Savall portrait 2022 

La unidad cultural de Europa

Amsterdam. 1/05/2022. Concertgebouw. Obras de Bach, Rameau, Geminiani, y Haendel. Orquesta del Concertgebouw. Jordi Savall, director.

Jordi Savall ha hecho su debut con la Orquesta del Concertgebouw, algo que nunca había sucedido en Amsterdam con un director de su edad. Aunque otros octogenarios habían dirigido la orquesta (Haitink, Boulez, Masur… Blomstedt con 94 años), ninguno había esperado tanto para debutar con la formación holandesa. En Amsterdam había indudable expectación, y el lleno en la sala, y la calurosa acogida que propició el público al director catalán, remarcaron de cariño este esperado recibimiento. 

Savall, Embajador de la paz de la UNESCO, y Embajador de la UE para el Diálogo Intercultural, eligió para su debut un programa que él quería que versase sobre la unidad, la unidad europea; y para ello, pensó que era apropiado elegir simplemente las piezas más hermosas de los compositores más brillantes. La crème de la crème de la cultura musical europea. 

Savall, en una entrevista previa, comentaba algo que, creo, es muy importante: “Si hay unidad en Europa, existe por la gracia de la cultura. Esta unidad ya había crecido en los monasterios y catedrales del siglo XIII, y es mucho más fuerte que la Europa política” 

Esa unidad e interrelación quedaba probada en un programa con Bach, que sometía a su genio todo lo que llegaba de Europa; un Haendel que viajó por Italia y emigró a Inglaterra absorbiendo todo lo que le gustaba por el camino; Un Geminiani italiano que encontró su nicho en Inglaterra y que para su concertó grosso La Follia recurrió al inmensamente popular en su época, tema de origen español; y un Rameau, cuya suite Les Boréades es un producto típico de la Ópera de Paris del siglo XVIII.

La Orquesta del Concertgebouw, para esta visita, no cambió sus cuerdas a tripa; ni su afinación de 440hz; ni sus instrumentos de madera o metal, pero realizó un verdadero y notabilísimo ejercicio estilístico. La cuerda, numerosa (12 violines primeros y 10 segundos) tocó con un apreciable dominio de los golpes de arco acercando todo mucho más al talón, y restringiendo el vibrato a momentos puntuales como las messe di voce. El viento fue preciso, diáfano, y resonante sin espurios apoyos, y la percusión utilizó las membranas y baquetas mas adecuadas.

El programa se inició con la Obertura N.3 BWV1068 de Bach. A tempo moderado, y ablandando un tanto los característicos puntillos que forman la obertura alla francesa, Savall fue desgranando con adecuado pulso el desarrollo de la obra, no sin alguna borrosidad. Suma de danzas de los más diferentes procedencias, resaltó, a pesar del cambio de velocidad en el desarrollo del movimiento, la limpieza de su Air y su clara articulación de ligaduras además de los bien secuenciados crescendi y las bien sacadas voces internas. Elegantes las Gavotte I/II diferenciando bien las partes; y necesitada quizá de mas contraste la Bourree.

Con la Suite ‘Les Borèades’ se consiguió una mayor implementación tímbrica y de energía, ayudado, sin duda, por la peculiar instrumentación de Rameau. Timbrica acerada, con el suficiente sabor, Savall consiguió dar impulso y color a las mas variadas danzas. Destacó el delicado clima de la Entree, donde movió el tempo consiguiendo un buen efecto; y la bien contrastada forma de llevar la famosa contradanse en rondeau, con esa peculiar y expresivo salto de cuarta y su aire popular.

Geminiani compuso su concertó grosso La Follia inspirándose en la versión que hizo para violín y continuo su maestro Corelli. La colocación enfrentada de primeros y segundos violines ayudó a los típicos efectos ‘estereofónicos’ de la forma, y los instrumentistas de los soli tocaron de forma notable la que es, prácticamente, la repetición de la primigenia línea coreliana, con buenos detalles de ornamentación en algunas repeticiones. 

El concierto finalizó con la Música para los Reales Fuegos Artificiales de Händel, donde se consiguió un claro sabor popular, y una cierta rusticidad y brillantez que le va muy bien a la obra en muchos de sus momentos. Adecuada, también, la acentuación y peso en el uno del compás, además de marcar como es debido las tan importantes hemiolias tan características en este tipo de música. Savall dibujó también bonitos ecos en La paix, y diferenció y contrastó las diferentes partes de la Bourree, además de detallar alargando notas. La obra tuvo pulso y vibración, y Savall buscó y consiguió adecuadas y efectivas resonancias. El concierto terminó con buen éxito, que Savall remató e implementó de forma muy inteligente dando de propina la Danza de las furias del Don Juan de Gluck, y, sobretodo, repitiendo la Contradanza de Rameau, pero ahora con explicadas palmadas del público, que hicieron elevar la euforia del respetable, consiguiendo, así, que todo el mundo se fuese con un estupendo sabor de boca, y afrontase con una sonrisa, la preciosa y soleada tarde de domingo en Amsterdam. ¡Bravo!