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El poder de lo dionisíaco

Frankfurt. 30/04/2022. Openrhaus. Szymanowski: Król Roger. Nicholas Brownlee (Król Roger). Jane Archibald (Roxana). Gerard Schneider (Pastor). Samuel Levine (Edrisi). Orquesta y Coro de la Ópera de Frankfurt. Dirección de escena: Johannes Erath. Dirección musical:Sylvain Cambereling.

Sin duda, Karol Szymanowski (1882-1937) es el compositor polaco más importante de la primera mitad del siglo XX. Formado en el Conservatorio de Varsovia, supo abrirse a las nuevas músicas que invadían Europa. Fiel seguidor de Richard Strauss, pero también de Wanger, formó con otros tres jóvenes compositores el grupo Młoda Polska, al que pertenecía también el pianista Artur Rubinstein, nombre que aglutinaba a distintos artistas de disciplinas como la literatura o las artes pláticas que luchaban por crear un cultura nacional polaca, entonces, como tantas veces en la historia, desgajada por el intereses de las grandes potencias que la rodeaban. Pero poco a poco, la personalidad musical de Szymanowski fue haciéndose más personal, más impregnada de impresiones sensoriales de sus muchas lecturas y de sus viajes. Uno de esos periplos, que le llevó en 1911 al sur de la península Itálica y la isla de Sicilia, le inspira (junto a un viaje por el norte de África en 1914) para la creación de su segunda ópera: Król Roger. El compositor había leído mucha literatura clásica griega y estaba escribiendo una novela llamada Efebos, de la que sólo se han conservado fragmentos, donde el culto por la belleza, en el sentido helenista del término, era el eje fundamental. Estrenada en Varsovia en 1926 con libreto del mismo compositor y su primo Jaroslaw Iwaszkiewicz, partiendo de Las bacantes de Eurípides, es una ópera en la que con el toque maestro de Szymanovski podemos apreciar diversas influencias. La música es de un color bello y con reminiscencias que nos acercan a los modernistas franceses, pero también debe mucho a Janácek y a toda la escuela centroeuropea de principios de siglo. Todo ello pasado por un tamiz personal que hace que el foso siempre refleje lo que está ocurriendo en el escenario. El libreto, que sitúa la acción en una Sicilia medieval pero casi mítica, está lleno de poesía, de simbolismo, de influencias clásicas, pero también de las teorías de Nietzsche y me atrevería a decir que de Freud. La lucha entre dejarnos llevar por nuestros instintos, por nuestro ser más emocional (fuerza que personaliza la figura del Pastor) y la defensa de las ideas más apolíneas, más de dominio de la razón (que defiende Roger), forma el núcleo de la historia. Al final, aunque el rey sale renovado y saluda al sol, su valedor, no deja de parecer una victoria pírrica.

No es fácil escenificar este complicado libreto. Te puedes guiar por lo que indican los autores y situar la acción en una gran catedral en el primer acto, en el palacio real donde se desarrolla el juicio al pastor en el segundo, y en unas ruinas grecorromanas para terminar la obra. En junio de 2019 se estrenó en la Ópera de Frankfurt la propuesta del director Johannes Erath que ahora se ha sido repuesta. Erath esquematiza hasta el extremo la propuesta escénica (firmada por Johannes Leiacker) utilizando dos planos inclinados, que partiendo uno de la parte superior del escenario y otro del suelo del mismo se unen formando un ángulo y apoyándose en una excelente iluminación de Joachim Kleim. Sobre esa plataforma se desarrolla toda la acción, mientras el coro se coloca (a la manera griega) en los dos lados de ese espacio. Distintos elementos simbólicos dan referencias a la acción, así como las proyecciones del plano superior, y aunque el resultado en un primer momento es impactante acaba resultando monótono y demasiado alejado de la acción de la obra. Un buen trabajo de los actores, estupendamente dirigidos, compensa ese estatismo general.

Tres son los protagonistas de la ópera y los tres estuvieron a un altísimo nivel. Destacaría el Król Roger de Nicholas Brownlee, un barítono de unos medios extraordinarios y que además se implicó totalmente con el personaje. Posee una voz de bello timbre, con buena técnica y dominó toda la tesitura sin ningún problema. Muy exigente en lo vocal es el papel de la reina Roxana, que llevó a buen puerto la soprano Jane Archibald gracias a la calidad de su voz en el tercio más agudo de su rol. También muy buen desempeño el de Gerald Schneider como El pastor, para el que también Szymanowski compuso una parte con una parte aguda bastante complicada y que constantemente tiene que saltar la barrera de la orquesta. Mucho más limitado en el tercio superior el Edrisi (personaje secundario, consejero de Roger) de Samuel Levine, que estuvo correcto en el resto de sus intervenciones. Muy bien el trabajo vocal y actoral del Coro de la Ópera de Frankfurt, fundamental en esta ópera, por las reminiscencias con en el mundo de la tragedia griega con el que el compositor quiso marcar su obra.

Sylvain Cambreling, especialista en el repertorio del siglo XX y XXI, supo sacar toda la fuerza, exotismo y belleza que atesora esta singular partitura. Su lectura, llena de detalles, es rica en efectos sonoros y desgrana perfectamente todo el mundo musical tan hipnótico que creó Szymanowski. Una vez más, imprescindible el perfecto trabajo de la estupenda Frankfurter Opern- und Museumsorchester, titular del teatro.

Foto: Barbara Aumüller.