Haydn sept21 Amsterdam 

El poder de la religión

Amsterdam. 15/09/2021. Nationale Opera. Missa In Tempore Belli Joseph Haydn/Janin Oron. Janai Brugger (soprano), Polly Leech (mezzo), Mingjie Lei (tenor), Johannes Kammler (barítono) Nederlands Philarmonisch Orkest, Coro de la Nationale Opera, Lorenzo Viotti (director), Barbora Horáková (dirección escénica, decorados y luces).

Lorenzo Viotti está de moda en Amsterdam. Hace unos días un tríptico con su foto ocupaba la fachada frontal del histórico y emblemático edificio del Concertgebouw con ocasión de su concierto sinfónico inaugural como titular de la Nederlands Philharmonisch Orkest, y en la web de la Nederlands National Opera te topabas enseguida con un sorprendente video promocional protagonizado por el flamante nuevo titular como si una rutilante estrella de cine se tratara.

Sí, es cierto: hay mucho marqueting detrás, pero les aseguro que el director suizo, ganador, entre otros premios, del Concurso de dirección de Cadaqués,e hijo del malogrado Marcello Viotti tiene, después de lo visto, un futuro de lo mas prometedor. 

El espectáculo visto es difícil de catalogar, mezcla la Misa in Tempore Belli de Haydn, con un DJ en directo, video proyecciones, danza..  es de esos espectáculos rompedores e híbridos que habría hecho las delicias del desaparecido Gerard Mortier, y por lo visto fue un empeño del recién llegado Viotti, encajando en la sorprendente y rabiosamente moderna nueva temporada del teatro y que se está convirtiendo, por derecho propio, en una de las compañías más inquietas y rompedoras del panorama internacional.

La directora Barbora Haráková es la encargada de llevar a puerto toda esta variopinta amalgama buscando contraponer y crear contraste entre el poder unívoco de la religiosidad  de la Misa de Haydn y su fuerza, su homogeneidad, sus textos en latín, su buscada y sonora trascendencia; con cuatro frágiles historias personales: una mujer que tiene que forzar un aborto, un niño que luchando con su sexualidad huye en los deportes para salvarse, un hombre que tuvo que luchar contra una mortal enfermedad sin el apoyo de sus padres testigos de Jehová que querían poner su destino en manos de dios, y una mujer atrapada en un matrimonio abusivo.

Aborto, homosexualidad, divorcio, transfusiones prohibidas… lo individual, frente a lo colectivo; el poder de la religión, frente a sus contradicciones y efectos negativos derivados, según la directora, de ciertas reglas estrictas o creencias sobre el bien y el mal que pueden constreñir y excluir al individuo. Son estos casos los que recrea, entre movimiento y movimiento de la Misa de Haydn y con ayuda de los cuatro solistas vocales que se convierten en protagonistas de la actuación, junto al ballet coreografiado por el español Juanjo Arqués, las proyecciones, y la música añadida por el compositor y DJ Janiv Oron. 

La idea y concepto es estupenda, la realización tiene fuerza, plasticidad, y se convierte en un espectáculo potente que, en su poco mas de una hora de duración, no alcanza a desfallecer, a pesar de que, en el debe del espectáculo, la complicada plasmación y comprensión de las cuatro historias hacia el público, no acabe de ser del todo clara.

Donde sí hubo comprensión total del discurso y claridad de ideas fue en la dirección de Lorenzo Viotti. Con una gestualidad amplia, amable, muy sugerente, que recordaba a las maneras de Abbado. Empezó el espectáculo con las manos juntas, sin batuta, en modo oración, y desde ahí fue repartiendo durante toda la Misa, una variedad de estímulos e ideas asombrosa. Con detalles como esa pequeña respiración antes del último toque de timbal, instrumento este protagonista de esta misa también llamada Paukenmesse y que Haydn quería que se tocase de forma casi violenta. Viotti alcanzó la cima en el maravilloso Credo, aprovechando, entre otras cosas, el contraste modal que se produce con ese episódico Do menor dada la luminosa preponderancia en modo mayor de toda la Misa.

El principal problema de esta obra es el casi imposible encaje de las recurrentes figuras rápidas, puntillas que caracolean rápidas tanto en el coro como en la orquesta, y mantener ahí el necesario ritmo base; es donde suelen fallar casi todos. Viotti también tuvo algunos problemas de este tipo sobretodo en el principio del Et Resurrexit, pero bien es verdad que supo salir muy airoso de todo esto a pesar de la lejanía del Coro en el escenario. Los solistas vocales se conjuntaron por encima de individualismos permitiendo atisbar un fructífero trabajo de ensayo tanto en la planificación como en los detalles.

Por el momento no hay más Lorenzo Viotti en la temporada de Opera hasta una nueva producción de Barrie Kosky para Tosca en abril, donde el director suizo podrá confirmar, o no, la buena impresión dejada, y será en un título absolutamente de repertorio, veremos.