PabloGonzalez DresdnerPhilharmonie23

 Transparencia e intensidad

Dresde. 28/05/2023. Obras de Ligeti, Prokofiev y Stravinski. Dresdner Philharmonie. Alina Ibragimova, violín. Pablo González, dirección musical.

Que buen músico es el director español Pablo González. Pocas batuta se atreverían, en una capital con la tradicion musical de Dresde, con un programa que incluía piezas de Ligetti, Prokofiev y Stravinsky, pura música del siglo XX. El maestro asturiano, que acaba de finiquitar su etapa al frente de la Orquesta de RTVE, es lo más parecido a un Kapellmeister de los que tanto abundan (o abundaban) y se valoran (o se valoraban) por estos lares. Me pareció de veras meritorio que hiciera justicia a un programa francamente exigente y sin obras trilladas hasta la saciedad, lejos de la ahora tan cacareada 'zona de confort'.

Pablo González mantiene una fecunda relación con la Dresdner Philharmonie, con la que de hecho visitará España en gira el año próximo, en enero de 2024, con piezas de Mahler, Mozart y Strauss. La formación, que desde la temporada 19/20 cuenta nuevamente con Marek Janowski al frente (ya había sido su batuta titular entre 2001 y 2004). Estamos ante una orquesta sumamente solvente, quizán no se cuente a menudo entre las mejores orquestas de Alemania pero es netamente superior a practicamente cualquier formación española, por decirlo en pocas palabras. En el concierto que nos ocupa destacó especialmente la contundencia de sus metales, no solo por su infalibilidad sino también por la riqueza de su sonido. Huelga decir que la cuerda es eficacísima, aunque no posee el color que hace tan únicas a otras formaciones de la región, como la Staatskapelle de Dresde o la Gewandhausorchester de Leipzig.

En ocasión del centenario de Györgi Ligeti, que se conmemoraba precisamente el día que este concierto tuvo lugar, se abrió el programa con Lontano, una de sus piezas más celebradas y consolidadas en el repertorio. Es una pieza muy curiosa, escrita sin percusión alguna, y en la que según el autor "lo que está escrito es la polifonía aunque lo que se escucha es la armonía". El final es realmente intenso, con un climax muy logrado tras el que la música se desvanece. Pablo González demostró aquí su gran dominio de la formación alemana, consiguiendo mantener la tensión creciente que la pieza demanda.

Escuchamos después el Concierto para violín y orquesta no. 1 de Prokófiev, escrito entre 1916 y 1917, practicamente al calor de la Revolución de octubre; fue estrenado en 1923 en París por Marcel Darrieux como solista, con Serge Koussevitzky a la batuta. Aquí en Dresde disfrutamos de Alina Ibragimova al violín. Su labor fue la de una contrastada especialista en este repertorio; entregada, aunque con instantes en los que pareció recrear la partitura con el piloto automático activado. Buena compenetración con la batuta de Pablo González, en cualquier caso, y aparente facilidad en la resolución técnica de la pieza, que es realmente intrincada por momentos. Como ya sucediera en el momento de su estreno, la pieza sigue dejando una impresión ambivalente: por momentos parece demasiado conservadora y por instantes se antoja vanguardista, en un extremo casi pretencioso.

Como broche al programa, y como plato fuerte de la velada, disfrutamos de una versión muy solvente de El pájaro de fuego de Stravinski. La pieza sonó siempre bajo control en manos de González, especialmente inspirado en el tramo final de la partitura, los últimos números donde la sonoridad se desata y el delirio se apodera de los atriles. El maestro español administró la sonoridad de la formación alemana con pulso calmado y preciso, sin excesos y sin caídas, en el punto justo para brindar una versión transparente e intensa a un tiempo.