Ópera barroca en Pamplona
Pamplona. 07/05/2016. Teatro Gayarre. Henry Purcell: Dido and Aeneas. Anna Alás i Jové (Dido, mezzosoprano), Enrique Sánchez Ramos (Aeneas, barítono), María Lacunza (Belinda, soprano), Sergi Moreno (espíritu, contratenor), María Ayestarán (mujer, soprano), Iñigo Casalí (hechicero, tenor), Lola Elorza (primera bruja, soprano), Beatriz Agirre (sergunda bruja, soprano), Luis Rodriguez (marinero, tenor). Coral de Cámara de Navarra. Orquesta de la Ópera de Cámara de Navarra. Dirección de escena: Pablo Ramos. Dirección musical: David Guindano.
Quien esto firma ha tenido la oportunidad en apenas diez dias de repasar la historia de la ópera inglesa al poder ver y escuchar en Burdeos The Turn of the Screw, de Benjamin Britten, Powder her Face, de Thomas Adés en Bilbao y, finalmente, siendo el motivo de esta reseña Dido and Aeneas, de Henry Purcell, en la capital navarra, es decir, en el mismo orden el ayer, el casi hoy y el comienzo de la tradición operística británica.
Es sabido que entre Purcell y Britten se abre un profundo agujero negro de casi cuatrocientos años que apenas queda disimulado por los conatos de compositores como Vaughan Williams (Sir John in Love, por ejemplo), Gustav Holst (Savitri) o William Walton (Troilus and Cressida). Así pues, asistir a una función de Dido and Aeneas es asistir no solo al nacimiento de la ópera inglesa sino tambien al título símbolo mismo de esta “tradición”.
La Ópera de Cámara de Navarra nos ha ofrecido una versión interesante por distintos motivos, a saber, que el producto está sacado a pulso con fuerzas –casi todas- autóctonas y con mucha ilusión así como que este grupo recogía en espíritu el testigo de la función realizada hace veinte años de este mismo título y en este mismo teatro (y donde tomaron parte las entonces prometedoras María José Moreno o Raquel Andueza) dando, eso sí, un paso adelante en la propuesta escénica. .
El resultado ha sido notable. A nivel vocal el nivel ha sido muy alto, especialmente en la intervención de la joven Anna Alás i Jové, mezzosoprano que encarnó una Dido tan carnal por amorosa como espiritual, en un lamento final hondo y sentido. Notable, así mismo la Belinda de María Lacunza, una soprano de volumen y estilo adecuados. Comedidamente histriónico el hechicero de Iñigo Casalí así como las dos brujas, Lola Elorza y Beatriz Agirre mientras que el Eneas de Enrique Sánchez Ramos superó un dubitativo inicio para plasmar un guerrero de una pieza.
El resto de personajes, a saber, Sergi Moreno (espíritu), Maria Ayestaran (mujer) y Luis Rodriguez (marinero) cumplieron con dignidad por lo que podemos deducir que a nivel canoro la función respondió a todas las expectativas creadas.
Excelente la Coral de Cámara de Navarra, grupo impostado y de volumen adecuado para este tipo de obra. La Orquesta de la Ópera de Camara de Navarra, bajo la dirección de David Guindano supo darle a la obra el ritmo y estilo adecuados; por otro lado, la puesta en escena ha sido responsabilidad de Pablo Ramos que aunque propuso al espectador jugar a unir colores y sentimientos quizás abuso de elementos escénicos hasta ofrecernos una puesta abigarrada y tumultuosa para el relativamente escaso escenario; de todas formas una propuesta bien intencionada, que nos dejó imágenes impactantes. El equipo de baile aportó muy poco.
El teatro presentaba una buena entrada y la satisfacción era general al término de la función. Un nuevo éxito de Ópera de Cámara de Navarra aunque tengamos que seguir lamentando que la batalla por la ópera en Navarra se siga haciendo más en estilo guerrillero que aunando fuerzas. Ójala que pronto sepamos conjugar correctamente el verbo “coordinar”.