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Abriendo repertorios

Schwarzenberg. 18/06/2023. Angelika Kauffmann Hall. Obras de Berlioz y Schubert. Christiane Karg, soprano, Malcolm Martineau, piano.

Lógicamente, un festival que tiene por título “Schubertiade” tiene que tener como eje fundamental de su programación artística la obra (muy extensa pese a la temprana muerte del compositor) de Franz Schubert. Aún así, los distintos conciertos, los Klavierabend y los Liederabend se abren a otros músicos. Pero generalmente son compositores del ámbito alemán y del siglo XIX o de principios del XX (con excepciones como la de Hugo Wolf, el gran liederista de finales del siglo XIX y que raramente es programado aquí). Por eso hay que valorar que el recital de la soprano Christiane Karg y el pianista Malcom Martineau del pasado 18 de junio se abriera con ese ciclo tan bello como es Les nuits d’été de Hector Berlioz. Este compuso estas canciones en 1840-41, entre la composición de Roméo et Juliette y La damnation de Faust.Los poemas proceden de una colección titulada La comédie de la mort de Théophlie Gautier, publicada en 1838. Más tarde, en 1856, Berlioz las orquestó y es esta versión la más conocida en la actualidad. Pero la versión pianística tiene una intimidad, una belleza recogida, más difícil de encontrar en la versión orquestal. Karg nos brindó una  lectura de gran elegancia, especialmente conseguida en las chansons más poéticas como la bellísima Le spectre de la rose o Au cimetière (Clair de lune). La medida perfecta, la conexión con el pianista y una voz de timbre muy atractivo fueron las señas de identidad (que se repetirían a lo largo de todo el concierto) de esta interpretación en la que podría señalarse, como único pero, una dicción en francés que puede mejorarse.

La segunda parte comenzó con cuatro lieder de Mignon procedentes de la novela de Wolfgang von Goethe Los años de aprendizaje de Wilhelms Meister. Goethe siempre fue uno de los poetas preferidos de Schubert y musicó muchos de sus versos, pero el altivo escritor no tuvo nunca en cuenta la valía de ese compositor que hizo tan grandes muchas de sus obras. El primer lied, Kennst du das Land? (¿Conoces el país?), compuesto en 1815, es uno de los poemas de Goethe más versionados. Aquí voz y piano se enfrentan a un difícil lied, de formas muy diversificadas que pretende crear un cuadro rico en colorido. Karg y Martineau formaron un equipo perfecto, logrando uno de los momentos más brillantes de la velada. En 1826 Schubert compone cuatro lieder más extraídos de Wilhelm Meister. El último es el amoroso Nur wer die sehnsucht kennt (Sólo quien conoce la añoranza), en el que la soprano demostró algunas cualidades vocales: unas medias voces perfectamente proyectadas, con exquisito gusto en el tratamiento de la melodía lírica de Schubert. 

Nuevamente sorprendió Karg con sus últimas canciones, escritas por el compositor vienés (que no olvidemos fue alumno de Salieri) basándose en poemas en italiano. Comenzó con la alegre y pastoril La pastorela al prato sobre un poema de Goldoni. Vinieron después las Cuatro canciones italianas D688, cuatro breves composiciones que son una rareza en la producción de Schubert. Los dos primeros poemas son de Vittorelli, del primero Non t’accostar all’urna crea el compositor una pequeña escena dramática. Esta influencia operística también se vislumbra en las dos canciones sobre dos textos del gran libretista de la época de finales del siglo XVIII y principios del XIX Metastasio. Tanto Da quel sembiante appresi como Mio ben ricordati nos recuerdan a arias operísticas. Una última canción, también de Metastasio, la preciosa Vedi, quanto adoro cerraba este recital poco común pero que sirvió para disfrutar de una voz segura en toda la tesitura y que se mueve como pez en el agua en el mundo del lied, la chanson y la canzone, consiguiendo siempre que el oyente quede embelesado. Como embelesa por la aparente facilidad con la que acomete todas las melodías ese magnífico maestro que se llama Malcolm Martineau. Cuando su nombre aparece en un programa uno puede estar seguro que la calidad estará presente. Pocos pianistas hay como Martineau, que es capaz de ser un gran protagonista sin que la voz quede nunca tapada. Él siempre es un apoyo y da color y belleza al sonido de las voces con las que interviene. Un genio.

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