Noche de gloria en el Palau

Barcelona. 19/03/24. Palau de la Música Catalana. Obras de Wagner y Mahler. Andrè Schuen, barítono. Ensemble de l’Orquestra de la Comunitat Valenciana. Anna Sułkowska-Migoń, directora.

Noche de gran nivel en el Palau. Se nos ofrecía un programa doble con el Idilio de Siegfried, de Richard Wagner y una selección de canciones del Des Knaben Wunderhorn de Gustav Mahler. En el apartado instrumental contábamos con los excelentes músicos del Ensemble de la Orquestra de la Comunitat Valenciana, dirigidos por Anna Sułkowska-Migoń, vencedora del concurso La Maestra impulsado por la Philharmonie de París. En el plano vocal un barítono, André Schuen, que se ha labrado un prestigio como liederista que demostró que estaba perfectamente justificado.

El Idilio de Siegfried es una de las pocas incursiones de Wagner en géneros no operísticos aunque basada en temas del Anillo del Nibelungo, y la única obra sinfónica del Wagner maduro. Fue finalizada en Villa Triebschen el 4 de diciembre de 1870 celebrando el nacimiento de su hijo Siegfried Wagner (1869) y su casamiento con Cosima Liszt (1870). Está escrito para un grupo de cámara y desde el primer momento pudimos disfrutar de un grupo de músicos excepcionales, especialmente en la magnífica sección de cuerdas (rompiendo tópicos). Llamó mucho la atención el bellísimo sonido y estupendo fraseo del primer violín. La ejecución que nos ofrecieron destacó por una gran fluidez que hay que atribuir, además de la excelente calidad de los instrumentistas, a la claridad gestual de Anna Sułkowska-Migoń, tal vez demasiado dedicada en exclusiva a asegurar el compás y la cohesión del grupo, pero que en cualquier caso obtuvo unos resultados más que satisfactorios.

Des Knaben Wunderhorn es una colección de canciones escrita por Gustav Mahler sobre textos y cantos tradicionales alemanes que a principios del XIX (de 1805-1808) recopilaron los poetas Clemens Brentano y Achim von Arnim. Mahler las escribió entre 1892 y 1901 y hoy son vistas como un ciclo, aunque no fueron compuestas  con esa intención. Lo que pudimos escuchar fueron diez de las quince canciones de la sección Humoresken, escritas en 1899, en una reducción instrumental de Klaus Simon.

La prestaciones instrumentales siguieron siendo de gran nivel, con grandes momentos de los cellos especialmente en Revelge. Pero lo decisivo estuvo en la presencia de Andrè Schuen. El que escribe no había escuchado nunca a este cantante en directo y la impresión no pudo ser mejor. El barítono surtirolés exhibió desde Der Schildwache Nachtlied (que fue el primer tema de la selección) una bella voz, oscura pero con una octava alta brillantísima. Arriesgó con los pianos y en algun momento se dejó tapar por el conjunto instrumental, pero ello fue el precio de un canto lleno de matices. En Des Antonius von Padua Fischpredigt dijo el texto muy refinadamente en medio de una dirección sobria y de muy buen gusto y en un contexto instrumental excelente.

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La primera parte incluía seis de las diez canciones, de manera que había una evidente desproporción entre la primera parte y la segunda. La segunda parte confirmó las óptimas sensaciones, con una dirección de gran claridad de parte de Anna Sułkowska-Migoń y la ya mencionada eficiencia del Ensemble de la Orquestra de la Comunitat Valenciana. En las dos primeras canciones (Lied des Verfolgten im Turm y Der Tamboursg’sell) la figura de Andrè Schuen siguió creciendo, luciendo un canto esplendoroso y una octava alta muy brillante. En Wo die schönen Trompeten blasen la exhibición de legato fue epatante, estuvo atento a los cambios de atmósfera, con fraseo expresivo y elegantísimo y un timbre heroico. En Revelge articuló el fraseo y los acentos magistralmente y completó una actuación soberbia.

Faltaba todavía una propina y con buen criterio lo sacaron de la misma sección (Humoresken) que el resto del repertorio. Se trataba de Urlicht, que luego fue sacada de la colección e incorporada a la Sinfonía nº 2. Tal vez se podría haber exigido aquí un poquito más de delicadeza en los vientos, pero la ejecución del concertino volvió a ser apoteósica y el canto de Schuen también. Gran música y grandes músicos para una noche de gloria.

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Fotos: © Toni Bofill