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Regalo de boda

Hohenems, 14/07/2025. Markus Sittikus Saal. Obras de Schumann. Julia Kleiter (soprano) y Christian Gerhaher (barítono). Gerold Huber, piano.

"El 12 de septiembre de 1840 tuvo lugar el enlace matrimonial entre Robert Schumann y Clara Wieck; en la víspera, Robert le regaló a su novia una colección de veintiséis lieder encuadernados en un estuche de terciopelo rojo. Dicha colección llevaba un título muy apropiado, Myrten, pues el mirto es empleado en Alemania como adorno nupcial en guirnaldas y ramos(...). Escribe el pianista Graham Johnson que este ciclo es una amorosa enciclopedia musical alrededor del mundo, un alfa-omega del amor". Con estas palabras Fernando Pérez Cárceles abre su comentario sobre el Liederkreis op. 25 de Schumann. Y con este ciclo abrieron Julia Kleiter y Christian Gerhaher, acompañados por Gerold Huber, su concierto dedicado al maestro alemán. Dos ciclos más, después de la pausa, completarían este repaso a su obra. 

Se unían en esta velada dos de las voces más reconocidas del panorama liederístico internacional. Las enormes virtudes de Christian Gerhaher ya las repasamos en estas crónicas en su anterior concierto en solitario. Julia Kleiter está en plena madurez vocal, con un instrumento de indudable  belleza, con gran seguridad en toda la tesitura, desde un buen agudo a un grave bien perfilado y un centro amplio y de extraordinaria consistencia. Es la cantante ideal de lied, expresiva, profunda o ligera según requiera el texto, siempre matizado con variaciones de volumen perfectamente controladas. Ambos se repartieron los veintiséis lieder del op. 25, en el que Schumann bebió de los versos de diversos poetas, algunos tan renombrados como J.W. Goethe, H. Heine o G.G. Byron, y otros que los compositores de lied han hecho más conocidos aunque su valía como poetas sea inferior a los anteriores como F. Rückert. Y un destacado precursor del romanticismo como fue el poeta escocés Robert Burns, verdadera alma de esa tendencia tan romántica por los paisajes, la naturaleza y la vida en el campo, propios de su Escocia natal.

Kleiter cantó los lieder escritos para voz femenina, en general, más líricos e íntimos, mientras Gerhaher se encargaba de los compuestos para voz masculina, en los que se expresaba un aliento más enconado, más, digamos, reivindicativo de la libertad del amor y del ser humano. Está claro que los poemas tienen mucho que ver con la tormentosa historia de amor de Robert y Clara. Las canciones que más me emocionaron cantadas por Julia Kleiter fueron Der Nußbaum (El nogal) de Julius Mosen, un canto delicado y bello a un árbol tan especial en tantas culturas; el maravilloso Die Lotosblume (La flor de loto) de Heine;  El estrófico Hochländisches Wiegenlied (Canción de cuna de las Tierras Altas) de Burns, toda una declaración de incitación al robo por parte de una madre a su hijo, pero si  eres escocés y robas a los de las tierras bajas, tienes cien años de perdón. Finalmente, entre tanta maravilla, destacaría Was will die einsame Träne (¿Qué quiere esta lágrima solitaria?) de Heine, un poema lleno de belleza y sentimiento. Entre los cantados por Gerhaher me quedo con Aus den hebräischen Gesängen (De melodías hebreas) de Byron, un lied muy importante en el ciclo porque Schumann reclama su vocación de juglar cuya música tiene “la fuerza de curar la melancolía y luchar contra la depresión”; el simpático y conocido Niemand (Nadie) de Burns; y el último lied del ciclo y sin duda el más bello y excelsamente cantado por Gerhaher, Zum Schluß (Para la conclusión) de Rückert. Es una de las declaraciones más conmovedoras que compusiera Schumann. 

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La segunda parte estuvo dedicada al primero de los dos ciclos que dedicó al “Wilhelm Meister” de Goethe. Lo tituló Lieder und Gesänge aus Goethes "Wilhelm Meister",  y tiene el número de catálogo op.98a. Esta novela titulada Wilhelm Meisters Lehrjahre (Los años de aprendizaje de Wilhelm Meister) tuvo una enorme influencia en el mundo romántico, especialmente en los jóvenes. De la tumultuosa trama Schumann extrajo en primer lugar nueve poemas que musicó. Destacan el primero Kennst du das Land? (¿Conoces el país?) cantado con su pasión habitual por Julia Kleiter que también destacó en So laßt mich scheinen (Dejadme aparentar), el doloroso y triste lied que completa este ciclo. Gerhaher tuvo sus momentos más espléndidos en el nada fácil Wer nie sein Brot mit Tränen aß (¿Quién no ha comido su pan con lágrimas?), el profundamente romántico Wer sich der Einsamkeit ergibt (El que se entrega a la soledad), terminando sus intervenciones en el ciclo con An die Türen will ich schleichen (De puerta en puerta robaré), otra joya escrita por Schumann. 

Cerró el concierto Romanzen und Balladen IV (Romanzas y Baladas IV) el cuarto grupo de este tipo de lieder con versos de diversos autores. Die Soldatenbraut (La novia del soldado) fue el primer lied, firmado por Mörike, y que sonó entre marcial, simpático y sentimental en la voz de Kleiter. Este ciclo se cierra con una trilogía sobre versos de Heine: Tragödie (Tragedia). La pieza se divide en tres secciones, cada una con un carácter y tempo distintos. Imperioso y animado en  Enflieh' mit mir und sei mein Weib (Fugate conmigo y sé mi esposa) y que describe la pasión del protagonista que intenta convencer a su amada de huir con él. El segundo, Es fiel ein Reif in der Frühlingsnacht (Cayó una helada una noche de primavera), con la indicación del compositor: "Un verdadero canto popular; escuchado por Heine en el Rin", narra la historia de los amantes.  La tercera parte, Auf ihrem Grab da steht eine Linde (Sobre su tumba crece un tilo) es un dueto para tenor y soprano, donde se describe el árbol bajo el cual descansan los amantes fallecidos. Una maravillosa forma de acabar un concierto (aunque hubo dos propinas), lleno de belleza y amor cantado por dos grandes lideristas.  

Gerold Huber volvió a demostrar, como en el concierto que referenciaba arriba, su maestría a la hora de acompañar a los cantantes y darles a los lieder el profundo sentido que tienen. Eran dos voces que se unían para hablarnos de esa belleza, ese dolor, esa tristeza, que impregna la mayoría de poemas de esta velada.

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