El valor del arte
Artículo del Sindicato de Artistas Líricos de España publicado en nuestra edición impresa de julio-octubre 2024
Carta a la ciudadanía:
Aprovechando la tendencia de escribir cartas con el objeto de crear conciencia social, el tema merece que nos dirijamos especialmente a los ciudadanos D. Pedro Sánchez, D. Ernest Urtasun, Dª Yolanda Díaz y Dª María Jesús Montero. El propósito de esta carta es ilustrar qué supone ser un artista en nuestro país, tema desconocido para la mayor parte de los ciudadanos.
Hay quienes piensan que un artista es una persona con un don que entretiene a los demás, bien sea a través de sus dotes musicales, físicas o plásticas. Pero detrás de esas habilidades hay toda una vida de esfuerzo, disciplina, formación y dedicación 24/7. Un músico en España debe superar 14 años de estudios musicales con el plan de estudios actual (peor que los planes anteriores) y, en el caso de un cantante, la incorporación al mercado laboral es mucho más tardía dado el cambio hormonal necesario para el desarrollo del instrumento vocal.
La Ley de EE.AA.SS ha facilitado la visibilidad de disciplinas como el circo y aporta contenidos positivos pero insuficientes para nuestro sector, ya que continuamos sin el reconocimiento universitario necesario a la altura de Europa. Pero ¿qué le espera a un artista tras su formación académica en el mercado laboral actual de la lírica? Precariedad, picaresca empresarial, intrusismo laboral y poco apoyo institucional. Estos cuatro conceptos resumen la situación de más del 80% de artistas que no trabajan en las "grandes ligas", sino en el llamado "mundo bolo" en condiciones inaceptables debido a la ausencia de un convenio laboral.
El valor del arte no es sino el valor del tiempo de un artista, del trabajo artístico. Ponerle un precio al tiempo de formación de un artista hasta poder subirse a un un escenario con la excelencia que se nos exige, valorar la exigencia física y mental continua; esta es, sin duda, la gran asignatura pendiente de nuestro país. Algunos colectivos minoritarios como los riders y las kellys han logrado derechos contra el abuso empresarial. Ahora es el momento de los artistas.
El Estatuto del Artista de 2018, un informe lleno de buenas intenciones y de propuestas claves para el sector, y su puesta en marcha en estos tres últimos años es algo que aplaudimos y en lo que ALE se ha dejado la piel con propuestas para mejorar las condiciones de los artistas de nuestro país. Pero consideramos que marcha muy lento y que, sobre todo, no da respuesta al problema de base: el respeto al trabajo del artista lírico. Esto solo se puede articular desde la creación de un convenio propio nacional.
El sindicato ALE encabezó en 2023 un manifiesto contra la censura en la cultura y el arte y apostó por un gobierno que había iniciado por primera vez en la historia la interlocución con el sector a través de los primeros pasos el Estatuto del Artista. Aún así, seguimos sin ver cambios reales que mejoren la vida de los artistas, cosas tan obvias como saber qué es lo que vamos a cobrar por una producción, por cada día de ensayo, por las dietas en gira, o como tener un protocolo anti acoso.
Ciudadanos Sánchez, Urtasun, Díaz y Montero: les pedimos que escuchen a la parte social, no solo a la patronal. Permitan que les abramos los ojos con una realidad que es más cruda que lo que los brillos, las grandes escenografías y los telones rojos sugieren, y sobre todo: piensen que hay cultura más allá del cine.
Muchas y muchos artistas en nuestro país trabajan “en negro”, otras cobrando en concepto de “dietas de voluntariado”, y en honrosas ocasiones con contrato exclusivamente por la función (sin cobrar ensayos, por no hablar de derechos de propiedad intelectual), o bien se les obliga a facturar o a recurrir a cooperativas de facturación y pagar comisión por trabajar. No olvidemos los favores que algunos programadores conceden a asociaciones amateur (sus futuros votantes) dejando que usurpen el mercado laboral a los profesionales de la Cultura y el Arte.
En la Lírica hay miedo porque somos vulnerables debido a la fragilidad de nuestro cuerpo y de nuestra salud mental y física. Los empresarios lo saben y se aprovechan de ello. Así está el patio, señores ciudadanos Sánchez, Urtasun, Díaz y Montero, ¿van ustedes a ayudarnos a "limpiar el patio"?
Creemos un convenio laboral que permita el desarrollo de la expresión artística en condiciones de dignidad salarial y que ayude a poner en valor el trabajo de los artistas, el eslabón más débil del sector cultural, con protección ante el acoso laboral y acabemos con la frase lapidaria "es lo que hay".
Pero, ¿qué ocurre con los artistas dependientes del Estado, los que forman parte del INAEM, el Instituto nacional responsable de la mayor parte de programaciones y subvenciones culturales de nuestro país? Lejos de ser ejemplar y a pesar de contar con un Convenio de la AGE, desde hace 25 años los artistas y trabajadores del INAEM somos los apestados de la AGE, sin asignación de complementos, con agravios retributivos en categorías laborales equivalentes, procesos selectivos absurdos con teoría para cantantes (barrera al talento), bailarines sin sede ni clasificación profesional, sueldos mileuristas , contratos temporales, y apenas programación ni giras. Por no hablar del sinfín de chapuzas administrativas, contratos en fraude de ley e incumplimiento de acuerdos que obligan a los trabajadores del INAEM a tener que denunciar a su propio empleador: el Estado.
SUMAR y PSOE prometieron en sus programas electorales la Reforma del INAEM y una de dos: o todavía no se han enterado de que esa reforma no es posible sin contar con la parte social, los trabajadores y artistas, e invirtiendo dinero y personal, o lo sabían desde el principio y nos han engañado. Esperemos encontrarnos en el primer supuesto.
El INAEM y los artistas agonizamos debido al castigo histórico de Hacienda y Función Pública, pero mientras los telones se sigan levantando todo permanece igual a costa de la dignidad de los artistas “de la casa” y los artistas intermitentes. Ilustres ciudadanos políticos: ¿qué modelo de Cultura queremos para nuestro país? Tomemos ejemplo de Europa y cuidemos a nuestros artistas desde el marco normativo de un Convenio propio.