EstacionesHaydnAuditori24_d.jpg 

Las estaciones al natural

Barcelona. 24/05/24. L’Auditori. Haydn: Las estaciones. Lina Johnson, soprano; Tilman Lichdi, tenor; Matthias Winckhler, barítono. La Capella Nacional de Catalunya, Lluís Vilamajó, preparación vocal. Le concert des Nations, Jordi Savall, dirección.

El maestro Jordi Savall, de casi 83 años, clausuró el ciclo “So original” de la presente temporada con un programa ambicioso y a la altura de la ocasión, ante un numeroso público que colmó la sala grande de L’Auditori. Su incansable labor pedagógica e ilustrativa, y su pasión en la interpretación histórica no requieren ya de demasiada presentación, teniendo en cuenta que es, ya con seguridad, el mayor contribuidor a la difusión del patrimonio musical europeo antiguo de la península y de gran parte de Europa –como mínimo–. 

Para el séptimo capítulo de este ciclo, Savall ha dedicado sus energías en recrear una de las mayores obras de Haydn: el oratorio Las estaciones, una de sus pocas incursiones en el género. En las postrimerías de aquel s. XVIII, influenciado por su estancia en Inglaterra y el éxito de los oratorios de Haendel, todavía populares en el país bretón, Haydn no escatimó medios ni ambición en esta colosal obra para voces solistas, doble coro y gran orquesta –de la época–. No tan célebre como La creación, su estreno en 1801 requirió una gran plantilla. Savall, contó pues con su séquito de Le Concerts de Nations, La Capella Nacional de Catalunya, y con las voces expertas de Lina Johnson, Tilman Lichdi y Matthias Winckhler, en los papeles narradores de Hanne, Lucas y Simon.  Además, se integraron bastantes músicos jóvenes en esta peculiar formación orquestal, una loable iniciativa sobre la que el maestro de Igualada hizo hincapié en un breve discurso antes del comienzo, en el que también proclamó, con alusiones a los conflictos geopolíticos actuales, que defender la cultura europea es contribuir a “un mundo más civilizado”.

EstacionesHaydnAuditori24_a.jpg

Aunque el concierto se prolongó algo más de lo previsto –rondando las tres horas–, entre otras cosas, por la necesaria afinación y los cuidados de los instrumentos en las pausas y los cambios de posición, Savall, una vez más, dio señales de una espléndida forma. El director ofreció una lectura más camerística y menos pretenciosa que otras producciones orquestales del oratorio, siendo, seguramente más fiel a la plantilla del estreno. Se adentró de lleno en la escena campestre primaveral y pronto se apreciaron los matices, colores, la aspereza, y la calidez propios de los instrumentos época. La cuerda, con violonchelos y violas en la parte central del hemiciclo sonó bien equilibrada con el resto de familias, precisa en los compases rápidos; aunque el pianoforte, menos incisivo de lo que sería un clavecín, pasó desapercibido en los tutti instrumentales y únicamente pudo apreciarse con claridad en los recitativos, siempre en simbiosis con el cellista. El trío invitado jugó bien tanto la baza lírica y la recitativa por igual, destacando, en este primer movimiento, la primera intervención solista del barítono, Winckhler, de la mano de un meticuloso fagot. También sobresalió un potente coro, muy bien preparado por Lluís Vilamajó, especialmente en O wie lieblich ist der Anblick, que despidió la primavera con gran entusiasmo y presumiendo de un considerable cuerpo coral, a pesar de rozar la veintena de integrantes.

EstacionesHaydnAuditori24_b.jpg

Algo interesante en la filosofía de Savall es cómo, en lugar de buscar el “parche” de la perfección, afronta con naturalidad que los instrumentos antiguos son delicados, y, por tanto, a veces imprecisos, e imprevisibles. Ya en II. El verano, Algunas de estas simpáticas imperfecciones pudieron oírse en los pasajes solistas de trompas –naturales– y oboes antiguos; detalles que los oyentes, sin ser músicos, aceptan, entendiendo la dificultad de estas especialidades. Destacaron un bellísimo número coral, la cavatina por parte del tenor Lichdi, el aria de Lina Johnson y por supuesto, el trío vocal que, junto al coro y la tormenta despiden el verano. 

Tras la pausa el color rojizo tiñó la orquesta y los de Savall surcaron los compases y los cambios de tempo del otoño con igual o mayor inspiración. El director de Igualada enfatizó la escena de caza situando las parejas de trompas a los laterales y el tercer capítulo contó con buenas arias y con un coro que nuevamente despidió la estación con gran júbilo. El invierno se inició solemne con el color oscuro de Winckhler y Johnson tuvo quizá sus dos mejores arias, al igual que Lichdi, y concluyó el año con una esplendorosa fanfarria, levantando a un público que vitoreó a Savall durante largos minutos, y que ya espera su regreso a las grandes salas.

Fotos: © May Zircus