Catarsis más allá de la muerte
Barcelona 19/10/23. Palau de la Música Catalana. Requiem. W. A. Mozart. Coro y Orquesta Ensemble Pygmalion. Ying Fang, Beth Taylor, Laurence Kilsby, Nahuel Di Pierro, Chadi Lazreq. Raphaël Pichon, dirección musical.
Una experiencia estética llena de sensibilidad, una interpretación cercana a lo sublime y una lectura refrescante de una de las obras más interpretadas y programadas del repertorio sacro.Así fue esta apertura oficial de la temporada 2023/2024 del Palau de la Música Catalana con la presentación del Requiem de Mozart en la concepción musical del director francés Raphaël Pichon al frente de su Pygmalion Ensemble.
Esta versión del Requiem, con otros fragmentos de música del propio compositor intercalados en medio de los diversos números de la obra sacra, se remonta a la concepción del espectáculo presentado en el Festival de Aix-en-Provence, estrenado en2019, con la puesta en escena del director italiano Romeo Castellucci. Es importante destacar este dato pues es evidente que la teatralidad de la versión, con unos tempi fogosos, nerviosos e incluso de una celeridad catártica, solo se explican como origen del espectáculo escénico del que nace la propuesta.
Así es como Pichon, con la complicidad de su Ensemble, un coro magnifico y una orquesta no menos inspirada, propone un viaje musical que “quiere celebrar más la vida que la muerte”, en palabras el propio Pichon en videos promocionales de esta propuesta cuando se estrenó en verano de 2019.
Con unas voces solistas de gran factura, más la voz blanca del infante Chadi Lazreq, los colores que aportaron a la partitura mozartiana fueron claves en el éxito de la intepretación. La soprano Ying Fang, aportó luminosidad y una pureza de emisión conmovedora, la mezzo Beth Taylor, voz oscura y de notorios armónicos que inundaron la sala con generosidad tímbrica, el tenor Laurence Kilsby, de voz cálida y tersa además de una emisión y proyección esmaltada, y el bajo Nahuel di Pierro, con elegante estilo y expresión.
Al cuarteto solistas hay que sumar la voz blanca del niño Chadi Lazreq, quien aportó la característica indefinición tímbrica, propia de la voz infantil, para sumar ese carácter naif y mágico. Hay que recordar que el propio Mozart incluyó en Die Zauberflöte la escritura para voces blancas en los roles de los tres genios. La voz blanca cumplió aquí un protagonismo que le dio un tinte celestial y etéreo al programa. Así es como tanto al inicio de la obra como al final (acompañado por parte de las voces de sopranos del coro), Lazreq cantó In paradisum, la antifona de la liturgia latina de la Misa de difuntos, lo que aportó al programa una sensación de etérea ingravidez temporal que contrastó de manera subyugante con la viveza y tremendismo espiritual del Requiem.
Pichon propuso un viaje sensorial-musical de celebración, donde destacó entre la música mozartiana inserida, las obras Ach, zu kurz ist unsers Lebenslauf K.228 (515b) - Canon a 4, el Meistermusik, K.477b, y el Miserere mei, (originalmente Kyrie) K.90, interpretadas después del inicial In paradisum y cantadas antes del inicio propio del Requiem.
En medio del Requiem también destacaron otros momentos musicales externos, como cuando la voz de Lazreq cantó el solo: Solfeggio en Fa mayor, K.393/2 (con orquestación de Vincent Manac’h), melodía que Mozart incluyó en el solo de soprano de la Misa en Do K 427, el soberbio Et incarnatus est. O cuando sonó la extraordinaria melodía del tercer movimiento de la Serenata “Gran Partita” K 361/370, en el arreglo coral en forma de motete Quis te comprehendat KV Anh. 110, que aportó un punto de hedónico guiño musical a la interpretación.
Un concierto que hipnotizó a los asistentes gracias a la excelencia coral de Pygmalion. Imposible no sucumbir a la catártica pasión musical que insufló Pichon, entregado a esta visión musical reveladora, con un Confutatis y un Lacrimosa inolvidables, para un Requiem de Mozart que fue mucho más allá de la misa de difuntos al uso.