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Que haya vuelto para quedarse

Santander. 29/04/2022. Palacio de Festivales de Cantabria. Federico Moreno Torroba: Luisa Fernanda. Maite Alberola (Luisa Fernanda), Rocío Ignacio (Duquesa Carolina), Jorge de León (Javier), Cesar San Martín (Vidal), Marina Pardo (doña Mariana) y otros. Orquesta Oviedo Filarmonía y Coro Lírico de Cantabria. Dirección musical.: David Gómez-Ramírez. Dirección escénica: Davide Livermore.

Uno ya no puede recordar la última vez en la que estuvo presente en un recinto totalmente lleno para disfrutar de un trabajo lírico y que el público fuera capaz de expresar su satisfacción de forma tan rotunda. En el caso de Santander  la razón de la ausencia de tales llenos no se deben exclusivamente a la pandemia sino al hecho de que por distintas razones la lírica desapareció de su programación. Este 2022, con motivo del 30º aniversario de la inauguración del recinto, se han programado tres títulos líricos y esta Luisa Fernanda, es el segundo y única zarzuela.

¡Ay, la zarzuela, que maltratada está! Con la excepción de la temporada de Madrid en el teatro homónimo y el Festival de Teatro Lírico Español, de Oviedo el resto de las funciones son –casi de forma inexorable- realizadas por compañías modestas y/o itinerantes que repiten las puestas en escena ad nauseam y reducen la verdadera dimensión del género; nadie debe de poner en duda la ilusión y el fervor de estas compañías así como el servicio impagable que cumplen al llevar la música a ciudades sin tradición pero, al mismo tiempo, ¡cómo se limita la verdadera dimensión de la zarzuela tanto en el apartado escénico como en el musical! Por ello, que en Santander se haya podido disfrutar de este espectáculo es muy positivo y los melómanos deseamos que la zarzuela en particular y la lírica en general hayan vuelto a la capital cántabra para quedarse definitivamente. La respuesta del público fue apoteósica y uno quiere entender que detrás de ella existe la voluntad de implicarse con futuros propuestas líricas. Todos saldremos ganando.

Vocalmente el nivel fue notable. Ellas pusieron el listón muy alto pues Maite Alberola, de voz ancha y muy bien proyectada, encarnó una Luisa Fernanda de rompe y rasga, que transmitía todo excepto debilidad. Rocío Ignacio también rayó a buena altura y a su imponente presencia escénica se unió una interpretación sentida aunque cupiera pedirle a su duquesa algo más de malicia en la escena del baile.

Cesar San Martín cantó con mucho gusto un Vidal más juvenil de lo habitual; enseñó un fraseo elegante aunque, por momentos, tuvo dificultades para hacerse oír tras la orquesta. Jorge de León rompe con la tradición existente de los tenores líricos del género y enseña otro tipo de Javier, más denso. Creo que de León se encuentra en un momento de forma pletórico y es dueño de una voz oscura, de enorme tamaño y con agudos de una fortaleza imbatible. Su Javier puede sonar distinto, sí, pero el resultado es solvente y digno de escucharse.

Entre los numerosos papeles secundarios destacar el empaque de Marina Pardo (doña Mariana) y Ana Nebot (Rosita) así como el buen hacer de Antonio Torres, un Luis Nogales de entidad vocal y escénica. Javier Díaz tuvo que hacer frente al papel agradecido del saboyano, con una canción suficiente. Didier Otaola vio su Aníbal muy castrado, reducido a la mínima expresión. El Coro Lírico de Cantabria las pasó canutas en las partes fuera de escena, con desajustes evidentes aunque luego, ya bajo la mirada del director, solventaron los problemas. La Orquesta Oviedo Filarmonía, bajo la batuta de David Gómez-Ramírez sonó con cierto volumen y en algunos momentos el mismo quedó descompensado en detrimento de las voces. En cualquier caso, nada que hipotecara la función. Ya queda dicho que en apartado musical fue evidente la reducción de la parte cómica, con la idea de centrar toda nuestra atención en los vaivenes amorosos de los cuatro protagonistas; el gran damnificado es Aníbal, que pierde, por ejemplo, dos de sus momentos: la narración de la pelea con el embajador ruso o la del viaje a Portugal para traer el traje de novia. Personalmente, no me parece nada mal la decisiónpues además de alargar las funciones con estas historias paralelas que poco aportan, la mayoría han envejecido muy mal aunque habrá quien, legítimamente, reivindique la integridad de la partitura.

La propuesta escénica de Davide Livermore, del Teatro de la Zarzuela, trata de fusionar el mundo de la zarzuela con el cine, creando un único escenario giratorio en el que se reproduce una pantalla, la del conocido cine Doré, creando una primera impresión efectista y hermosa para luego quedar la propuesta sin vuelo. Estéticamente las imágenes más hermosas las vimos en el tercer acto, único en el que salimos de la sala cinematográfica para pasar a la dehesa extremeña. Sin embargo, aunque creo que la propuesta es errónea, me parece que –como ocurre en la ópera- es totalmente necesario que se hagan apuestas escénicas para renovar un mundo, el de la zarzuela, bastante renuente a los cambios, confundiendo tradición con estatismo.

Foto: Palacio de Festivales de Cantabria.