20230520 Gewandhaus Mahler Festival Royal Concertgebouw Orchestra 229 

Visceral

Leipzig. 20/05/2023. Gewandhaus. Mahler: Sinfonía no. 5. Orquesta del Concertgebouw de Ámsterdam. Myung-whun Chung, dirección musical.

La música, más que ningún otro, es el lenguaje de los sentimientos. Y ejecutarla consiste, casi diría que se reduce, a suscitar precisamente esos sentimientos, a provocarlos no solo en el oyente sino también entre los propios músicos que la interpretan. En este sentido, a menudo se nos olvida que la música está ahí para algo más que ejecutarla con respeto escrupuloso; está ahí para entregarnos a ella, para dejarnos llevar en sus manos, a veces, las mejores, sin saber hacia dónde. Y digo todo esto porque hacía tiempo que no sentía un Mahler tan visceral como el que presentó Myung Whun-Chung ayer en Leipzig con la Orquesta del Concertgebouw de Ámsterdam. Una Quinta vivida con las tripas, sin concesiones a la galería, sin tonterías, pura música, puro sentimiento, incluso a riesgo de pasar por encima de alguna indicación dinámica tal y como está prescrita en la partitura. Pero a quién importa si al final pasa algo, hay verdad, se vive la música para lo que fue concebida. El auditorio en pie, a los pocos segundos de terminar el concierto, lo decía todo. A las salas de concierto venimos a emocionarnos, en el sentido que sea, aunque a menduo se nos olvide y nos perdamos en vacuas ceremonias.

La Quinta sinfonía ha de ser un viaje por las entrañas, un careo con fantasmas y sombras, un encuentro con la belleza, sin mediaciones, directo, áspero si fuera preciso. En esta ocasión la Trauermarsch sonó verdaderamente marcial y con un poso de honda melancolía, casi violento en su nostalgia. A continuació, el Stürmisch bewegt se asemejó a una suerte de noria infernal, girando cada vez más vertigionsamente, como al borde de desacarrilar. Realmente escalofriante por momentos, con oleadas de sonido que parecían zarandear a la audiencia sin piedad.

El Scherzo fue una buena prueba de lo exhuberante y poderoso que puede ser el sonido de la formación holandesa, espoleada por Chung en la búsqueda de mil requiebros, cómplice, casi juguetón en el fraseo a veces, pero firme siempre en su gesto. El Adagietto fue a decir verdad uno de los más bellos y genuinos que recuerdo, con los atriles de la Orquesta del Concertgebouw en verdadero estado de gracia, trenzando un juego infinito, delicuescente. Asombroso el sonido de las cuerdas, por su relieve, por su definición, por su redondez... Increíble. Por último, poderoso e  incontenible sonó el Rondo-Finale, perfecto compendio y resumen de las virtudes de esta ejecución de la Quinta sinfonía de Mahler: emocionante, visceral, bella, arolladora y tersa a un tiempo, grandiosa sin ser ceremonial.

Myung Whun-Chung es un maestro sin duda inspirador. A sus 70 años de edad parece atravesar un tiempo de reposada madurez, cosechando éxitos importantes allá donde es requerido como batuta invitada (ojalá se le viera por España algún día, dicho sea de paso...). Con este Mahler deja buena muestra de su talento, no siempre bien ponderado por la crítica. Me atrevería a decir que hay una prioridad superior para Chung, habida cuenta de lo escuchado en esta Quinta, y no es otra que la expresividad, incluso sacrificando a veces la escrupulosidad de la ejecución. Fue emocionante ver a Chung aplaudiendo a sus músicos en los saludos finales, girado hacia ellos como un espectador más. Sigue habiendo maestros hechos de otra pasta.

La Orquesta del Concertgebouw atesora un largo historial mahleriano (recuerdo algunas noches memorables con Haitink y Jansons), hasta tal punto que es una de las formaciones que más ha tocado y grabado sus sinfonías, imprimiéndoles un color ciertamente especial y reconocible. A decir verdad, el potencial de sus atriles es descollante, cosa que sorprende aún más con el conjunto descabezado desde que se rescindiera el contrato a Daniele Gatti en 2018. El reciente nombramiento de Klaus Mäkelä como próximo lider de la formación, a partir de 2027, es alentador, pero lo es aún más, como decía, el hecho de que la RCO sigue estando ahí, incólume, ajena a los avatares de su liderazgo. Pocas orquestas suenan hoy en día como ellos y eso es un valor histórico que es justo reconocerles. Sin duda, su presencia era obligada en este Mahler Festival de Leipzig que por fin tiene lugar en 2023.

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Foto: © Christian Rothe