080 Pan y Toros Miguel Lorenzo Les Arts 1© Miguel Lorenzo.

La belleza de las cosas

València. 08/11/23. Les Arts. Barbieri: Pan y toros. Carol García (La princesa de Luzán). Borja Quiza (Capitán Peñaranda). Ruth Iniesta (Doña Pepita). Enrique Viana (Abate Ciruela). José Julián Frontal (Goya). Milagros Martín (La Tirana). Pedro Mari Sánchez (Quiñones). Carlos Daza (Pepe-Hillo). Pablo Gálvez (Romero). Tomeu Bibiloni (Costillares), entre otros. Cor de la Generalitat Valenciana. Orquestra de la Comunitat Valenciana. Guillermo García Calvo, dirección musical. Juan Echanove, direccióne escénica.

Desde la Puerta de Ishar a la Cascada de Nachi, de la Fantasía de Schubert a la Segunda de Mahler... es lógico que, como me comentaba hace poco la soprano Berna Perles, en ocasiones nos sobrepase la belleza de las cosas. Algunas de ellas han buscado desde su esencia que se nos sobrecoja el alma. Stendhalazo a Stendhalazo más allá de la Basílica de la Santa Cruz. Y que todas ellas, de alguna manera, nos terminen conectando con el resto. Especialmente las que son, aparentemente, las más mundanas. Las que nos hablan de tú a tú, de nuestros "quereseres" del día a día, transportándonos al mayor de los paroxismos. ¿O acaso no acabo de unir, en un mismo párrafo, uno de los mayores videos virales de Youtube con el panteón de Dante, Galileo, Miguel Ángel, Rossini y Maquiavelo? 

En ese vínculo, esa conexión, ese pellizcar el ánima y el entresijo, sin duda uno de los paradigmas que hemos alcanzado como sociedad española es la zarzuela. Hablarnos de lo nuestro mientras se nos eleva. A través de la sublimación de la belleza, de la reflexión histórica o dramática, o de la sonrisa del reflejo, la carcajada de la acertada caricatura. Verdaderamente, ¿qué más se le puede pedir a un género teatral o musical? Como uno de sus mayores adalides, Francisco Asenjo Barbieri, quien nos sigue interpelando 200 años exactos tras su nacimiento. ¿Cómo si no, iba a sorprenderme a mí mismo con lágrimas exaltadas al escuchar unas seguidillas manchegas? - Estupendo el Coro de la Generalitat Valenciana -. Pan y toros lo tiene todo (como su Barberillo de Lavapiés, Los diamantes de la corona, El diablo en el poder, Jugar con fuego o Galanteos en Venecia, que yo haya podido escuchar). Con libreto de José Picón, estuvo vetada por Isabel II durante un tiempo y en ella se dan cita personajes reales con un trasunto histórico dramatizado: Goya, Jovellanos, la Duquesa de Alba, los toreros Romero, Costillares y Pepe-Hillo; Godoy y Carlos IV como las cabezas de bando... princesas, corregidores, militares, la Iglesia, la plebe... el retrato de la España finisecular del XVIII es absoluto. De hecho, durante la obra se entrelazan retahilas de lo que es o ha de ser esta España de ida y vuelta. Qué es España yo no lo sé... la mía empieza, a buen seguro, por su zarzuela. Este Pan y toros es buen ejemplo de ello.

Sobre la producción ideada por Juan Echanove para su debut en la dirección escénica de la lírica, bastante efectiva y que vio la luz hace un año, en el Teatro de la Zarzuela, no me extenderé aquí, invitándoles a leer mis primeras reflexiones sobre ella, que escribí entonces: La cabeza de Goya. Sí quisiera insistir en el reconocimiento que deberían recibir nombres como los que ya apunté: Ana María Iriarte, Mary Carmen Ramírez, Isabel Penagos... El Teatro de la Zarzuela, de igual modo que tantos teatros austriacos y alemanes, debería tener su propio título de Kammersänger para brindar homenaje a quienes tanto han hecho por el género. Empezando por aquellas, continuando por figuras como las de la mezzosoprano Milagros Martín como La Tirana en este Pan y toros, todo un dechado de cómo se ha de decir sobre el escenario. Así lo acaba de hacer también en Luisa Fernanda... y como la del tenor Enrique Viana, quien destila sabiduría y arte en cada una de sus intervenciones, siempre entregado a nuestras músicas con especial cariño y dedicación.

Intervinieron de nuevo, felizmente, artistas como Pedro Mari Sánchez en el papel de Corregidor, un acertado Borja Quiza como Peñaranda o el resuelto Pepe-Hillo de Carlos Daza. A ellos se sumaron en esta ocasión valenciana, nombres como los de Amparo Navarro como la Duquesa de Alba o José Julián Frontal en ese Goya que siempre fue testigo de primera mano en la parte de la historia que le tocó vivir. El reparto coral estuvo, pues, siempre bien sustentado y enriquecido, haciendo del todo un valor seguro. Repitió también la mezzo catalana Carol García en el rol de la Princesa de Luzán, donde brilló no sólo en su romanza De este santo escapulario, sino muy especialmente al compartir escenario con la soprano zaragozana Ruth Iniesta, quien es ya una de las artistas más queridas en esta última etapa de Les Arts. El papel de Doña Pepita se hace corto en sus formas y en su arte. Su canto, inmaculado y canónico en agudos y fioriture, supone un dechado de expresividad para una cantante que siempre busca el qué y el cómo decir, en uno de los pocos roles donde ha podido, además, desarrollar un lado más "oscuro" como mala de la película. El dúo entre ellas, Quien cogida es in fraganti, fue una auténtica maravilla. El empaste de sus voces fue magnífico por temperamentos y color de los timbres, amén de plegarse a ese sabor belcantista perseguido por Barbieri, con todas sus subidas, bajadas y juegos cánoros. Las lágrimas volvieron a asomar, ¡qué remedio!

Dando forma a todo ello, desde el foso y al frente de la Orquestra de la Comunitat Valenciana, Guillermo García Calvo regresaba al título tras las funciones en Madrid, con una versión aún más pulida en coordenadas estéticas, si cabe. Su mirada parece desprenderse de folklorismos y acentos más triviales, dibujando una lectura de pura belleza y armonía sonora. Con profundidad. Con serenidad. El marco perfecto para un stendhalazo tras otro. Qué gozada es poder disfrutar de la belleza de las cosas en toda su plenitud, ¿no les parece?