Rheingold Nagano 21 EduardusLee 

Torniamo all’antico…Sarà un progresso?

Köln. 18/11/21. Kölner Philarmonie. R. Wagner: Das Rheingold. D. Welton (Wotan). D. Schmutzhard (Alberich). T. Mohr (Loge). T. Ebenstein (Mime). S. Irányi (Fricka). S. Wegener (Freia). A. Vegry (Wogline). I. Aldrian (Wellgunde). E. Vogel (Flosshilde). T. Faveyts (Fasolt). C. Seidl (Fafner). T. Akzeybek (Froh). J. Kammler (Donner). G. Romberger (Erda). Concerto Köln. K. Nagano, dirección musical. Versión de concierto.

Esta iniciativa de interpretar Das Rheingold bajo un criterio historicista se remonta al año 2018 dentro de un proyecto de investigación en colaboración con Kent Nagano y Concerto KölnSegún palabras del profesor Dr. Kai Hinrich Müller, director académico del proyecto, la idea surgió después de un Idomeneo de Mozart dirigido por Nagano con Concerto Köln en 2016. En la alegría post concierto, gracias a la feliz colaboración, cervezas en mano, se plantearon por qué no hacer un Ring. Y de esta manera tan prosaica nació la semilla de todo.

Kent Nagano fue nombrado Director Honorario de la formación para colaborar en proyectos de interpretación de la música del s. XIX bajo un nuevo prisma y en la temporada 2017/2018 se crearon los Wagner Readings, un proyecto de investigación plurianual que pretende recrear el Ring de Wagner bajo un criterio históricamente informado.Ssegún la web de la Fundación de Arte NRW, uno de los patrocinadores de la investigación, va "más allá de la reflexión teórica del proyecto", buscando centrarse en "la reconstrucción de la práctica instrumental, vocal, lingüística y escénica de la época de Wagner.”

¿En qué consiste este estudio, pues? Para empezar, si el resultado artístico y el proyecto funciona económicamente, el resultado de este Das Rheingold lo marcará todo, la idea es proyectar los siguientes títulos a vista: Die Walküre (2023), Siegfried (2025) y Götterdämmerung (2027).

¿Por qué un Ring?. Ha habido otras lecturas de directores que han abordado Wagner con criterios históricos: Thomas Hengelbrock con Tannhäuser, o Bruno Weill y Mark Minkowski con Der Fliegende Höllander, pero nunca se había intentado este tipo de lecturas historicistas con el Ring, y esta es sin duda una de las más valiosas aportaciones del proyecto. Por una razón pragmática las versiones se han proyectado en versión de concierto, aunque la idea es poderlas llevar a ópera escenificada en el futuro. ¿En qué consisten estos nuevos puntos de vista en la búsqueda histórico-musicológica de este proyecto?

En primer lugar con una afinación del diapasón a 435, en contraste con el actual 442 habitual. Se busca equilibrar la brillantez de las voces con la orquesta en la búsqueda de un sonido más homogéneo. La reducción del número de músicos de la orquesta, de 106 a 85, contribuye en el mismo sentido. También se ha incluído el uso de instrumentos de viento y madera reconstruidos, 4 oboes y 4 tubas wagnerianas, según fuentes documentadas existentes de cuando la Münchner Hofkapelle estrenó Parsifal en Bayreuth.

Asimismo, se ha buscado una entonación adecuada, para remarcar el texto en mayor y mejor medida, según la idea del propio Wagner de que en el texto está la verdad de la música. El Dr. Kai Hinrich Müller remarca la figura de la soprano alemana Wilhemine Schröder-Devrient, admirada incondicionalmente por el propio Wagner, una especie de Maria Callas de la época para el repertorio germánico, y remarca el uso del texto declamado en medio del cantado en ciertos puntos de la ópera para incidir en una mayor profundidad teatral del mismo.

