Jean Sibelius: Canciones para celebrar su 150 aniversario
Si pensamos en Jean Sibelius pensamos en naturaleza y paisajes inacabables. En sus sinfonías o en el concierto para violín. En temas inolvidables. En el Kalevala y en Finlandia. Y en canciones, sången. Un centenar de canciones que aguardan pacientemente, medio ocultas entre las grandes formas, que encontremos el momento de escucharlas. Este momento puede llegar en estas fechas en las que conmemoramos el 150 aniversario del nacimiento del compositor el 8 de diciembre de 1865; ¿para qué celebramos estos aniversarios redondos si no es para conocer mejor a los homenajeados?
La primera obra publicada de Sibelius fue una canción, Serenad. Desde ese año 1888 y durante unos treinta más, es decir, aproximadamente hasta el final de la Primera Guerra Mundial, la declaración de independencia de Finlandia y la guerra que siguió, escribió casi todas sus canciones. Después de 1920 sólo compuso una canción más, Narciss, en 1925; un año después componía su última gran obra, Tapiola, y a partir de entonces se centró en proyectos que no llegaron a concretarse o en arreglos. El último corresponde también a una canción, Kom nu hit, död, op. 60/2, orquestada unos meses antes de morir en 1957. En total hablamos de ciento nueve canciones, recogidas la mayor parte de ellas en catorce opus1 que no suelen tener otro nombre más allá de un genérico "Ocho canciones" o "Siete canciones" por lo que no nos queda más remedio que citarlos por su número (cuyo orden no necesariamente sigue el de composición de las obras).
¿Se puede hacer un retrato robot de ese centenar de canciones en unas pocas líneas? Se puede intentar, al menos. Sibelius sólo compuso un ciclo, las seis canciones del opus 88, que se conoce como Las flores porque ese es el tema de todos los poemas (los tres primeros de Frans Michael Franzén y los tres últimos de Johan Ludvid Runeberg). Algunos otros opus, aunque Sibelius no los considerase ciclos, sí presentan algún tipo de unidad. Es el caso, por ejemplo, de las tres recopilaciones cuyos poemas son todos del mismo autor: los opus 13 y 90, a partir de poemas de Runeberg, y el opus 57, con poemas de Ernst Josephson. También están unificados, en este caso por la lengua, los seis lieder del opus 50, todos ellos compuestos a partir de poemas alemanes. Otros opus, en cambio, recogen canciones escritas en épocas muy diferentes, como el op. 17, que incluye siete canciones compuestas entre 1892 y 1904, o el op. 1, un grupo de canciones navideñas escritas entre 1897 y 1913. La gran mayoría de las canciones están escritas originalmente para voz y piano; algunas de ellas fueron arregladas por el mismo Sibelius o por otros compositores para voz y orquesta y otras están extraídas de su música incidental, como las dos canciones del opus 60, originalmente en Noche de reyes.
Hemos mencionado un par de veces a Johan Ludvid Runeberg (1804-1877), considerado por los finlandeses su poeta más importante. Cuando murió, Sibelius todavía era un niño llamado Janne pero parece que ya era un lector empedernido y leía a Runeberg, que acabó convirtiéndose en su poeta más frecuentado: con sus poemas escribió aproximadamente la cuarta parte de sus canciones. Otros tres poetas importantes en la obra de Sibelius son el también mencionado Ernst Josephson (1851-1906), más conocido como pintor; Viktor Rydberg (1828-1895), la figura principal de la poesía sueca o Karl August Tavastsjerna (1860-1898). Todos ellos escribieron en sueco; de hecho, las únicas excepciones a esta lengua son cinco canciones en finés, nueve en alemán, una en inglés y una en francés.
Puede parecer extraña esta presencia casi exclusiva del sueco en las canciones mientras que en las obras corales predomina el finés pero está distribución responde a la realidad lingüística de Finlandia. Desde principios del siglo XII y durante setecientos años, Finlandia formó parte del reino de Suecia; el finés siguió siendo la lengua mayoritaria pero a principios del siglo XIX aproximadamente la sexta parte de la población hablaba sueco. Esa minoría se correspondía con la burguesía, la clase social más influyente y mejor situada, la más culta, mientras que el finés era la lengua del pueblo. En 1815, Finlandia pasó a depender de Rusia; ese cambio indujo (o coincidió al menos con él) el movimiento nacionalista y ambas comunidades, la de habla finesa y la de habla sueca, se unieron a favor de la independencia, cada una en su lengua. La finesa era la lengua de la tradición, que resurgió con fuerza y cristalizó en 1835 con la publicación de Kalevala, la colección de cantos tradicionales recopilada por Elias Lönnrot; la sueca era la lengua de los poetas y, por tanto, de las canciones. La familia de Sibelius, además, pertenecía a esa minoría que hablaba sueco y el pequeño aprendió finés en el colegio; de alguna manera, cuando componía sus canciones a partir de poemas en sueco estaba hablando en primera persona mientras que cuando componía sus obras corales estaba hablando junto con el pueblo. En cualquier caso, la lengua no fue ningún problema para que las canciones de Sibelius fueran tan conocidas en su país como el resto de sus obras.
