TheTelephone MusikaMusica23

Renovando votos

Festival Musika-Música 2023. 4/03/2022. Auditorio Euskalduna (3) y salas adyacentes (1 y 2). 

(1) The Telephone, de Gian Carlo Menotti, con Ruth González (soprano), Jan Antem  (barítono) y Ensemble Galdós. Direción escénica: María Goiricelaya. Dirección musical: Iván Martín.  

(2) La poesía de Federico García Lorca en la canción, con Naroa Intxausti (soprano) y Aurelio Viribay (piano). 

(3) Sinfonía nº 4 en Sol Mayor, de Gustav Mahler, con Joanna Freszel (soprano) y la Orquesta Sinfónica de Castilla y León. Dirección musical: Case Scaglione. 

 

Introducción

No por reiterado va a sobrar en esta introducción esta idea que me ronda siempre que asisto a este certamen: todo melómano debería asistir, al menos una vez, al Festival Musika-Música. Y como por pedir que no quede, toda ciudad seria debería de tener un festival similar porque pocas veces se puede disfrutar en torno a la denominada música clásica de un festival en lo que prevalece son las ganas de llegar a la hora al próximo concierto sinfónico tras terminar uno de lied. Y así es; en torno al Auditorio Euskalduna, punto neurálgico del festival, podían verse decenas de jóvenes esperando su turno para escuchar o para tocar mientras se escuchaban cantos y risas  en un ambiente de camaradería y complicidad envidiables. Sí, aún hay gente que une música clásica con aburrimiento pero eso es porque no han estado en un festival como este.

Un servidor concentró su presencia durante el sábado con tres conciertos de 50-60 minutos de duración cada uno y repartidos por todo el día, para hacerlo más llevadero y digerible. La edición de este año unía bajo el título Notas y letras a la música clásica con la literatura por lo que, conscientemente, se abría un mundo enorme en el que cabía todo lo imaginable en una programación que supera los setenta conciertos en tres dias.

 

Concierto 1: The Telephone, de Gian Carlo Menotti 

Incomprensiblemente la ópera ha sido la gran olvidada de las 21 ediciones anteriores de Musika-Música y por ello este año se ha destacado por parte de los organizadores la programación de esta muy breve obra del estadounidense Gian Carlo Menotti, The Telephone (1947), subrayándose que era la primera vez que se hacía ópera en el festival aunque un servidor recuerda que hace unos años y aunque fuera en versión de concierto pudo disfrutarse El retablo de maese Pedro, de Manuel de Falla. 

En la sala adjunta OE del Auditorio principal una docena de bicicletas estáticas y otros instrumentos habituales en un gimnasio decoraban el escenario de esta obrita, que apenas llega a los 25 minutos de duración. Conviene decir que lo mejor de la propuesta ha sido la misma aparición de la ópera en el festival; la otra decisión a aplaudir, que la obra elegida sea la de un compositor olvidado por todos los teatros operísticos cercanos. Se me hace muy difícil de entender cómo se puede mantener lejos de las programaciones The Consul, por poner solo un ejemplo, mientras otras obras se repiten ad nauseam y, muchas veces, en condiciones precarias.

Evidentemente, con esta duración tendría que ser acompañada por otra obra en cualquier día normal pero en este festival, donde todo fluye con cierta prisa, queda pintiparada, incluso hasta breve. La historia, escrita hace ochenta años, tiene una actualidad enorme y puede ser entendida por cualquiera, conozca o no el lenguaje propio de la ópera. Ben quiere proponer matrimonio a Lucy pero todos sus intentos quedan ahogados por las continuas interrupciones del sonido del teléfono y la prioridad que da ella a hablar con cualquiera antes de hacerlo con quien tiene enfrente. Finalmente, él también tendrá que recurrir al instrumento en cuestión para poder declararse. En definitiva, lo que hoy en día pasan en cientos de circunstancias, de momentos y de situaciones donde cualquier sonido de nuestro teléfono merece nuestra prioridad antes de la palabra con las personas de carne y hueso que nos acompañan.

Por desgracia se decidió traducir el texto del inglés original al castellano y adaptarlo a la jerga actual, como si hiciera falta. Era previsible que el teléfono fijo coetáneo de Menotti se sustituyera por un móvil pero muchas otras cosas añadidas en esta adaptación era superfluas, como mencionar marcas u otras expresiones actuales.

