Fischer Haitink Concertgebouw a

Gracias, Maestro

Amsterdam. 6/02/2022. Concertgebouw. Obras de Turnage y Mahler. Royal Concertgebouw Orchestra. Iván Fischer dirección musical.

Bernard Haitink fue el director titular de la Royal Concertgebouw Orchestra entre 1961 y 1988, y posteriormente su director honorario desde 1999 y hasta su muerte, el 21 de octubre de 2021. Fue una relación larga y fructífera, con una única crisis en la relación, a principios de los ochenta, motivada por la oposición del director a los recortes presupuestados para la formación, que supuso la salida de una veintena de instrumentistas. Haitink amenazó con dimitir, y esto muestra una de sus facetas mas reconocidas: estar siempre al lado de los músicos. Así lo relató también uno de ellos el pasado domingo en el emotivo homenaje acaecido en el Concertgebouw. El músico en cuestión, uno de los trombonistas, relataba emocionado cómo Haitink se preocupaba arropándolo en su nervioso debut con la orquesta mientras ensayaba un difícil pasaje para su instrumento: “No se preocupe, quítese presión, el día del concierto yo no le miraré pase lo que pase en ese momento” relataba el trombonista que le dijo el director, provocando la sonrisa general entre el público asistente. En el acto también se remarcaron una y otra vez tres reconocidas características de Haitink: la modestia, la honestidad y la humanidad, algo que ha quedado indudablemente impreso en la mayoría de sus interpretaciones, así como en las numerosas grabaciones realizadas, y que afortunadamente quedarán para la posteridad.

El homenaje, que fue presidido de forma discreta por la princesa Beatriz, fue conducido musicalmente por el nuevo director honorario de la orquesta desde esta temporada, Iván Fischer, y empezó con el estreno en los Países Bajos de la obra dedicada al director por el compositor inglés Mark-Anthony Turnage. La composición es un `Cortege for Bernard Haitink´ y fue estrenada en Londres por la Sinfónica de esta ciudad dirigida por Kirill Karabits el pasado 16 de diciembre. Se trata de un sencillo homenaje del compositor, que fue amigo del director, basado en dos motivos (y sus derivaciones). El primero de afilada interválica expuesto primero por flautas y violines, que contrasta con el segundo motivo formado por líneas más largas en grados conjuntos. La obra dura poco mas de cinco minutos, y demuestra el buen hacer del compositor inglés y, en esta ocasión, poco más. La lectura de la obra propició el primer acercamiento a la prodigiosa tímbrica de la Orquesta del Concertgebouw que luego se amplió en la interpretación de la sinfonía de Mahler. Uno no sabe que admirar más, si la perfecta afinación, la transparencia y limpieza de los sonidos, o la tímbrica refulgente de cada sección de la orquesta holandesa. ¡Qué placer!

Fischer Haitink Concertgebouw b

La primera sinfonía de Mahler es una obra muy del Concertgebouw, y muy de Haitink, que la interpretó con la orquesta más de cincuenta veces. El primer sonido marcado por Iván Fischer sonó esplendoroso, por tímbrica y ajuste en el ataque. A pesar de ello, el primer movimiento se desarrolló de forma precisa e inmaculada, pero no acabó de volar del todo en cuanto a la diferenciación de los contrastantes y disímiles motivos del èsquizofrénico’ universo mahleriano. Quizá se echó en falta un mayor desarrollo en las atmosferas y en las transiciones. Aún así hubo algún prodigioso momento, como el pianísimo de las trompas en el desarrollo, así como un buen sentido del rubato y del glissando, tan importante en Mahler. Además Fischer se afanó en sacar los numerosos mordentes en la cuerda. En el segundo movimiento la mejoría se hizo evidente, y se hizo notar en momentos como el vuelo alcanzado en la dionisiaca interpretación del tema principal por los violines; la especial tímbrica en llamada de las trompas en sordina; y la caudalosa y amplia perorata de los cellos. El trío fue dirigido estupendamente por Fischer, con bastante flexibilidad, reteniendo sabiamente, y jugando con esos elementos para marcar ese aire popular tan inherente a este momento. 

El tercer movimiento comenzó con el timbalero en estado de gracia marcando el popular `Frère Jacques’ tocado en esta ocasión sorprendentemente por toda la sección de contrabajos y no en solo, aquí continuó la marcha ascendente de la interpretación y director y orquesta consiguieron los mejores momentos quizá de la noche. A destacar otra vez los celli y tuba, además del maravilloso pianísimo conseguido por los violines (en sólo un tercio de arco) del tema procedente de las Canciones de un camarada errante, todos con la ejemplar disciplina de arco e igualdad general. Fischer dirigió creando bellas y conseguidas texturas y alcanzó un delicuescente clima muy logrado, trufado con el suficiente marcato e ironía en los motivos bohemios contrastantes.

Estupendo desenlace general en el último movimiento, con la debida explosión sonora en el primer motivo tocado de forma fulgurante, seguido de un primoroso segundo motivo tocado en sólo una arcada por los violines. Fischer supo retener y conducir estupendamente dicho momento consiguiendo una suficiente culminación. Impresionante por parte de las violas el ataque del fugato postrero, lleno de fiereza, timbre y resonancia, culminando la sinfonía con un espectacular final con las ocho trompas mas los dos trombones de pie, como marca la tradición. El éxito fue grande, y el concierto terminó con la preciosa y emocionante imagen de toda la orquesta y director girados saludando de pie hacia la imagen proyectada del homenajeado. Gloria a los pueblos, que ponen en valor a sus músicos, porque ellos serán grandes, enormes, como Haitink.

Fotos: © Milagro Elstak