Celso Albelo 8 Joan TOMÀS Fidelio Artist

CELSO ALBELO: "LA MÚSICA ME SALVÓ LA VIDA"

Entrevista publicada en el último número impreso de Platea Magazine.
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Celso Albelo se ha convertido, por derecho propio y a través de una fructífera e inteligente carrera, en uno de los nombres de referencia en la lírica actual, especialmente en el bel canto. Nos encontramos con el tenor tinerfeño semanas antes de que siga ampliando su repertorio con Rodolfo de La bohème. De sus ideas, de sus conceptos, de su visión cercana y profesional de la ópera y por supuesto de mucha música, hablamos con él.

 

Teniéndole a usted delante, querría empezar por una pregunta muy básica, pero muy importante: ¿Qué es para usted el bel canto?

Antes de comentar aspectos técnicos, hay algo en el arte que no se puede explicar. En el flamenco lo llaman “duende”, entre los más modernos dicen “feeling”. Son cosas que o se tienen, o no se tienen... y si no se tienen, al menos hay que estar predispuesto a ellas, para que con el paso del tiempo te vayan llegando. Yo por ejemplo, cuando canto con la guitarra, me doy cuenta que canto el bel canto de la misma forma que voy cantando las palabras de un bolero. El bel canto no es cantar un sentimiento, sino explicarlo. La palabra está ahí para hacer sentir al público y tú has de convencerles de lo que están sintiendo a través del canto.

Por ejemplo, los acentos musicales no son sólo acentos musicales en sí mismos, sino acentos que exprimen un sentimiento. Cuando ves un acento en una partitura, puedes hacerlo tal cual, de forma musical, pero yo siempre me pregunto: ¿por qué el compositor quiso ponerlo ahí? ¿Por qué quiere abrir o cerrar esta frase?

¿Hay demasiados prejuicios sobre cómo se ha de cantar bel canto? ¿Como si Rossini, Bellini o Donizetti se cantasen igual?

Por ejemplo, el tenor de La sonnambula, no es igual que Arturo de I Puritani, y son del mismo compositor. Creo que la gente que escucha se está deshumanizando un poco. Todo lo que sea acercarse de una manera natural a los sentimientos, asusta. La gente, por ejemplo, siempre parece esperar en el bel canto los “gorgoritos” y no te puedes permitir una manera de expresar los sentimientos - amor, odio... - de forma sublime, porque asusta. Hay personas que piensan que un hombre en la ópera no puede amar de esa manera porque es un hombre... ¿perdone? O que una mujer no puede enfadarse de tal manera en la ópera porque es una mujer... ¿perdone? Son maneras puras de expresar sentimientos, no snobs, que parece es a lo que nos estamos acostumbrando como oyentes... y eso choca.

¿Y esa forma snob sí funciona en otras “coordenadas musicales”?

Por supuesto. Si uno se va al Barroco, claro que funciona. Y eso que el bel canto romántico proviene del Barroco, pero en este siempre hay como un halo de misterio, un halo de mayor pureza y mayor snobismo. No sé en qué momento el bel canto se empezó a tener por “aburrido”, pero el Barroco, no. Si me lo explican, podré entenderlo, porque por mí mismo no doy crédito a cómo puede ser que durante años a el bel canto se le haya tenido y aún hoy mucha gente lo tenga por “aburrido” y el Barroco sin embargo, no. ¡Y eso que acabo de venir de trabajar con uno de los grandes maestros barrocos italianos!

Cierto, acaba de grabar Enea in Caonia.

Es una ópera de Adolph Hasse. Alemán de nacimiento, pero que desarrolló su música en Italia. Tiene, de hecho, una escritura muy italiana. Se ha creado una orquesta barroca para este proyecto y se ha grabado en Roma, con el patrocinio del ayuntamiento.

¿Usted ha cantado Barroco anteriormente? ¿Qué tal esta experiencia?

Ha sido mi primera vez. Mire, la música es tan pura... coges la partitura y parece sencillo... pero es muy complicado. Se habla igualmente de amor como se hace en el Romanticismo, pero de una manera más enrevesada. El Barroco es el jazz de la música clásica. Menos los recitativos, puedes hacer un poco siempre lo que quieras... eso sí, sientiendo, siempre, primero.

Stefano Montanari, el primer violinista, fue quien me convenció para meterme en este proyecto. Un hombre que habla de cosas simples, con mucha luz... y me gustó. A mí el resultado me gusta. Saldrá a lo largo de 2020 en el sello Naxos y sobre la mesa ya hay proyectos para llevarlo a la Santa Cecilia y a Ámsterdam.

Tras esta primera experiencia, ¿podría venir Barroco sobre el escenario?

Si es interesante, sí.

Desarrolle “interesante”.

Que me motive. La gente a veces puede tener la impresión de que yo soy una persona banal, pero de banal tengo poco. ¿Por qué me metí, por ejemplo, en este proyecto? Primero porque estaba Montanari, después porque se realiza en Roma, la ciudad donde nacieron mis hijos... y finalmente porque la trama de Enea se da en una isla y yo soy isleño. Roma es Patrimonio de la Humanidad como lo es La Laguna, de donde yo soy. Y La Laguna es Patrimonio de la Humanidad porque demostraron que se creó a través de los escritos de Platón, donde el describe la ciudad perfecta, que también es griego. Y me dije, esto lo tengo que hacer.

