Lisitsa Valentina pc Gilbert Francois

Tour de force

Barcelona. 16/12/20. Palau de la Música Catalana. Ciclo Palau piano. Ludwig van Beethoven: Sonata para piano núm. 14, en Do sostenido menor, op. 27, núm. 2, "Claro de luna”. Sonata para piano núm. 15, en Re Mayor, op. 28, “Pastoral”. Sonata para piano núm. 17, en Re menor, op. 31 núm. 2, “La Tempestad”. Sonata para piano núm. 21, en Do Mayor, op. 53, “Waldstein”. Sonata para piano núm. 23, en Fa menor, op. 57, “Appassionata”. Valentina Lisitsa, piano.

El día que se cumplió exactamente el 250º aniversario del nacimiento de Ludwig van Beethoven no se pudo celebrar de manera más idónea que con este programa. Cinco de las sonatas para piano más icónicas del compositor entre las treinta y dos sonatas creadas por el genio de Bonn, cinco tonalidades distintas y un mismo hilo conductor, la creatividad del sonido del piano en cinco ejemplos paradigmáticos. 

Comenzó Valentina Lisitsa por la sonata quizás más popular de todas, la del sobrenombre “Claro de luna” con su celebérrimo Adagio sostenuto acariciado desde las teclas por la ucraniana con toda la fluidez y carga gravitacional que el movimiento posee. Fluidez la de la digitación, aérea y frágil en contraste con la “pesada carga de plomo que gravita sobre esta página” como dijo de ella Alfred Cortot. El Allegretto pasó como un fugaz interludio para desembocar en el Presto agitato, donde Lisitsa mostró una de la señas de identidad de su aproximación a las sonatas de Beethoven. Acordes sonoros y contundentes, fuertes dinámicas y un uso del pedal que remarcó el desgarro emocional que la sonata posee en sus entrañas. 

Estimulante contraste supuso la Sonata nº 15 “Pastoral” op. 28, también conocida como “Sonnefels Sonate” en los países germánicos, escrita por Beethoven casi seguida de la “Claro de luna”. Ambas sonatas escuchadas seguidas pueden recordar al efecto que produce escuchar la Quinta sinfonía con la Sexta, también de sobrenombre “Pastoral”. Aquí Lisitsa administró con elegante virtuosismo el peso y el contraste entre el staccato y el legato que se exige a las dos manos. Articulación y fraseo en un ensimismamiento sonoro que hipnotizó por su aparente sencillez. Interesante y futurista lectura fue la del Rondó allegro ma non troppo final con una sutil mezcla de humor y tono casi jazzístico.

Las tensiones y contrastes, sello Beethoveniano por antonomasia, suponen la espina dorsal de la sonata nº 17, en Re menor, de sobrenombre “La tempestad”. Se dice que el propio Ludwig dijo que se leyera la obra de Shakespeare para entender el alma de esta sonata, y como dicen los italianos, se non è vero…Aquí la pianista ucraniana, lejos de incidir en mostrar las tensiones marcadas en la partitura enfiló el carácter de la sonata con una lectura entre serena y contemplativa, como de gotas esparcidas antes de la propia tormenta continuando con el símil. El fraseo lleno de colores, en una búsqueda de expresión amable, Adagio, flotó en su búsqueda de sonoridades libres y modernas antes de cerrar su lectura con un contagioso y elegante Allegretto final. 

Pero si hubo un cúlmen en la velada pianística que ofreció la pianista ucraniana esta fue sin duda la interpretación de la Sonata nº 21 op. 53 “Waldstein”. El ritmo frenético, el colorido y la expresión, la energía que emana la partitura y su explosión sonora se hicieron eco en una lectura vibrante, delicada y expansiva desde el Allegro con brio inicial. Beethoven en esa época disfrutó de un nuevo piano, moderno y con unas características técnicas que le permitieron experimentar con nuevas texturas y colores. Lisitsa pareció emular esta búsqueda de sonoridades con una lectura libre y aérea, que transformó el Introduzione-Adagio molto, segundo movimiento, como si quisiera remarcar los colores que evocan el otro nombre con el que también se conoce la sonata: “Aurora”. Valentina cinceló la atmósfera de luz y el cromatismo in crescendo con un Rondó-Allegretto moderato final provocando una catarsis que estalló en una ovación unánime por un público impactado.

Quizás no podía haber otra sonata más indicada que la “Appasionatta” para tocar después de la intensidad de la “Waldstein”. Beethoven no solo pareció dar un paso más allá en su cosmovisión musical sino que marcó un hito romántico que supuso una pieza angular dentro de los opus de sus obras. Lisitsa volvió a incidir en una lectura dramática, con un uso incisivo de los arpegios, escalas, de sonoridades casi salvajes y contundentes, transformando el Allegro assai en el torbellino sonoro con el que muchos identifican esta reveladora sonata. Pero de nuevo el contraste, la holgura y la delicadeza, el peso en la digitación del segundo movimiento, el Andante con moto, supuso un dulce contraste antes del ígneo Allegro ma non troppo conclusivo. 

Valentina Lisitsa finalizó un recital exigente, generoso, un tour de force monumental con el piano de Beethoven en un programa que combinó cual espejos sonoros cinco sonatas fundamentales del genio de Bonn. Un feliz cumpleaños, un cuarto de milenio para un compositor que no ha perdido ni un ápice de su impactante vitalidad y modernidad. 

* El concierto se grabó en vivo y se puede ver gratis en la plataforma Palau Digital, aquí

Foto: © Gilbert François