14.09.23.Aida. AAOC.1

Brillante debut

A Coruña (14/09/2023) Palacio de la Ópera. Verdi: Aida. Marigona Qerkezi (Aida), Jorge Puerta (Radamés),Nino Surguladze  (Amneris), Carlos Almaguer (Amonasro), Simón Orfila (Ramfis). Coro Gaos. Ballet Druida. Orquesta Sinfónica de Galicia. Dirección de escena: Daniele Piscopo. Dirección musical: José Miguel Pérez-Sierra.

Me pregunto qué pensaría Marigona Qerkezi cuando terminó su aria de presentación, Ritorna vincitor!, y un cerrado aplauso resonó en un Palacio de la Ópera de A Coruña como reconocimiento a su arte. Supongo que orgullo por el trabajo bien hecho y emoción al ver que el esfuerzo que supone debutar un papel de la envergadura de Aida había dado sus frutos. Y es que la cantante croata estuvo muy por encima de las perspectivas que se pudieran tener de una debutante. Demostró ser una soprano que posee un timbre bello, una técnica muy trabajada, una voz potente que saltaba la orquesta sin problemas, que descollaba siempre en los concertantes y que matizaba con un gusto exquisito. Una voz, en fin, que admiró al público y, por supuesto, a quien firma estas líneas, que disfrutó con una Aida canónica, de las que no se olvidan. Estuvo brillante en todas sus intervenciones, aunque al final de la ópera había algunas notas que denotaban una cierta fatiga, pero todoel acto del Nilo, desde la conocida O patria mia hasta los dúos con Amonasro y Radamés, fueron espléndidamente interpretados. Una gran noche para ella y para todos los que tuvimos la suerte de escucharla.

Y es que la primera ópera que han programado para su 71 temporada lírica los Amigos de la Ópera de A Coruña (luego vendrán Romeo y Julieta de Gounod, representada, y Il ritorno d'Ulisse in patria de Monteverdi, en versión concierto) fue un éxito de público y con un destacado nivel musical. Especialmente destacaría el desempeño de la Orquesta Sinfónica de Galicia dirigida por un gran director como es José Miguel Pérez-Sierra. El foso fue el alma musical de la ópera. Pérez-Sierra marcó claramente los tiempos, muy diferentes en los momentos más líricos, que fueron lentos pero manteniendo la tensión, recreándose en la bella partitura verdiana, y las escenas corales, en las que no se perdió la pomposidad que se reclama siempre a Aida. Fue una lectura muy interesante, llena de detalles y que realzó una orquesta de reputada profesionalidad y de un altísimo nivel en todas sus familias, pero sobre todo, en esta ocasión, en los vientos y las cuerdas.

Vocalmente, más allá de lo ya comentado sobre la protagonista, hubo un plantel de estimable nivel que completó el éxito musical ya mencionado. Radamés lo defendía el tenor venezolano Jorge Puerta, que resolvió su parte con soltura, comenzando con esa terrible trampa para cantantes que es Celeste Aida. Durante el resto de la ópera su voz respondió sin problemas a los retos vocales de su parte, pero lastró su actuación la poca implicación escénica y una escasa proyección, que en un teatro de estimables dimensiones como el de A Coruña siempre es un handicap. Hay que destacar su gran trabajo en la escena final, quizá uno de los mejores momentos musicales de toda esta representación.

La Amneris de Nino Surguladze fue excelente. Esta mezzo georgiana nunca defrauda y lo da todo en escena. Estuvo espléndida en la primera escena del IV acto, enfrentada a los sacerdotes, con una voz que supo unir la belleza de la música con la rabia de la actriz. Oficio no le falta a Carlos Almaguer, que era en esta ocasión Amonasro, el padre de Aida. El cantante mejicano se hizo oír y supo dar el enfoque necesario de crueldad que su rol exige. Quizá se echó de menos mayor matización en algunos momentos pero, en general, fue un buen trabajo.

¡Qué bien le van a Simón Orfila estos papeles! El cantante menorquín nos brindó un excelente Ramfis, el sumo sacerdote, intransigente y belicoso. Su voz tan característica brilló en los momentos corales y también en sus dúos. Correcto el Faraón de Giacomo Prestia, estupendo en mensajero de Francisco Pardo y resolutiva la Sacerdotisa de Lucía Iglesias. La parte coral, tan importante en esta ópera, estuvo a cargo del Coro Gaos, habitual en las temporadas coruñesas y al que le faltó un poco más de empaque y conjunción en una obra muy exigente para cualquier coro. 

La parte escénica es difícil de comentar. Hay que comprender que las asociaciones operísticas que no tienen grandes presupuestos, si quieren presentar un buen plantel musical no pueden gastar mucho en una gran producción. Y la que firma Daniele Piscopo, procedente de los Amigos Canarios de la Ópera, no lo es. No voy a entrar en detalles porque respeto la situación, pese a que crea que ante la falta de medios hay que tirar de imaginación, cosa que en esta representación no ocurrió. Si mencionar el excelente trabajo del Ballet Druida que lo dió todo e hizo de todo (no sólo bailaron en las escenas de ballet, exigentes en esta ópera, sino que también fueron figurantes y hasta utilleros). Enhorabuena a ellos y a la coreógrafa Mercedes Suárez. 

Por último, poner el valor el trabajo del equipo artístico que dirige Aquiles Machado y que ha hecho posible representar una ópera de tanta enjundia y que reclama tantos medios con unos resultados tan estimables. Buen trabajo.