Muy interesante y rotunda la voz del barítono catalán Jan Antem, desesperado ante el menosprecio de su Lucy, la soprano Ruth González, algo más apurada en la franja aguda. El Ensemble Galdós, en un sala de techo muy bajo y quizás por ello poco adecuada interpretó con cierta soltura la obra bajo la dirección –desde el piano- de Iván Martín.

Queda apuntado que la propuesta escénica de María Goiricelaya coloca la trama en un gimnasio lo cual nos permitió asistir a una clase de spinning y otras cosas similares mientras los cantantes desarrollaban sus cuitas. Por ello, también, todos, cantantes, actores y músicos iban con su reglamentario chándal.

Es de desear que esta iniciativa no se quedé aquí y que en años posteriores tengamos la oportunidad de escuchar otras óperas de formato pequeño que, por otra parte, son muchas veces desconocidas por el melómano vasco, dada la inveterada costumbre de escuchar solo unas pocas decenas de obras, siempre las mismas. Por último, señalar que el recinto, preparado ad hoc para unas doscientas personas presentaba un grado de ocupación del 90%.

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Concierto 2: Naroa Intxausti

Cuatro horas más tarde y en la sala OC la soprano vizcaína Naroa Intxausti presentaba un recital muy hermoso en torno a la figura de Federico García Lorca y con canciones de Jesús García Leoz, Federico Mompou, Xavier Montsalvatge, Pascual Aldave, Elisenda Fábregas y Miquel Ortega, es decir, un compendio de compositores catalanes y navarros en torno a la figura andaluza literaria más universal, Federico García Lorca.

El recital, en una sala casi llena, con un grado de ocupación superior al 90% y con un público entregado fue muy bien dicho y desarrollado por ambos, cantante y pianista. Naroa Intxausti destacó, sobre todo, por una pronunciación ejemplar –a destacar la de algunas consonantes, como la dichosa –s- y otras- y por la intención dada al texto, bien conocido y transmitido al oyente. En esta labor la función del pianista es la de acompañar y coadyuvar a construir el recital y en estas funciones Aurelio Viribay fue pieza indispensable. 

El recital nos permitió también escuchar la obra de un grupo de compositores a través de los cuales pudimos recorrer la música compuesta para canción después de la guerra civil, la misma que acabó con la vida física del poeta granadino. Algunos de ellos infrecuentes en las salas de conciertos como la egarense Elisenda Fábregas, junto a Miquel Ortega únicos compositores felizmente aun en modo de producción mientras que el resto son figuras reseñables e ineludibles de la música española del siglo XX. Un concierto hermoso a pesar de que a un servidor le cueste entender lo de dar propinas con piezas que no tengan nada que ver con el programa ofrecido.

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Concierto 3: Sinfonía nº 4, de Gustav Mahler

En todas las ediciones hay una serie de conciertos que se trasladan al auditorio principal que son de gran formato y en ellos, la figura de Gustav Mahler suele ser habitual, lo cual no deja de ser una muy buena costumbre. En este caso la orquesta elegida fue la vecina Orquesta Sinfónica de Castilla y León y la obra elegida, la sinfonía más “terrenal”, la menos “trascendental” del bohemio, la número cuatro en Sol Mayor.

Este concierto cerró la jornada del sábado y, por desgracia, no se alcanzó las cimas de otros años. No quiero decir que la interpretación no fuera correcta pero faltó ese punto de ingenio, de chispa que necesita Mahler para que toda su imponente arquitectura logre prender en el oyente. El estadounidense Case Scaglione le puso intención pero algunos tempi algo morosos y una intervención bastante limitada de la soprano Joanna Freszel en poco ayudaron Ésta última tuvo dificultades con el recinto y sus dimensiones, mostrando enormes dificultades para que su voz llegara audible y disfrutable junto a la de la orquesta.

El auditorio presentaba en su platea un grado de ocupación cercano al cien por cien y se advertía la presencia de muchas personas no habituadas a los ritos de la música clásica. La respuesta popular fue muy calurosa.

 

Conclusión

A la hora de escribir estas líneas se desconoce cuál será el hilo conductor del Festival Musika-Música del 2024 aunque un servidor ya quiere imaginar que, como es costumbre, el primer fin de semana de marzo la música clásica volverá a provocar que miles de personas ya como intérpretes, ya como oyentes habituales, ya como incipientes, se acerquen a los distintos recintos y disfruten de música bien servida. También ese día trataremos de renovar nuestros votos con el festival y la música clásica.