Necesita una conexión emocional.

Sí, porque yo en esta grabación, en realidad, hago de pastorcillo... que es lo que soy, un tipo normal.

 

"EL AGUDO ESTÁ SOBREVALORADO. SI LA GENTE LO ESPERA, SERÁ POR ALGO"

 

Volviendo al Romanticismo... llama la atención que no haya cantado más Rossini.

Por dificultades técnicas. Y además creo que Rossini no es un lugar donde yo pueda ser competitivo. Hay mucha gente que canta Rossini mejor que yo.

Habla de dificultades técnicas usted... que ahora, por ejemplo, encadenará Gualtieros de Il Pirata... un personaje harto complicado.

Sí, pero el virtuosismo suyo es diferente. Vamos a ver cómo sale cuando lo debute en el Teatro Real de Madrid. Después vendrá Monte Carlo y luego Palermo. Tendré la fortuna de cantarlo con Yolanda Auyanet, Anna Pirozzi y Angela Meade.

Canta también mucho Donizetti. No tiene la impresión de que no terminamos de conocerle? ¿De “explotarle”?

Porque se le tiene como una escritura simplona, que evidentemente, en realidad, no es. Donizetti es fantástico, de la tradición italiana. El abandono romántico que encuentro con Donizetti, no lo he visto en ningún otro compositor. Y es un abandono del que también beben los tenores verdianos. Se suele hablar del acento verdiano, pero no es un acento que haya que visualizarse desde el verismo, porque es un acento que viene del sentimiento, de Donizetti. Sobre todo en la segunda etapa. En la primera era más libre y después, por ejemplo, estaba muy pendiente de que nadie cambiase esos acentos, también los agudos, porque tenía un negocio importante montado con Ricordi y las partituras.

¿Entiendo que el agudo es una cosa sobrevalorada?

Hombre, yo siendo tenor no puedo decirle tal cosa (risas). Si tanta gente espera el agudo en todo el mundo, será por algo. No puede ser que todos estemos equivocados, ¿no cree? Ahora, si haces el agudo, lo haces y no pasa nada. No vayas en contra del que no lo hace y al revés. 

Me ha recordado a aquellos rifirrafes entre Pavarotti y Domingo a raíz de los agudos y las formas (el Otello del italiano e Il trovatore del madrileño con Giulini)... Sin embargo, me da la sensación de que hay un buenrollismo general en las nueva generaciones de cantantes...

Sabe, yo es que vivo más tranquilo siendo así, pero eso no me hace mejor ni peor que nadie. Para cantar como canto dedico muchas horas a estudiar y a trabajar; y llevo así ya muchos años, así que no hay tiempo para tonterías. Intento, eso sí, ser excelente en mi trabajo, aun con las inseguridades que tengo, puesto que cada vez que me subo a un escenario soy valorado desde cero, sin que cuente todo lo que he hecho anteriormente. Eso es un poco injusto. En realidad, todos los que nos subimos a un escenario somos juzgados constantemente como si fuese siempre la primera vez... y eso nos hace inseguros. A veces intentamos tapar esas inseguiradades con falso buenismo o dando la sensación de que somos irascibles...  Al final son artimañas que todos usamos para poder sobrellevar la carrera.

En ocasiones, ¿se sufre más de lo que se disfruta?

Es que es muy complicado explicar lo que se siente cuando uno canta. Primero de todo, es una liberación. Cuando yo cojo la guitarra y estamos en un grupito... y la gente se para cuando explico una canción... yo difruto mucho.

Pero entiendo que eso es algo muy distinto a subirse al escenario.

Es que al final, con peluca o sin peluca, el escenario termina por ser un accesorio cuando lo que uno quiere es cantar. Es mi forma de vida. El canto me ha dado mucho, pero también me ha quitado. Mire, al final este negocio puede quitarme todo lo que tengo, todo lo que he conseguido, quien sabe, pero nunca podrá quitarme la satisfacción de lo que yo siento cuando canto. Se me hace complicado poder explicarlo. Podrán llamarme gordo, decir que desafino, que canto de forma nasal, o que no tengo ni idea... lo que quieran, pero ellos nunca podrán sentir lo que yo siento al cantar. Y si algún día pueden cantar y sentir lo que yo siento, entonces me alegraré, porque eso querrá decir que pueden entenderme y nunca jamás volverán a hablar de un cantante de esa forma.

Ya que lo menciona, me parece una absurdez incluso tener que estar preguntándoselo, pero ¿no deberíamos los críticos, el público, estar por encima del físico de los artistas, sin tener siquiera que comentarlo?

Mire, hay personas que hacen creíble un rol y otras personas que no. Independientemente de su estatura, su peso o su raza, de cualquiera de sus características. Va más allá del físico y de muchas otras cosas. Yo me he sentido discriminado por mi físico. Yo puedo caminar, correr, saltar... si usted no ve creíble que un cantante puede dar vida a un personaje independientemente de sus características, ¡entonces el limitado es usted! ¡No haga que me cree yo una limitación que no exisite!

