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Un Schumann clásico

Barcelona, 28/02/2023. Palau de la Música Catalana. Obras de Mozart y Schumann. Franz Schubert Filharmonia. Alba Ventura, piano. Tomàs Grau, dirección musical.

La Franz Schubert Filharmonia continuaba su temporada en el Palau de la Música el pasado martes, con la intervención solista de Alba Ventura y con un repertorio formado por el Concierto para piano no. 20 en re menor de Mozart y la Sinfonía no. 4 de Schumann, escrita en la misma tonalidad. Desde que fuera fundada en 2006 como Orquestra Simfònica Camera Musicae esta orquesta se ha ido desarrollando bajo la dirección de Tomàs Grau, desde 2021 con su nombre actual. A dia de hoy despliega una temporada propia tanto en el Palau como en el Teatre de Tarragona y este año ha compartido escenario en el Palau con artistas de la relevancia de Ivo Pogorelich y Elisabeth Leonskaja. 

Para esta ocasión se tenía que contar con el duo de las hermanas Katia y Marielle Labèque para el Concierto para dos pianos y orquesta KV365 pero una lesión en el hombro de la primera obligó al cambio de planes. En su lugar se nos propuso un programa que incluía la 4ª Sinfonía de Schumann, como en la idea original, pero sustituía el mencionado concierto por el Concierto no. 20 KV466 y a las hermanas Labèque por la solista Alba Ventura.

Todo muy oportuno dado que el concierto se enmarcaba en el centenario del nacimiento de Alicia de Larrocha, de la cual Alba ventura recibió clases magistrales y para la cual hubo también un recuerdo durante el concierto. Además Alba ventura grabó en 2019 las sonatas K.279, K.280, K.285, K.311, K.331 y K.545 en el marco del proyecto de una integral de sonatas de Mozart, por lo que la vinculación de la pianista con el compositor es notoria.

Decía en una antigua entrevista Tomàs Grau sobre su propio estilo: “Renuncio a unos pocos decibelios para primar la dulzura y el fraseo”. Y así fue su ejecución y la de su orquesta durante la velada. Todo muy elegante. Es cierto que el sonido, tal vez por esa escala de prioridades, tendía a ser un poco seco. También lo es que hubo leves estridencias en los agudos de las cuerdas y una escasa presencia de las maderas, pero lo cierto es que todo el programa fue ejecutado con notable transparencia. Del mismo modo, la interpretación de Alba Ventura explicitó su consistencia técnica y la claridad de su concepción. Entre el 2º y el 3er movimiento hubo una extraña ovación que denota la calidez del ambiente y en el último movimiento pareciera que la solista tenía problemas con una uña o algo parecido, dado que se llevó repetidamente la parte a la boca. Todo ello fueron esos detalles que nos devuelven a la vida real mientras el sublime y dramático Concierto no. 20 intenta mantenernos en estado de levitación. El conjunto de la ejecución fue muy satisfactoria y recibió una notable ovación que Alba Ventura recompensó con una propina: una pequeña pieza de Alicia de Larrocha muy amable y tocada con gran gusto.

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La Sinfonía no. 4 de Schumann fue estrenada en 1841, pero dio lugar a modificaciones posteriores. En general, destaca por sus novedades formales si se compara con los referentes mayores en el sinfonismo inmediatamente anterior (Beethoven, Schubert, Mendelssohn) y ello generó ciertas dudas en el estreno. A dia de hoy la obra se muestra muy cohesionada por encima de su división en movimientos, de manera que las pausas entre ellos son a veces tan sutiles que son ejecutados prácticamente sin solución de continuidad.

Como ha quedado dicho el enfoque de Tomàs Grau y su orquesta tiende a la claridad y a la transparencia, a descargar de peso el flujo orquestal y por tanto a aportar un enfoque clásico que si ya era notorio en la música de Mozart lo fue aún más en la interpretación de un Schumann ya muy lejano de los códigos clásicos y más próximo a lo que dio en llamarse Neue Musik. Ello dio lugar a una cierta falta de densidad en general, pero no impidió que se produjeran momentos de gran belleza, como el crescendo que da inicio al último movimiento. 

En conjunto la honestidad, el buen gusto y el equilibrio presidieron el conjunto de la velada. La calidad técnica de la orquesta es notable y ello es muy meritorio en un proyecto local y localizado en Barcelona y en Tarragona, donde la Franz Schubert Filharmonia también desarrolla una temporada anual. Tomás Grau y la orquesta han desarrollado juntos un sonido propio y ofrecieron, junto a Alba Ventura, una práctica interpretativa muy solvente. Esperemos que proyectos tan necesarios como este sigan dando sus frutos.

Fotos: © Martí E. Berenguer