Traviata 0363 javier del real 1

La valentía

Madrid. 01 y 02/07/20. Teatro Real. Verdi: La traviata. Marina Rebeka / Ruth Iniesta (Violetta). Michael Fabiano / Ivan Magrì (Alfredo). Artur Rucinksi / Nicola Alaimo (Germont). Marifé Nogales (Annina). Sandra Ferrández (Flora). Albert Casals (Gastone). Isaac Galán (Douphol). Tomeu Babiloni (Obigny). Stefano Palatchi (Grenvil). Emmanuel Faraldo (Giuseppe). Elier Muñoz (Un mensajero). Carlos García (Un criado de Flora). Coro Intermezzo. Orquesta Sinfónica de Madrid. Leo Castaldi, concepto escénico. Nicola Luisotti, director musical.

Qué valientes estamos siendo, ¿No les parece? En estos tiempos en que la vida nos ha sido arrebatada, pausada cuanto menos, descubrimos en cada conversación, en cada imagen, en cada acto, cómo nos hemos enfrentado o nos enfrentamos con valentía ante el dolor de la separación (definitiva incluso) y la angustia aún mayor del reencuentro. Es algo que también viven los personajes de La traviata en ese "popoloso deserto che appellano Parigi" (poblado desierto que llamamos París). Y de la tuberculosis al Covid19, de las calles parisinas a las de Madrid, hay tan sólo un gran nudo en la garganta. Creo muy factible que absolutamente todos y todas nosotras nos podamos sentir identificados con Alfredo y Violetta, máxime en estas circunstancias. Hayamos vivido como hayamos vivido la primera oleada del coronavirus y el confinamiento, en algún momento de nuestras vidas hemos cantado canciones de amor. Hemos cantado al amor. Y es ese amor, ha de ser ese amor, el que insufle y encamine nuestra valentía. Nuestras reflexiones. Nuestros actos... hacia esa "poderosa energía cívica" a la que llama Iñaki Gabilondo en el minuto de silencio previo a estas funciones. Sigo con el libreto de Piave: "Di quell'amor ch'è palpito dell'universo intero"... Ese amor que es palpito del universo entero.

Qué valentía la de los sanitarios, la de los barrenderos y las carteras. La de las reponedoras y cajeros del súper... la de quienes han perdido lo más preciado, sin ni siquiera poder despedirse; la de quienes han afrontado esto en soledad y la de quienes se han decidido a recuperar emociones y relaciones en la distancia. La de quienes no han dejado de trabajar ni un solo día y la de los que no saben si podrán pagar las facturas del mes siguiente, incluídas las miles y miles de personas entregadas al arte. La de quienes han reflexionado con pensamiento tan crítico como comprensivo, la de quienes han querido ser constructivos y, en definitiva, sumar con su actitud. Qué valentía. Creo que esta Traviata que ha querido subir a escena el Teatro Real se encuadra dentro de este civismo colectivo, de este necesario camino hacia el arte que nos hace ser más reflexivos. Son funciones que suman, en un momento en que pueden llevarse a cabo. Es algo que explica muy bien el que fuera concertino de este teatro, Ara Malikian, en el documental ganador del Goya: Una vida entre las cuerdas. La necesidad de la gente de volver a conectar consigo misma y con su comunidad a través de la música, del arte, incluso en periodo de guerra, cuando las treguas lo permiten... o de coronavirus, cuando creemos tenerlo bajo control. 

 

Traviata real iniesta alaimo javier del real 1

 

Sería absurdo por mi parte poner un solo pero a la organización del Teatro Real. Ni debo, ni puedo, porque la sensación de seguridad ha sido total (no hay mal que por bien no venga: incluso han vuelto los tan necesarios acomodadores al coliseo) y gracias a ello se han podido ofrecer dos grandes primeras funciones de la conocida partitura verdiana. Noches muy emocionantes, comandadas por el director italiano Nicola Luisotti, quien ofrece una lectura viva, rica en dinámicas, queriendo cantar también su parte, por momentos casi conversacional, pero también cuidando las formas de los cantantes (acertadísimo, necesario, por ejemplo en el aria de Alfredo con Ivan Magrì), muy diferentes de un cast a otro. 

Como protagonistas, Marina Rebeka desplegó una bella voz de lírica plena, de gran intensidad dramática, algo insuflada en las escenas clave, sin ofrecer los sobreagudos opcionales. Por su parte, la Violetta de la zaragozana Ruth Iniesta fue un dechado de detalles y sutilezas, con el sobreagudo natural gracias al desarrollo de su carrera lírico-ligera, proveniente del bel canto. Ofreció todo un primer acto canónico, de exquisito gusto y plagado de recovecos en la parte actoral, seguido de grandes aciertos a lo largo de la partitura, como sus Amami Alfredo, o la lectura de la carta. Hay mucha verdad propia en la soprano española y no hay mejor sensación cuando uno acude al teatro que escuchar la verdad del arte.

Los tenores Michael Fabiano e Ivan Magrì como sendos Alfredos no defraudaron, si bien sus formas ya son otras. Timbre grato en ambos casos y cantantes resolutivos, esforzados en mostrar lo mejor de sí, con unos instrumentos menos maleables, menos flexibles. Ardoroso, mórbido y pleno el centro de Fabiano, con una zona aguda algo mermada en comparación con aquellos Foscari que protagonizó en 2016 en este mismo teatro, pasando por la también verdiana Giovanna d'arco el año pasado. En la temporada que viene cantará el Ricccardo de Un ballo in maschera... sobre el papel la mejor opción para mostrar sus virtudes de todas las ofrecidas en el Real. El Germont de Artur Rucinski fue sonoramente braveado y con razón. El barítono, que podríamos así mismo considerar "de la casa" tras su Trovatore y Lucia di Lammermoor, volvió a llevarse el protagonismo de su función con un fraseo cuidado, un agudo fácil, grato color en el timbre y una proyección inteligente, jugando a la antigua, con notas mantenidas y golpes de efecto. Hay teatro en este hombre, como también lo hay en Nicola Alaimo. Con una voz más contundente en la zona grave, con cambio de color en la aguda y viéndosele las costuras (estupendas) más belcantistas (ey, ¡qué ahí estaba Bruson! Nada que objetar en ello), crea un personaje detallado en las modulaciones dramáticas, con un fraseo también muy trabajado.  

Impecable el Coro Intermezzo, teniendo en cuenta además la dificultad de su trabajo en estos tiempos. Qué valentía también la suya. Estupendos todos los secundarios y comprimarios, incluyendo la Flora de Sandra Ferrández, la Annina de Marifé Nogales, el Gastone de Albert Casals, el Douphol de Isaac Galán y el Doctor Grenvil de Stefano Palatchi. Para este último, por cierto, como me han comentado varias fuentes, se llegó a considerar la opción de vestirle con un traje anti Covid19, focalizando aún más en la actualidad, algo que finalmente se descartó. No hubiese estado de más, aunque en cualquier caso, pronto veremos propuestas así encaminadas. La ópera es un arte vivo. Vivo. Que necesita del pulso del presente para seguir encontrando su razón de ser, como nueva y como antigua creación. La propuesta de Leo Castaldi es mucho para lo poco con lo que contaba y no puede pedírsele más a una idea que se entiende, que se vive y que encaja.

Qué valientes somos por renunciar a tantas cosas como estamos renunciando... y qué valientes somos por intentar todo lo que estamos intentando. Sigamos sumando.

 

Traviata real iniesta javier del real 1

 

Fotos: Javier del Real.