Entonces, ¿ha tenido problemas en algún teatro debido a su peso?

Por suerte a mí el trabajo nunca me ha faltado, pero sí es verdad que me han apartado de algunos escenarios por mi físico... pero no ha pasado nada. Yo no me voy a enfadar más de la cuenta. Me da muchísima pena, porque hablamos del MeToo y es algo horrible, pero deberíamos hablar también de que la discrimanción por el físico ocurre muy a menudo, pero mucho, mucho, mucho, tanto a hombres como a mujeres.

 

"TODOS LOS QUE NOS SUBIMOS A UN ESCENARIO SOMOS JUZGADOS CONSTANTEMENTE COMO SI FUESE LA PRIMERA VEZ... Y ESO NOS HACE INSEGUROS"

 

¿Por qué cantar ahora Rodolfo, de La bohème?

Resulta que después de 16 años de carrera siento la voz dúctil y la mente hábil para poder cantar Barroco y La Bohème al mismo tiempo. Sentir que mi voz es capaz y que no me hago daño por ello, es una satisfacción personal que nadie me la puede robar. 

Preparando el personaje de Rodolfo me he dado cuenta de que Puccini es el compositor más cinematográfico que puede haber. ¡Su música hace zoom! Cuando quiere ir al detalle, centra la música en un primer plano. Y cuando quiere abrirlo, la música se abre. Y siempre acompañando. Me han preguntado si no me da miedo la orquestación pucciniana, ¡al contrario! ¡Es mi aliada para expresar toda esa emoción que llevo dentro!

¿Cómo es Rodolfo?

Rodolfo es un personaje sincero, eso me atrae mucho de él. Llega a la gente precisamente por esa sinceridad. Para mí es el Nemorino pucciniano. Él cree en su talento, en su bohemia, en su manera de vivir. E incluso por amor, renuncia a estar con la mujer que ama. Es la supremacía del amor. No es que no la quiera, es que la ama por encima de todo.

¿Hay planes para mantener el rol en agenda? ¿O de ir abordando nuevos roles hacia lo lírico?

De hecho, lo hago también en Génova. Después, veremos que pasa. Vendrán también Don Carlo e I vespri siciliani.

¿E ir diciendo adiós a otros?

Hombre, por ejemplo Elvino de Sonnambula o Ernesto de Don Pasquale no son roles que me aporten demasiado. Puritani es un estrés, porque la gente se cree que es abrir la boca y listo... pero los demás roles, espero mantenerlos. Lo importante de todos ellos es que sumen. Si van a sumar para restar por otro lado, mejor que no sumen.

Oiga, ¿el tenor nace o se hace?

¡Se hace! ¡Vaya que si se hace! (risas) ¡Yo no pasaba del sol! Yo llegaba a la última línea del pentagrama, al sol, y me ahogaba.

¿Cómo ve la ópera en Tenerife?

Mire, yo creía mucho en el proyecto inicial. Después, cuando veo que la gente se piensa que eso es suyo y en base a ese pensamiento es como lleva su gestión a cabo... y lo utiliza todo sólo para crecer personalmente, me molesta. Me molesta mucho. ¿Sabe? A mí la música me salvó la vida, literalmente. Yo a la música le debo todo, porque crecí en una barriada en la que muchos de mis conocidos no han acabado bien y yo podía haber ido por el mismo camino. Y por eso mismo me molesta que alguien la utilice, más en mi tierra, con esa prepotencia absurda.

Si bien, como le digo, creí en el comienzo del proyecto y se hicieron de hecho cosas buenas con él, cuando llega un momento en el que las cosas no pueden seguir así, hay que decirlo, hay que plantarse. Es muy complicado todo. Por ejemplo, yo soy de La Laguna, en la isla de Tenerife, como Jorge de León. Resulta pues que en esa isla hay dos personas que cantan en La Scala de Milán y en el Metropolitan de Nueva York, algo muy difícil de conseguir... que esas dos personas estemos descontentos con la gestión que se está llevando a cabo, algo querrá decir.

¿Por dónde debería pasar el futuro de la Ópera de Tenerife?

El cambio en la Ópera de Tenerife necesita de aires nuevos, de la mano de alguien, de gente que de verdad entienda del sector, no de alguien que no tenga ni idea y llegue de nuevas. Hay que dejar de realizar determinadas maniobras y abrir el puesto de director a concurso público y barajar las opciones que más interesen, de verdad, a Tenerife. Puedo entender la idiosincracia particular, porque Tenerife es una isla y la insularidad se paga a todos los niveles. Eso no puede ser una república bananera, como también ha pasado en el pasado. Y dejarse de tanta tontería. Tenerife es la realidad que es, que afortunadamente estamos viviendo un momento de oro en cuanto a voces. Jorge, Airam Hernández, yo mismo... nos criamos musicalmente allí y después nos fuimos, y no puede negársenos la posibilidad de participar del presente de la ópera en nuestra tierra.

Foto: Joan Tomàs.