Maiestas Domini
Barcelona 18/05/23. Auditori de Barcelona. Beethoven: Missa Solemnis. Le Concert des Nations. La Capella Nacional de Catalunya. Jordi Savall, dirección musical.
Puede sorprender todavía a alguien desprevenido la majestad artística del maestro Jordi Savall a sus 81 años. Lo cierto es que después de una más que notable y refrescante integral de las nueve sinfonías de Beethoven, vistas en las tres sedes musicales insignes de Barcelona: Auditori, Palau de la Música Catalana y Liceu, esta nueva cita supuso una especie de culminación musical de un proyecto enmarcado en el celebrado 250º aniversario del nacimiento de Beethoven cumplido en el año 2020.
La Misa Solemnis enmarcada por Savall, ha supuesto un éxito musical, sobretodo, gracias a la madurez y excelencia musical de las formaciones, con especial mención a unos estratosféricos Capella Nacional de Catalunya. Preparados con rigor y calidad impoluta por Lluís Villamajó, este sorprendente coro hizo de esta cumbre beethovenina, un Everest vocal a la altura del reto.
Riqueza tímbrica en las secciones, claridad del exigente tejido vocal de la obra, con esa escritura aguda que parece imposible abordar y que las sopranos y tenores bordaron con cum laude. La melosidad de los colores, la dulzura de la emisión y los contrastes, tan propios de la escritura beethoviana, produjeron momentos llenos de luz y fuerza como en el espeluznante Gloria, o con la sutileza evanescente de un Sanctus, puro hedonismo vocal.
No le fue a la zaga el conjunto Le Concert des Nations, con la luz del arco del violín concertino de una Lina Tur Bonet que se hizo protagonista en un Sanctus donde el fraseo y el lirismo iluminaron al cuarteto vocal como si de la luz de Prometeo se tratara.
Qué difícil y qué exigente el trabajo del cuarteto solista, solo superado por el protagonismo y endiablada escritura vocal del coro. Y que loable ejecución la de la soprano noruega Lina Johnson, incisiva en sus agudos pero de emisión vaporosa y firme, el tenor germano Martin Platz, vehemente y de seductor timbre, la mezzo holandesa Olivia Vermeulen, señorial y técnicamente impecable, o el habitual colaborador de Savall en estas lides, el siempre meloso barítono suizo Manuel Walser.
Y last but not least, gran trabajo de Le Concert des Nations, con el inestimable trabajo de asistencia musical de Luca Guglielmi. Lectura profunda, de estimulante claridad sonora, recreando ese lenguaje inefable beethoviniano, lleno de aristas y contrastes. Un resultado resplandeciente para una Misa que supuso su obra más ardua y a la que más tiempo le dedicó junto a la ópera Fidelio, de todo el corpus musical del maestro de Bonn.
Savall dio una lección de elegancia e introspección. Una lectura fluida, de notable naturalidad sonora, donde los planos orquestales y su intrínseco tejido vocal-coral, se fueron tejiendo de manera orgánica y con la pátina de profundidad expresiva que la obra pide desde su esencia.
Es cierto que la obra presenta una génesis irregular, ambiciosa y hasta cierto punto desmesurada, pues es un coloso sonoro sinfónico-vocal que coquetea con el oratorio. Pese a un inicio algo difuminado y un extraño final de borroso extasis, Savall insufló, cual Maiestas Domini del Pantocrator de la partitura, una lectura poética, profunda y llena de sensibilidad espiritual. Un Beethoven de lirismo infinito para esta obra monumental.
A la espera de su feliz salida discográfica…¿Para cuándo el Fidelio?