Dos voces jóvenes a seguir
Bilbao. 26/11/2016. Palacio Euskalduna. Gioacchino Rossini: La Cenerentola. Carol García (Angelina), Xabier Anduaga (Don Ramiro), Paolo Bordogna (Dandini), Bruno de Simone (Don Magnifico), Petros Magoulas (Alidoro), Marta Ubieta (Clorinda), María José Suárez (Tisbe). Coro de Ópera de Bilbao. Orquesta Sinfónica de Bilbao. Dirección de escena: Jean Philippe Clarac y Oliver Deloeuil. Dirección Musical: Antonello Allemandi.
La función denominada Opera Berri (Nueva Ópera) trata, a través del 50% de descuento de las exorbitantes entradas de la temporada bilbaína –con todo, una platea supera los 100 euros- tanto de acercar este arte a un público no habitual como de dar oportunidades a cantantes jóvenes.
Acerca del primer aspecto comentar que tras el lleno de algunos años anteriores, en este curso La Cenerentola apenas fue capaz de cubrir dos tercios del inmenso Palacio Euskalduna; así, desde mi butaca podía ver sin dificultad que las últimas diez filas de platea estaban vacías. Parece que el “nuevo” público bilbaíno es selectivo en este del escoger aunque uno no sepa en base a qué criterios se hace tal selección. Y lo cierto es que los precios, a pesar de todo, siguen siendo disuasorios.
En cuanto a lo segundo solo dos voces diferenciaban una función ordinaria de esta especial siendo, eso sí, los dos grandes protagonistas: la catalana Carol García afrontaba la Angelina mientras que el guipuzcoano Xabier Anduaga asumía el papel del príncipe enamorado. El resto eran los mismos ya reseñados en la extraordinaria crítica de mi compañero Javier del Olivo relativa a la función del estreno y poco que añadir a lo ahí escrito, más allá de percepciones personales. Quizás señalar que Paola Bordogna y Bruno de Simone incidieron en el aspecto cómico mientras que Marta Ubieta y María José Suarez volvieron a dar justo realce a las hermanastras. Petros Magoulas fue lo menos interesante.
Carol García cantó una Angelina sobresaliente; su voz se proyectaba con suficiencia y su presencia en los concertantes fue más que evidente. Además hay que decir que como actriz resultó eficiente. En el gran momento de la protagonista, el Nacqui all’afano fue capaz de superar un pequeño accidente al inicio para terminar desplegando un alarde de coloratura, un color de voz adecuada al papel e imaginación canora que terminaron por permitir levantar una Angelina digna de aplauso.
Su enamorado era el joven Xabier Anduaga. Como no puede ser menos, en la plaza bilbaína había especial interés por un nuevo tenor de la casa y el resultado, sin alcanzar la calidad de la mezzosoprano ya descrita, es muy esperanzador. Anduaga está muy verde en el aspecto actoral, siendo demasiado evidente su falta de naturalidad en el movimiento dramático pero a través de su voz demostró una afinidad estilística intachable y un gusto exquisito, caso de su aria principal, Si, ritrovarla. Su voz es bella y su agudo tiene consistencia aunque aun falte dotarlo de la misma que en el resto de su gama vocal. Además su voz se perdía en algunos momentos, quizás más debido al nerviosismo del debut que a debilidades del tenor.
Antonello Allemandi mimó a los dos jóvenes, a los que cuidó desde su batuta. Terminada la función la reacción popular fue de auténtico entusiasmo, justificado por lo escuchado. Hemos descubierto dos voces muy interesantes que merecen nuestra atención; y más allá de que estén al principio de sus carreras no podemos sino darles un amplio margen de confianza. Se lo merecen.