Hurrà!
Título infrecuente en los escenarios españoles, la temporada de ABAO proponía esta vez el estreno en Bilbao de La Fanciulla del West, una fascinante ópera de Puccini que no se representaba en nuestro país desde 2009, entonces en el Maestranza de Sevilla, en una producción de Giancarlo del Monaco y con la tristemente desaparecida Daniela Dessì como protagonista. En el Liceu hace tiempo que no se representa (desde 1984) y en el moderno Real ni siquiera se ha escenificado (en 1925 consta que se representó en Madrid, pero en el viejo Real). La última vez que se escuchó esta ópera en España fue de hecho en 2013 en La Coruña, entonces con la Sinfónica de Galicia, nada menos que bajo la batuta de Lorin Maazel, en una versión en concierto.
Estrenada en diciembre de 1910 en el Metropolitan de Nueva York, por encargo expreso de este teatro, esate título contó en su première con las voces de Emmy Destinn y Enrico Caruso, bajo la batuta de Arturo Toscanini. Poca broma. En los últimos años varios teatros centroeuropeos (Viena, Múnich) han apostado por revivir esta música fascinante, pero en España es aun una tarea pendiente. Sorprende aun más cuando a vuelapluma se antojan ideales al menos media docena de solistas en activo: Jorge de León, Gregory Kunde, Andeka Gorrotxategi, Ainhoa Arteta, Juan Jesús Rodríguez, Carlos Álvarez, Àngel Òdena... Es evidente que sería más que viable escuchar esta obra con esos mimbres.
Lo más atractivo de esta representación fue el atinadísimo trabajo de de Josep Caballé-Domenech en el foso, al frente de una esmerada Orquesta Sinfónica de Euskadi. Poniendo en valor la fascinante orquestación de Puccini y su colorista universo melódico, el maestro catalán regresaba a un título que ya había dirigido anteriormente en varias ocasiones, como en la Staatsoper de Hamburgo. El suyo fue un trabajo detallado, con igual fortuna en los pasajes líricos que las páginas de más tensión dramática. Su batuta, aunque dentro de una concepción más bien sinfónica de la obra, buscó siempre un buen balance entre foso y escena. Con tiempos contrastados, brindó una lectura ciertamente ejemplar de la partitura.
La producción de Hugo de Ana, estrenada en Nápoles en 2017, acude a un código cinematográfico más propio de los largometrajes de Sergio Leone. Algo alejada de la grandilocuencia y monumentalidad que ha marcado su estilo, esta Fanciulla es un trabajo resolutivo y que funcionó con eficacia en la amplia caja escénica del Euskalduna. No hay ideas geniales, no hay detalles soprendentes, pero la literalidad en el servicio al libreto está llevada a buen puerto con un pulso teatral adecuado y un manejo atinado de la masa coral de mineros.
Satisfactorio el debut de Oksana Dyka con el rol titular, a pesar de una voz un tanto agria y de emisión desabrida, con algún puntual problema de afinación. La voz es caudalosa y se impone en el Euskalduna. Se diría que la soprano ucraniana ha cogido el punto a un papel que es complicado llevar a buen puerto sin fallas reseñables. Su interpretación, no obstante, oscila más hacia el poderío gélido de Turandot que hacia el candor contrariado de Butterfly, encontrándose el caracter de Minnie justo en el punto medio entre ambos papeles. A su lado, y a pesar de un fraseo un tanto básico, es innegable que los medios de Marco Berti son los ideales para la parte de Dick Johnson, con un agudo siempre desenvuelto y una voz bien proyectada, de italianísimo squillo. Su actuación esta vez fue francamente afortunada. Completaba el trío protagonista la voz de Claudio Sgura, barítono italiano que posee tanto la voz como la presencia física idoneas para encarnar de manera convincente al sheriff Jack Rance.
Extraordinario el plantel de comprimarios, digno de quitarse el sombrero, nunca mejor dicho. Deberíamos estar orgullosos en España de contar con una generación tan solvente de solistas: Francisco Vas (Nick), Manel Esteve (Sonora), Manuel de Diego (Trin), Isaac Galán (Trin), Carlos Daza (Bello), Jorge Rodríguez-Norton (Harry), Gerardo López (Joe), José Manuel Díaz (Happy), Fernando Latorre (Larkens), Cristian Díaz (Billy Jackrabbit/José Castro), David Lagares (Jake Wallace) y Santiago Ibáñez (Postiglione). Todos ellos merecieron un cerrado aplauso y el caluroso reconocimiento del público por su buen hacer durante toda la representación. Mención especial también al excelente desempeño de Itxaro Mentxaka (Wowkle) y Paolo Battaglia (Ashby), sólidos y solventes en sus intervenciones.
ABAO ha acertado apostando por este título, reuniendo además a un equipo artístico a la altura de las exigencias. La representación fue dedicada a la memoria de la soprano Mirella Freni, fallecida recientemente y quien actuó en numerosas ocasiones en la temporada lírica bilbaína, entre 1961 y 1992. ¡Un hurra por la Fanciulla y un hurra por la Freni!
Fotos: © E. Moreno Esquibel
