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Frescura española

Madrid. 11/05/21. Teatro de la Zarzuela. Integral de Canciones clásicas españolas de Fernando Obradors. Rocío Pérez, soprano. Ramón Grau, piano.

Hay que ser valiente para enfrentarse a la integral de Canciones clásicas españolas de Fernando Obradors del tirón, para cantar sin parar durante hora y diez de recital, para abordar las divergencias de estilos, carácter y tesitura. ¡Hay que ser muy valiente! La realidad es que nada ha amedrentado a Rocío Pérez y Ramón Grau, jóvenes y reconocidos artistas nacionales que, una vez más, han demostrado que en España tenemos mucho talento musical y que no es necesario ir a buscarlo fuera.

Aunque la acústica característica del Ambigú del Teatro de la Zarzuela no es la más idónea para un concierto de estas características, las adversidades no impidieron que la treintena de asistentes disfrutaran enormemente de la velada. La pérdida de la inteligibilidad del canto fue compensada con las caricias del aliento de la soprano, que se sentían muy cerca. ¡Y ojo que las respiraciones también son música! Rocío Pérez demostró un perfecto manejo de su instrumento y gran versatilidad para amoldarse a las distintas vocalidades del viaje de Obradors. Inteligentemente empleó la voz de pecho en La mi sola, Laureola, mostró un centro bien resuelto en Tres morillas y dio una lección de picados, agilidades y sobreagudos en Confiado jilguerillo. Asimismo, regaló bellísimos pianísimos en los finales de ¿Corazón, por qué pasáis? y Con Amores, la mi madre.

Por su parte, Ramón Grau demostró limpieza en el toque, buen gusto, sensibilidad y un fraseo insondable.  Se lució especialmente con los arpegios Del cabello más sutil, en la expresividad de Consejo, la delicada mano derecha en El tumba y lé y el balance sonoro de La moza y los calvos. Fue precisamente El tumba y lé una de las piezas más celebradas por el público; “¡Bueno qué bonito!” fue el comentario final de un caballero encantado por la belleza de la música. Y sí, piano y voz se acompañaron mutuamente y mostraron una compenetración exquisita en todo momento, frasearon cada melodía como si fuera la última, cuidando cada final.

En un recital con tanta calidad artística es prácticamente imposible destacar la interpretación de unas obras frente a otras. Quizás las más iluminadas fueron Con amores, la mi madre; Confiado jilguerillo; Tres morillas, Malagueña de la madrugá y El Molondrón, pero solo quizás y teniendo en cuenta la subjetividad que impregna de arriba abajo esta crítica.

En una palabra: ¡chapó!

Foto: Teatro de la Zarzuela.