En este sentido destaca el trabajo realizado con las cantantes que interpretan a las Rheintöchter, las tres Hijas del Rhin, donde se ha incidido sobremanera en este aspecto. Por ejemplo en el momento paradigmático donde Woglinde canta que para conseguir el oro del Rhin hay que renunciar al amor. También se ha trabajado en una gestualidad más remarcada, siguiendo los cánones de la época. Hoy en día esta práctica está desfasada y se vería como una sobreactuación facial y física, pero en la época era lo común.

Hasta aquí la teoría sobre la que está basada el proyecto, pero, ¿cuál fue el resultado? Habría que mencionar, en primer lugar, que por cuestiones de dificultades técnicas esta recreación musicológica históricamente informada se ha saltado la no menos importante realidad de que en el Ring fue concebido por el propio compositor para su interpretación exclusiva en el Bayreuther Festspiele y por tanto en el teatro de Bayreuth construido ex-profeso para su estreno.

Contra la voluntad del compositor Das Rheingold y Die Walküre se estrenaron fuera de Bayreuth por orden y decisión de Ludwig II, quien harto de los retrasos en la construcción del teatro en Bayreuth, y ansioso por escuchar y ver el Ring, obligó el estreno de estas dos primeras óperas. La cuestión no es baladí puesto que una de las grandes innovaciones que Wagner impuso en su nuevo teatro fue la del foso oculto, el famoso “abismo místico” que en el Bayreuther Festspiele hace que la acústica sea única en el mundo y una de sus características más alabadas.

En esta recreación del Das Rheingold con Concerto Köln y Kent Nagano esta característica acústica se ha obviado pues la interpretación ha sido en forma de concierto, con los cantantes al mismo nivel que el director musical y con la orquesta detrás, como en las óperas en versión de concierto habituales hoy en día. Una salvedad que hay que tener en cuenta.

Es cierto que la idea en el futuro sería hacer esta lectura en un teatro de ópera, ¿se interesarán el Festival de Bayreuth y Katharina Wagner, ausente el día de estreno pero informada de la iniciativa? La idea parece poco probable, pero cosas más extrañas han pasado.

Lo primero que llamó la atención fue la disposición de ciertas partes declamadas, sobretodo por las Rheintöchters. El criterio historicista del proyecto buscó cantantes jóvenes que pudieran impregnarse de la características del proyecto sin la habitual escuela wagneriana actual, para poder empaparse de este nuevo enfoque, con lo que la mayoría de cantantes del reparto debutaban en su papel. 

En el caso de las tres cantantes que interpretaron las Hijas del Rhin, cabe decir que el experimento funcionó a medias. La Woglinde de Ania Vegry mostró problemas de afinación, el uso del parlato en medio de frases cantadas podrá tener su efecto dramático, pero si este choca con la afinación y la colocación de la voz, entonces el efecto se pierde en gran medida por la evidente dificultad de la soprano de mostrar una emisión homogénea. No se trató tanto de que la voz no fuera la adecuada como de que el resultado fuera irregular. Tanto Ida Aldrian como Wellgunde como Eva Vogel en la parte Flosshilde interpretaron con solvencia, aunque en su última intervención al final de la ópera, y fuera de escena, el equilibrio volvió a ser irregular con problemas de emisión y de afinación en el empaste de las tres voces.

El Alberich de Daniel Schmutzhard, quien debutaba en el rol, mostró una adecuación estilística y una riqueza de articulación y fraseo óptimas. Es cierto que la voz, por tamaño, se escaparía del repertorio wagneriano, pero Schmutzhard se reivindicó como un gran intérprete, dando los colores y los melismas propios del enano ambicioso y libidinoso. La voz siempre sonó natural y sin forzar, sin oscurecer el timbre ni caer en una teatralidad arquetípica. Fue uno de los indudables aciertos del cast y uno de los triunfadores de la velada. 

Derek Welton (Melbourne, 1982), sí es un cantante de repertorio wagneriano. Debutó como Wotan del Das Rheingold esta temporada pasada en Berlín y tiene la experiencia de Bayreuth donde ha sido el último Klingsor de la Verde Colina. La voz es atractiva, mórbida, de considerable extensión y adecuado color. Tiene un registro agudo brillante y un centro y graves propios de un bajo-barítono wagneriano joven al que solo le falta profundizar en el texto de manera más expresiva para conseguir un efecto teatral más allá de unos medios vocales adecuados. Demostró su calidad con un fraseo claro, una articulación notable y una seguridad técnica pasmosa que lo pueden convertir en uno de los Wotan de referencia del futuro.

