El amanecer está próximo
Madrid. 25/07/2021. Auditorio Nacional. Mendelssohn: Sinfonía no. 2 'Lobegesang'. Orquesta y Coro Nacionales de España. Camilla Tilling, soprano. Maite Beaumont, mezzosoprano. Werner Güra, tenor. David Afkham, dirección musical.
La Orquesta y el Coro Nacionales de España han puesto el broche, este fin de semana, a su temporada 20/21, marcada por la pandemia. Ha sido una temporada sin duda meritoria por el hecho mismo de haber podido llevar a cabo todos los conciertos previstos, salvo un par de ellos a causa del temporal Filomena. El equipo liderado por David Afkham y Félix Palomero ha marcado una senda, en la que se han inscrito muchas otras formaciones públicas del país, haciendo de la necesidad virtud y adaptando buena parte de sus programas a las normativas sanitarias, dejando por el camino citas realmente notables, como Das Lied von der Erde de Gustav Mahler con Piotr Beczala y Matthias Goerne, sin duda uno de los hitos de esta temporada.
Como remate a todos estos meses de actividad, la OCNE ha querido poner sobre la mesa un canto de esperanza y aliento, una llamada a seguir conquistando una nueva normalidad, cada vez más próxima a la que conocimos antaño, antes de la pandemia (Die Nacht ist vergangen, der Tag aber herbeigekommen). Y para eso, Afkham y los suyos han recurrido a la sinfonía-cantata Lobegesang (Himno de alabanza), estrenada precisamente un 25 de junio, el mismo día que el concierto que nos ocupa, allá por 1840.
La partitura fue concebida en el marco de los festejos que Alemania llevó a cabo en ocasión del 400 aniversario de la invención de la imprenta por Johannes Gutenberg. La obra, de estructura poco ortodoxa, se estructura en dos grandes bloques, con una primera sinfonía al uso, con sus cuatro movimientos, seguida de una cantata con coro y solistas. En total, casi setenta minutos de música.
La Orquesta Nacional de España respondió una vez más con consistencia, con creciente seguridad en todas sus secciones, incluídos los metales, que habían dado muestras de flaqueza a lo largo de esta temporada, singularmente en el caso de las trompas. Posee la Nacional una sección de maderas muy fiable, a la que se escuchó muy entonada en torno a las melodías que salpican esta obra.
No fue el de Afkham, en todo caso, el Mendelssohn más refinado y poético que uno pueda imaginar. Y es que inscribió su música en unas coordenadas marcadamente germánicas, más emparentado con Bruckner que con Beethoven, por decirlo de alguna manera. Quizá ese sea el mayor defecto de una lectura por lo demás vibrante, algo atropellada y un poco gruesa, pero donde hubo espacio para la luz y la poesía, especialmente en el Allegretto y en el Adagio de la sinfonía inicial, los momentos más hermosos de la partitura, antes de la incorporación del coro y los solistas.
El Coro Nacional de España, que encara su cincuenta aniversario, ha demostrado esta temporada hallarse en muy buena forma. Una vez más lograron vencer el reto de una ubicación realmente dispersa y distanciada en la sala del Auditorio Nacional. Seguramente hayan logrado hacer de la necesidad virtud, forzados a escucharse como nunca antes, lo que redunda en un sonido ciertamente empastado y redondo, por paradójico que pueda resultar.
Sonó muy convincente, por último, el trío de voces solistas, destacando especialmente el timbre luminoso y aquilatado de Camilla Tilling. El tenor Werner Güra, de hechuras liederístas, demostró un dominio ejemplar del estilo en el que se enmarca esta obra. Por último, la española Maite Beaumont hizo gala de su habitual seguridad y elegancia, a pesar de lo breve de su intervención. Destacaron, en este sentido, varios de los números con las voces solistas, como el dúo entre ambas sopranos (Ich harrete des Herrn) o la escena Stricke des Todes hatten uns umfangen, con el tenor, de indudables resonancias operísticas.
Fotos: © Orquesta y Coro Nacionales de España