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Un cóctel bien equilibrado

Bilbao. 01/11/2021. Teatro Arriaga. Schubert: Winterreise. Joyce diDonato, mezzosoprano. Craig Terry, piano.

El éxito de un cóctel es el perfecto equilibrio entre todos sus componentes, de suerte y manera que cada uno de ellos y con respecto a todos los demás sea complementario, parte de un todo que bebido sorbo a sorbo proporcione placer suficiente. Pues bien, este concierto del Teatro Arriaga, a modo de un cóctel perfectamente equilibrado, ha sido un enorme éxito porque todos sus elementos han sabido estar en su lugar y en la forma que se esperada. Si me permiten, les desarrollo la receta.

La obra: poco podemos decir de Winterreise que no se haya dicho desde hace muchos años. Pocos ciclos de Lied tan populares y, al mismo tiempo, tan desoladores como este. Winterreise es un viaje interior que nos traslada hasta el mismo fin de la existencia misma, porque el desamor puede ser eso, el fin de todo o, cuando menos, el fin de una parte de nuestra vida. Habitualmente la escuchamos en voz masculina, pero ninguno de los versos pierde fuerza ni capacidad dramática en la voz de una mujer, aunque uno no pueda sustraerse a decir que desde el eco de una voz femenina el texto parece alcanzar cierta nueva dimensión.

La voz: Joyce diDonato es una de las cantantes líricas más importantes de la actualidad y su presencia en los principales teatros operísticos es garantía de buen hacer y éxito popular. No puedo sino dejar de reconocer que ha sido todo un tanto para el Teatro Arriaga el poder hacer desembarcar a esta mezzo en Bilbao para cantar algo tan profundo y personal como el ciclo schubertiano que nos ocupa. En este sentido aclarar que estamos ante una interpretación sentida, vocalmente intachable y dramáticamente lúcida, al añadir la cantante ciertas dosis de dramatización de los textos.

A la derecha del espectador una pequeña mesa camilla cubierta con un tapete del mismo tono del vestido de la cantante -hasta el punto de simular un camuflaje perfecto cuando se encontraba sentada- y en las manos de la misma un libro de apariencia antiquísima, abierto en páginas distintas según avanzaba el ciclo. Así, los 24 poemas parecer ser sujeto de lectura de una mujer abandonada, solitaria, sumergida en una profunda tristeza.

Joyce diDonato presenta una voz sin reproche alguno, con graves carnosos, agudos algo abiertos pero bien emitidos y capaz de recrear esa atmósfera de intimidad a la que invita el austero atrezzo, es decir, la mesa y la tenue luz, a la que podemos añadir la actitud de recogimiento de la lectora/cantante. Porque precisamente el gran valor del concierto es la capacidad de la cantante de llegar a ser artista y hacer perfectamente creíble el clima de intimidad que surge desde los poemas hasta la sobria teatralización de los mismos; y es que diDonato nos convence que ella es la mujer que nos canta los poemas.

El pianista: los que somos poco duchos en esto del lied y asistimos no sin pocas precauciones a un concierto de este tipo por aquello del desconocimiento de las claves de un género tan peculiar siempre nos encontramos con la dificultad de entender en toda su dimensión el papel del pianista acompañante, si es que en Winterreise tal figura existe. Quizás quepa entender su labor como la de coprotagonista. Y en ese sentido la labor de Craig Terry es, sencillamente, impecable. Sometida a la voluntad de la cantante, es, al mismo tiempo, quien marca el ritmo del viaje, quien subraya las emociones, quien está atento a matices y acentos que acompañan a los emitidos por la cantante. En definitiva, perfecta compenetración y manifiesta colaboración entre ambos artistas al recoger el aplauso del público.

El público: ¡cuántas veces un servidor y tantos y tantos cronistas de conciertos nos hemos quejado, amargamente, de la actitud pueril e insolidaria del público descortés por ruidoso y bullicioso! Pues bien, vaya mi reconocimiento más sincero a un respetable que durante 75 minutos guardo un respetuoso -¿espectral?- silencio, muestra de consideración a artistas y resto de seres humanos presentes en la sala. Ni toses, ni teléfonos, ni caídas de objetos ni nada parecido. Por momentos creí estar solo en el teatro.

He aquí, lector, los componentes de un cóctel con el que el Teatro Arriaga ha podido construir un concierto de lo más exitoso en mucho tiempo, de alta calidad musical. Una lástima que la asistencia de público estuviera muy lejana del lleno pero, sinceramente, ellos se lo han perdido. Eso sí, no puedo evitar el comentar que a pesar de las emotivas palabras de la cantante en un perfecto italo-castellano para justificar el bis de Morgen, de Richard Strauss, por aquello de recordar la necesaria esperanza en momentos de tristeza colectiva, que cantar cualquier cosa después de un viaje tan hermoso me sigue pareciendo un crimen artístico.

Foto: Stas Levshin. Joyce DiDonato canta Winterreise en San Petersburgo.