Fue una lástima la baja de última hora del tenor Julian Pregardien quien debió haber sido Loge. En sustitución last minute cantó Thomas Mohr y hay que alabar la limpieza estilística de su canto, lejos de la caricatura en la que otros suelen caer con este personaje paradigmático de la ópera. La nobleza del timbre y la curiosa humanidad de su enfoque lo hicieron destacar entre los dioses y también fue uno de los más aplaudidos por el público. En contrapartida sí sacó el habitual enfoque de histrión el Mime de Thomas Ebenstein. Con una emisión de notable firmeza y un color bien empastado además de una gestualidad más trabajada siguiendo el criterio del s.XIX que el estudio musicológico de esta lectura buscó.

Del resto del reparto masculino brilló el timbre claro y bien proyectado del tenor Tansel Akzeybek, formado en Bayreuth donde canta habitualmente desde 2015 y donde cantó como Froh en el Millenial Ring del 2016. Algo impersonal el Donner de Johannes Kammler así como el más bien gris Fafner de Christoph Seidl. El Fasolt de Tijl Faveyts fue correcto. Impecable la Fricka de Stefanie Irányi y algo descontrolada en la emisión la Freia de Sarah Wegener, con algún grito producto del criterio teatral impuesto que sonó más extraño que adecuado. Finalmente, la intervención de la Erda de Gerhild Romberger fue notable. Con un color terso y cálido, propios de la diosa terrenal. Declamó y cantó con proverbial nobleza, merced a un instrumento fresco y atractivo. 

Con todo lo que más destacó de esta ópera en concierto fue el sonido pulposo, articulado y rico de unos Concerto Köln inspirados y generosos. Por secciones las cuerdas estuvieron impolutas, expresivas e incisivas según la escena. Soberbios en las apariciones de los gigantes o la bajada al Nibelheim y su posterior subida al Walhalla. Flexible, expresiva, la cuerda dio siempre con los colores y la teatralidad necesarias y mostró una energía especial y catártica que transmitió a un público que ovacionó a toda la formación con justicia.

La sección de vientos, madera y metal, mostró la riqueza y variedad de la partitura, con mención a unos oboes magníficos. Es cierto que en el inicio de la ópera, el revelador y frágil nacimiento del Rhin, las trompas mostraron irregularidades y notas desafinadas que hicieron temer lo peor, ya que se rozó el desastre, pero las prestaciones mejoraron y acabaron con una entrada al Walhalla de gran solemnidad y brillantez.  Impecable también la sección de percusión para un trabajo conjunto donde destacó la calidad de todas las secciones. La frescura de un sonido wagneriano renovado por una orquesta de repertorio antiguo de calidad incuestionable fue el mayor regalo de esta versión en concierto de este Das Rheingold.

El trabajo de Ken Nagano fue algo más irregular. Los tempi, sobre todo en la primera escena del Rhin, bordearon lo precipitado. No remarcó los leitmotiven (¿de manera consciente?) por lo que se perdió parte de la profundidad musical de los mismos. Sí marcó en cambio silencios dramáticos de notable peso teatral como en la última intervención de Alberich y su maldición al anillo. Con todo lo mejor de Nagano fue su química con la orquesta, su entendimiento del lirismo musical, y los contrastes de una partitura que leyó con analítico y proverbial resultado por una orquesta en estado de gracia.

La música de Wagner triunfó por encima de los criterios musicológicos buscados, más allá de todo este experimento, fascinante a la par que innovador. Das Rheingold se reivindicó, por si había alguna duda, como una ópera magnífica. Una obra maestra donde la fusión del teatro, la música y el drama no ha perdido un ápice de su atractivo desde su estreno hace ya más de siglo y medio de historia.

Foto: © Eduardus Lee