rinaldo. Paola Gardina (Goffredo), Lenneke Ruiten (Almirena / Sirena), Vivica Genaux (Rinaldo), Rupert Enticknap (Eustazio), Matthew Brook (Argante), Carmen Romeu (Armida / Sirena), César San Martín (Mago cristiano), María Martín (Sirena) Orquesta Oviedo Filarmonía. Kobie Van Rensburg, dirección de escena. Aarón Zapico, dirección musical.

Antes incluso de iniciarse la música, la imagen proyectada de un “Händel grafitero” que pintaba de azul la pantalla con un bote de spray ya auguraba un Rinaldo diferente. Y es que, a la caída del telón uno termina sorprendido, como poco, por lo programado esta ocasión en la Ópera de Oviedo.

Así pues, estos días están teniendo lugar sobre las tablas del coliseo carbayón unas representaciones tan alocadas como diferentes de la que es quizás la ópera más lograda de Händel: Rinaldo. Destacan en estas funciones dos figuras fundamentales que, desde sus respectivos puestos, han aportado su visión más personal. Por un lado, el asturiano Aarón Zapico, de cuyo trabajo “baroqueandroll” al frente de la Oviedo Filarmonía hablaremos más tarde, y el director de escena Kobie Van Rensburg, que ha firmado una escena realmente diferente a todas las que el aquí firmante haya podido ver con anterioridad. Asi pues, Rensburg opta por emplear la técnica del chroma key en directo, situando tres cámaras frente al escenario -enteramente revestido de azul- que capturan las diversas escenas de los personajes. Así, las imágenes captadas por las cámaras son procesadas en tiempo real y enviadas a una pantalla colocada en la parte superior, donde pueden verse todas y cada una de las escenas integradas en un fondo renderizado por ordenador que se presta a toda clase de fantasías y efectos especiales. 

Amén de la evidente dificultad que entraña esto para los protagonistas, que en todo momento deben controlar su posición exacta sobre el escenario para que el vídeo superior aparezca correctamente encuadrado, lo cierto es que la técnica resulta verdaderamente sorprendente. Es curioso, por otra parte, comprobar como el lenguaje operístico dista mucho del cinematográfico pues, mientas los protagonistas cantan un aria sobre el escenario, la imagen realizada en la parte superior mantiene por varios minutos el mismo plano, llegando a resultar monótona.

Así pues, el trabajo de Rensbug perfila una obra de tintes humorísticos, quijotescos podríamos decir, a la vista de la forma burlesca con que se tratan la mayoría de las supuestas situaciones heroicas o épicas recogidas en el libreto original. Una visión diferente y muy personal que se sostiene de forma continuada durante toda la representación y que, desgraciadamente, se apoya en una traducción totalmente irrespetuosa del texto original. Obra del poeta italiano Giacomo Rossi al que, sin duda, no le haría mucha gracia comprobar como algunas de sus líneas son tergiversadas o, directamente, reemplazadas por unos signos de exclamación que no denotan ni la más mínima consideración por su trabajo.

En lo musical, resulta interesante escuchar el trabajo de Aarón Zapico, quien da total rienda suelta a su creatividad aprovechando al máximo lo márgenes interpretativos concedidos por el propio Händel al escribir la partitura. Así pues, Zapico juega con los tiempos y las dinámicas casi a placer, regando además toda la obra con un continuo “muy florido” tal y como el mismo ha sostenido en una reciente entrevista al respecto. De ese continuo, de precisión impecable, cabe reprochar quizás un volumen excesivo, que, ligado a la proyección más bien reducida del elenco, dificultó en ocasiones la escucha clara del texto.

Rinaldo Oviedo 2 IvanMartinez

 

Sobre el escenario, se contó con la presencia de Vivica Genaux en el papel protagónico que, amén de una proyección un tanto reducida, abordó con una solvencia técnica impecable. Prueba de ello fue su interpretación de la conocida “Venti turbini” en la que ni si quiera el balancín a la que estaba encaramada logró desmerecer su talento para abordar los pasajes con más agilidades. Paola Gardina firmó, por su parte, un Goffredo de carácter escénico y acierto vocal, en línea de lo ofrecido por la propia Genaux. Destacó por su lirismo la interpretación de Lenneke Ruiten como Almirena, que brilló con una “Lascia ch'io pianga” que, para mi gusto, Zapico dirigió con excesiva laxitud en los tempi. En la versión interpretada en Oviedo se mantiene el rol de Eustazio (eliminado a partir de 1731), y se confía en Rupert Enticknap, quien defendió con honra su nada sencilla cuerda de contratenor. Cerrando el elenco resultó especialmente enriquecedora la presencia de Carmen Romeu como Armida, personaje al que entregó todo su carisma y energía para lograr con ello acaparar la atención total del público cada vez que salía a escena. Unos medios vocales ciertamente privilegiados, los de Romeu, y a los cuales la batuta de Zapico permitió dar rienda suelta. De su pareja en la obra, Argante, fue asimismo reseñable el trabajo del bajo barítino Matthew Brook, que supo hacerse un hueco en los aplausos de la noche brillando con luz propia durante su “Vieni o cara, a consolarmi”.

Un Rinaldo especial, por todo lo anterior, el ofrecido estos días por la Ópera de Oviedo. Una versión de la ópera llamada, creo yo, a despertar tantos odios como pasiones y que, sorprendentemente, no fue apenas protestada por el respetable del teatro, quien tampoco la recibió con excesivo entusiasmo. Ante la perplejidad despertada por la ópera, a uno sólo le viene a la mente la famosa escena del baile del instituto protagonizada por Michael J. Fox en “Regreso al futuro” y es que, tras interpretar Marty McFly una apoteósica versión de Johnny B. Goode que enmudece al público, el protagonista sólo acierta a decir: “-Supongo que aún no estáis preparador para esto… ¡Pero a vuestros hijos les encantará!”.