Sus musas, dedicatarias y embajadoras fueron tres sopranos. La primera de ellas fue Aino Akté, co-fundadora de lo que con el tiempo sería la Ópera Nacional de Finlandia, que acompañada por Oskar Merikanto cantó muchas de sus canciones (aunque su obra fue el poema sinfónico Luonnotar, op. 70). La segunda, Ida Ekman, dedicó la mayor parte de su carrera a la canción, acompañada casi siempre por su marido, Karl Ekmann; en su concierto de despedida estrenó las últimas canciones de Sibelius, el opus 90. Ida Ekmann, además, cantó ante Johannes Brahms algunas canciones de Sibelius, dejándolo impresionado por esa música (y Brahms no se impresionaba fácilmente), y fue también la primera en grabarlas. Akté y Ekman tenían prácticamente la misma edad, eran unos diez años más jóvenes que Sibelius. Aulikki Rautavaara era más joven y comenzó a cantar cuando el compositor ya había dejado de escribir canciones; su principal contribución fue la manera de cantarlas, inclinándose por un estilo más contenido que el de su predecesoras; Sibelius le dedicó a finales de los años cuarenta la reescritura de Hymn to Thaïs, su única canción en inglés, compuesta en 1910. Finalmente, hay que añadir a esta lista a Marian Anderson. La contralto norteamericana y el compositor se conocieron en 1933, durante la gira europea de la cantante, acompañada por el pianista finlandés Kosti Vehanen. De aquel encuentro quedaron una amistad, las interpretaciones de Anderson (de algunas de ellas conservamos la grabación) y la dedicatoria en 1939 de Solitude, el arreglo para voz y piano de uno de los números de Belsazars gästabud, op 51.
Es muy difícil escuchar canciones de Sibelius en un recital, no hay tantos cantantes que puedan cantar en sueco. Las grabaciones tampoco son numerosas aunque sí hay una integral, incluída en la Sibelius Edition de BIS, que parte de las grabaciones ya existentes de Anne Sophie von Otter y Bengt Forsberg y Monica Groop y Love Derwinger. Esta edición contiene canciones que no recogía la colección anterior, de DECCA, con grabaciones de Tom Krause e Irwin Gage y Elisabeth Söderström y Vladimir Ashkenazy. Además podemos mencionar, entre otras, las grabaciones de Karita Mattila e Ilmo Ranta, Birgit Nilsson y János Sólyom y las grabaciones con orquesta de Kirsten Flagstad, Jussi Björling o Soile Isokoski. Para saber más sobre las canciones y sobre Sibelius en general, además de la información que acompaña los discos tenemos dos referencias on line muy completas: Jean Sibelius - The website y el blog Jean Sibelius en español de David Revilla Velasco.
¿Por dónde empezar a escuchar estas canciones? Seguramente lo más fácil sea empezar por las canciones más conocidas y más grabadas, las compuestas entre 1899 y 1904. En aquellos años Sibelius tenía serios problemas con el alcohol, agravados por la muerte con apenas un año de Kirsti, la menor de sus hijas, a principios de 1900; las tentaciones de Helsinki eran demasiado peligrosas para él y en 1904 la familia se trasladó a Ainola, la casa que construyeron a 40 km de la capital. En esa época, Sibelius compuso obras tan célebres el poema sinfónico Finlandia, las dos primeras sinfonías y el concierto para violín y orquesta; las Seis canciones, op 36, Cinco canciones, op. 37 y Cinco canciones, op. 38 comparten su carácter tardoromántico. Si les apetece, pueden escuchar a continuación una selección de estos opus (los títulos enlazan con traducciones a lenguas más próximas que el sueco) con piano arrebatado, grandes orquestaciones (del propio Sibelius en los tres ejemplos) y preciosas melodías, diez piezas en diez voces diferentes:
- Svarta rosor, op. 36/1 ( Ernst Josephson) - Birgit Nilsson, János Sólyom
- Säv, säv susa, op. 36/4 ( Gustaf Fröding) - Jussi Björling, pianista desconocido
- Marssnön, op. 36/5 (Julius Wecksell) - Tom Krause, Irwin Gage
- Demanten på Marssnön, op. 36/6 (Julius Wecksell) - Aulikki Rautavaara, orquesta desconocida
- Den första kyssen, op. 37/1 (Johan Ludvig Runeberg) - Camilla Nylund, Marita Viitasalo
- Var det en dröm, op. 37/4 (Julius Wecksell) - Karita Mattila, Ilmo Ranta
- Flickan kom ifrån sin älsklings möte, op. 37/5 (Johan Ludvig Runeberg) - Anne Sophie von Otter, Bengt Forsberg
- Höstkväll, op. 38/1 (Viktor Rydberg) - Soile Isokoski, Orquesta Filarmónica de Helsinki (dir. Leif Segerstam)
- På verandan vid havet, op. 38/2 (Viktor Rydberg) - Kirsten Flagstad, orquesta desconocida
- I natten, op. 38/3 (Viktor Rydberg) - Dominik Worner, Simon Bucher