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La música no tiene edad

Dresde. 28/05/2023. Kulturpalast. Dresdner Musikfest. Obras de Mendelssohn: Concierto para violín y Sinfonía no. 3. Chamber Orchestra of Europe. María Dueñas, violín. Herbert Blomstedt, dirección musical.

Cuando el público enmudece durante más de media hora de música, como lo hizo este domingo en el Kulturpalast de Dresde, es porque algo genuino y auténtico está ocurriendo en el escenario. Y es que el Concierto para violín de Mendelssohn que ofrecieron la española María Dueñas y el sueco Herbert Blomstedt fue memorable. Es asombroso comprobar que sus fechas de nacimiento distan la friolera de 75 años: la violinista granadina tiene 20 años y el veterano e icónico maestro cumplirá pronto los 96. Pero la música no distingue entre edades y este concierto fue una hermosa y palmaria demostración de ello.

Permítanme comenzar corroborando cómo ha evolucionado María Dueñas en apenas un par de años. El salto, la evolución desde los conciertos que le pude ver en 2020 en Granadaen 2021 con la Orquesta Nacional de España es incontestable, apabullante incluso. La solista andaluza ofrece ahora un sonido grande, terso, decidido, vivido con un fraseo intenso y elegante, genuino. Un sonido a la antigua, de vieja escuela, como me dijo en el descanso el omnipresente Alfonso Aijón. Realmente asombroso el aplomo y seguridad con los que Dueñas desgrana la partitura.

En el violín de Dueñas hay sentimiento y hay honestidad, de un modo tal que el puro arte eclipsa incluso al mismo prodigio técnico. Y ella en el escenario tiene además una presencia encantadora, magnética; su manera de hacer música resulta fresca, delicada, auténtica, precisa... Realmente congratula encontrar músicos así, sin trampa ni cartón. Creo sinceramente que María Dueñas es un tesoro, un diamante ya pulidísimo. Ojalá tenga la suerte de rodearse de las mejores compañías, en este mundo de la clásica, a veces tan cuajado de envidias y zancadillas. Intuyo que le irá bien y llegará muy lejos.

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Para este concierto en el Musikfest de Dresde, con el citado Herbert Blomstedt y la Orquesta de Cámara de Europa, María Dueñas presentó el Concierto para violín de Mendelssohn. Es curioso, por cierto, porque Dueñas ya había tocado en esta misma capital, en 2021, entonces con Marek Janowski y la Filarmónica de Dresde, al frente del concierto de Beethoven, el mismo que le ha valido para firmar en exclusiva con Deutsche Grammophon y grabar su primer álbum. No en vano la granadina se formó durante un tiempo en Dresde, en la Universidad Carl Maria von Weber. Asombraba ver, en el descanso del concierto, una extensísima fila de espectadores aguardando para que Dueñas les firmase su ejemplar del Beethoven recién publicado en DG, con Manfred Honeck y la Sinfónica de Viena.

En Dresde la versión del Mendelssohn sostenida por Dueñas y Blomstedt tuvo la virtud de la fluidez. Así, el magisterio del veterano maestro sueco impuso unos tempi de absoluta coherencia, en una versión bastante confortable y narrativa, cantable, de la pieza. Un Mendelssohn más amortiguado que vibrante, si acaso, pero bellísimo, apoyado Blomstedt en los extraordinarios solistas que aglutinan la Chamber Orchestra of Europe. En ese lienzo, tan sólido como confortable, el Mendelssohn de Dueñas sonó con voz propia pero cargado a la vez de resonancias, clásico sin ser académico, fresco sin ser provocador, en el punto justo entre la renovación y la reverencia. En suma, y sin exagerar, escuchamos un Mendelssohn que bien puede calificarse de histórico.

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Ya en la segunda mitad del concierto, el bellísimo programa nos reservaba la Sinfonía no. 3 de Mendelssoh, la conocida 'Escocesa'. La versión dispuesta por Blomstedt fue de un dinamismo y vitalidad arrolladores. Realmente es una lección de vida y de pasión asistir al espectáculo que Blomstedt despliega en el podio a sus 95 años de edad. Dirige sentado ya, es cierto, pero sus brazos y sus manos fluyen de un modo tan orgánico y elocuente que nadie daría crédito a su longevidad.

La Chamber Orchestra of Europe siempre ha sido una formación excelsa, inspirada, cuajada de músicos de primerísima división -ahí estaba por ejemplo la flautista española Clara Andrada-. Desde sus tiempos en manos de Abbado, Harnoncourt o Haitink han dado muestras de un hacer virtuoso, con un sónido limpísimo a la par que terso. Las cuerdas -con apenas ocho primeros violines, cinco violonchelos y tres contrabajos en plantilla- sonaron como si fueran el doble de músicos. Y no hablo del volumen sino de la consistencia y corporeidad del sonido. Infalibles las trompas y trompetas, experimentada la percusión y realmente geniales las maderas.

Increíble en cualquier caso la autoridad de Blomstedt resaltando los recovecos de la partitura, que abordó sin tregua, sin solución de continuidad, encadenando los cuatro movimientos de manera tan fluida como natural. Qué vresión tan emocionante y bella. Honestamente, no soy capaz de recordar que haya escuchado en vivo un Mendelssohn tan genuino, vibrante y teatral. Un concierto extraordinario de principio a fin. 

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Fotos: © Oliver Killig