Gentlemen López & Burnside
Barcelona. 9/6/16. Pabellón de Sant Rafael - Sant Pau Recinto Modernista. LIFE Victoria 2016. Canciones de Fauré y Toldrà. Mireia Tarragó, soprano, Eric Ledesma, piano. Finzi: Let us garland bring; Salvador: Nanas para el recuerdo (selección); Cabedo: tres canciones; Ibert: Quatre chansons de Don Quichotte; Toldrà: Seis canciones castellanas (selección); Ravel: Trois chansons de Don Quichotte à Dulcinée. José Antonio López, barítono. Iain Burnside, piano.
A causa de alguna inesperada conjunción astral, el lied tendrá este año en Barcelona, durante los meses de noviembre y diciembre, una presencia inusualmente abundante. Los aficionados sabemos que es un espejismo y que en enero todo volverá a la normalidad (es decir, excepto citas sobrevenidas, nos sobrarán dedos de una mano para contar los recitales de lo que queda de temporada) pero, mientras tanto, hay que aprovechar; la primera ocasión la tuvimos el pasado viernes con el concierto inaugural del LIFE Victoria, que estuvo precedido por un encuentro con Teresa Berganza.
En esta cuarta edición podemos hablar ya de rutinas (en el mejor sentido de la palabra), y nos reencontramos con el ya habitual Pabellón de San Rafael de Sant Pau Recinto Modernista, adornado también como de costumbre para la ocasión (y este año hay que agradecer que la iluminación permitiera leer cómodamente los textos de las canciones, al menos desde el lugar que ocupaba), y con el concierto con teloneros, que en esta ocasión eran la soprano Mireia Tarragó y el pianista Eric Ledesma. De los dos grupos de canciones que interpretaron, de Gabriel Fauré y Eduard Toldrà, cabe destacar la naturalidad con que Tarragó cantó algunas de las canciones de Toldrà y, sobre todo, su dicción, de una claridad que permitía seguir perfectamente los poemas sin recurrir a los papeles; una calidad no tan frecuente y muy valiosa.
Como explicamos en Platea Magazine hace unas semanas, esta edición del festival conmemora varios aniversarios poético-musicales. Los primeros homenajeados, en el cuarto centenario de su muerte, fueron Shakespeare y Cervantes, que abrieron y cerraron la actuación del dúo titular, el barítono José Antonio López y el pianista Iain Burnside, felizmente también parte de la rutina y un maestro en la tarea de dominar la complicadísima acústica del Pabellón de San Rafael.
El recital se abrió con el ciclo Let us garlands bring, del compositor inglés Gerald Finzi, un conjunto de cinco canciones con textos extraídos de cuatro comedias de Shakespeare. La interpretación fue excelente, la primera nota hasta la última, aunque no puedo evitar mencionar Come away death y Fear no more the heat o'the sun. Cabe destacar una adecuación perfecta al estilo por parte del barítono (la del impecable Burnside la dábamos por descontada), hasta el punto de que alguien me comentó luego que había comprobado en el programa de mano que el cantante no era británico.
El recital continuó con dos de las Nanas para el recuerdo de Montserrat Salvador y tres canciones de Fernando Cabedo (desconozco si eran un estreno) con poemas de Carmen Conde y Joan Salvat-Papasseit respectivamente, y el cantante continuó seduciendo con su voz. No sólo por su timbre y sus bajos rotundos, sino por su flexibilidad y su uso inteligente de los matices; el volumen es generoso y el único pero que se le podría poner a José Antonio López es que en algún momento fuera demasiado generoso para la sala en la que nos encontrábamos.
Cervantes no tuvo presencia directa (es decir, ninguna de las canciones interpretadas tenía textos suyos) sino que estuvo representado por su Quijote, con dos obras inspiradas en este personaje: los dos ciclos que el director de cine Georg Pabst encargó a Jacques Ibert y Maurice Ravel porque Fiodor Chaliapin las interpretara en su película Aventuras de Don Quijote. La historia del encargo es confusa, pero escuchando ambos ciclos en la misma velada cuesta entender que Pabst terminara eligiendo las canciones de Ibert sólo por razones musicales. Volviendo al recital, que es lo que nos interesa, José Antonio López interpretó con elegancia y sobriedad las tres canciones de Ravel, y tal vez dio la respuesta al porqué de la elección de Ibert con su emotiva versión de la Chanson de la mort de Don Quichotte.
Entre ciclo y ciclo, Toldrà nuevamente, con dos canciones con poemas de dos ilustres colegas de Cervantes: Madre unos ojuelos vi de Lope de Vega y Despúes que te conocí de Quevedo. que fueron junto con las canciones de Finzi lo mejor del recital; cada repetición del estribillo de Después que te conocí mostró el dominio técnico del barítono: todas iguales, todas diferentes.
Finalmente, tras haber cantado en cuatro idiomas, llegó el quinto, el alemán, con una buena versión del precioso Tanzlied des Pierrot de Die tote Stadt de Korngold, ópera disfrazada de lied ofrecida por López y Burnside como propina para cerrar un muy buen recital.