Tendiendo puentes 

Dubai. 12-13-14/04/2025. Dubai Opera. Obras de Shor, Mozart, Mendelssohn, Dvorák y otros. Franz Schubert Filharmonia. Tokyo Philharmonic Orchestra. Daniel Lozakovich, violín. Fumiaki Miura, violin. David Aaron Carpenter, viola. Gil Shaham, violín. Tomás Grau y Marios Papadopoulos, dirección musical.

Asentado en Dubai desde 2021, coincidiendo entonces con la progresiva apertura de los escenarios durante la pandemia, el Festival InClassica ha dado un salto importante con la edición de este año 2025, en la que han contado con dos orquestas residentes: la Franz Schubert Filharmonia y la Tokyo Philharmonic Orchestra

El Festival tiene por delante el complejo reto de asentar un público fiel en Dubai, una ciudad en constante crecimiento, llena de expatriados pero sin hábitos culturales como los que podamos conocer en Occidente. De ahí, seguramente, que un edificio tan espectacular como la Ópera de Dubai no cuente, precisamente, con una temporada de ópera al uso.

En este sentido hay que resaltar la valentía el Festival InClassica, apostando por crear precisamente ese público a partir de una oferta amplia -dos semanas de conciertos- y con el gancho de grandes solistas en cartel. Y es que este año han actuado allí artistas de la talla de Gil Shaham, Gautier Capuçon, Maxim Vengerov, Edgard Moreau, Mikhail Pletnev, Daniel Lozakovich, Fumiaki Miura, David Aaron Carpenter, Behzod Abduraimov, Daniel Hope, Denis Kozhukhin… La apuesta es muy seria, en este sentido. 

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Igualmente las dos orquestas invitadas para esta edición han mostrado una indudable calidad. Conocemos bien por estos lares a la Franz Schubert Filharmonia, sobre la que me extenderé más tarde. Pero fue también interesante conocer de primera mano el excelente material sonoro de la Tokyo Philharmonic, la principal orquesta de la capital nipona, con un sonido restallante, de metales brillantes y con una cuerda infalible; una orquesta de enorme potencial y flexibilidad.

Para la Franz Schubert Filharmonia su presencia en este festival ha sido una excelente ocasión para afianzar la internacionalización de su proyecto, confirmando la proyección del conjunto en coincidencia con su próximo 20 aniversario. Los músicos de la formación catalana se han tenido que enfrentar a un repertorio amplísimo, trabajando con distintas batutas y solistas sin apenas descanso, y el desempeño mostrado no ha podido ser mejor.

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Lo mismo cabe decir de la batuta de Tomás Grau, alma mater del proyecto y quien además se ha encontrado aquí con su inesperado debut al frente de la Tokyo Philharmonic. Grau exhibió solvencia y soltura, con un gesto sereno y firme, confirmando igualmente la evidente proyección de su hacer en el podio, con el reto añadido de enfrentarse a la obra de un autor novedoso y complejo como Shor.  

Y es que la musica de Alexey Shor -compositor residente del festival, en ocasión de su 55 aniversario- es singular, qué duda cabe. Lejos de las fórmulas experimentales que son norma hoy en día entre los creadores contemporáneos, Shor apuesta por la melodía como hilo conductor. Hay algunas transiciones extrañas en su trabajo de orquestación, pero escribe con soltura e inspiración para los instrumentos solistas. Afincado en Estados Unidos, aunque nacido en Ucrania, el propio Shor me confesó en Dubai su gratitud hacia las orquestas y solistas que abrazan su obra, con la que ciertamente resulta fácil conectar, precisamente por esa vocación melódica tan marcada.

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Tuve ocasión de asistir a tres conciertos en el marco de este festival, dos de ellos con la Franz Schubert Filharmonia y un tercero con la citada Tokyo Philharmonic Orchestra. En el primer ode ellos, con la formación española, me impresionó el sonido de primera clase del joven violinista Daniel Lozakovich, con Mikhail Pletnev a la batuta. Su pasmosa facilidad con el violín redunda en un sonido a la antigua, de enorme presencia y relieve en sala, con un vibrato fascinante y evocador. El programa era todo un reto para los oyentes menos avezados, compaginando dos obras de Alexey Shor, en la primera mitad, con una larga partitura del propio Mikhail Pletnev en la segunda parte.
 
El segundo concierto contaba con la batuta del griego Marios Papadopoulos, quien cuajó una versión muy estimable de la Octava sinfonía de Dvorák al frente de la Tokyo Philharmonic Orchestra. El concierto tenía como gran atractivo el doble concierto para violín y viola de Alexey Shor, con solistas de la talla de Fumiaki Miura y David Aaron Carpenter, dos auténticos virtuosos. Se trata de una partitura ciertamente inspirada, quizá la más redonda de las que pude escuchar aquí salidas de la mano del citado Shor.
 
El tercer y último concierto volvía a contar en los atriles con los músicos de la Franz Schubert Filharmonia, con Tomás Grau en el podio. Toda una leyenda del violín como Gil Shaham fue el encargado de interpretar el Concierto para violín no. 4 de Alexey Shor, una obra extensa y compleja, con pasajes de palpable inspiración melódica y de alambicada orquestación. La Franz Schubert Filharmonia cerró la velada con la Italiana de Mendelssohn, una de sus especialidades. Aclamada por el público, nuestra orquesta tuvo que ofrecer nuevamente el segundo movimiento de la sinfonía a modo de propina.