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En buenas manos

Barcelona. 18/05/25. L´Auditori. Obras de Sílvia Lanao, Shostakóvich, Rimski-Kórsakov. Zlatomir Fung, violonchelo. Cor participatiu y Coral Antiga. Montserrat Meneses, dirección coral. Marta Gardolinska, dirección musical. 

El pasado fin de semana se dio la ocasión de volver a ver a Marta Gardolińska al frente de la OBC, orquesta que dirigió como principal directora invitada desde 2022 hasta 2024, relevada por Stephanie Chidress desde esta misma temporada, quien no ocupaba el podio del Auditori desde hacía un año, compartiendo escenario en aquella ocasión con el violinista Nikita Boriso-Glebsky. En esta ha sido el chelista Zlatomir Fung quien ha compartido la portada de esta doble cita de viernes y domingo, con el Concierto para violonchelo nº1 de Shostakovich en la cabecera. El estadounidense, de ascendencia china y búlgara saltó al estrellato al obtener en 2019 el primer premio del Concurso Internacional Chaikovski –y además con récord de juventud–, siendo su paso por la OBC y España, país que no ha visitado mucho, una de las citas imprescindibles del chelo de la temporada, como lo fueron Hagen y Capuçon. 

Con la reciente ‘resaca’ eurovisiva del sábado, un notable público se acercó a la sala Pau Casals ante una OBC que cumplió con el programa matinal del domingo. El primero de Shostakovich resonó con convicción gracias a un solista muy inspirado y a unos músicos bien conectados y desde los primeros arqueos détaché en spiccato que caracterizan el tema principal del Allegretto, ya pudo apreciarse la calidad del instrumento de Fung y de su portador. Con soltura y proyección, fue ascendiendo en intensidad hasta alcanzar los pasajes de doble cuerda, y Gardolińska tendió los puentes para que trompista e invitado dialogaran a lo largo de la grotesca marcha marcial. La directora equilibró bien el mar de cuerdas del Moderato y ondeó con elegancia las entradas y el compás mientras el chelista buscó otra sonoridad cerca del ponticello, firmando un delicadísimo final que empastó muy bien con la Cadenza. Fung espació bien las ideas musicales y encarnó el espíritu trágico y lírico desde los graves hasta el rango medio agudo, antes de encarar las yincanas chelísticas del final, exhibiendo gran virtuosismo y técnica. La directora hizo una lectura irónica del movimiento final y la orquesta respondió con una brillante ensaladilla rusa rica en gestos fugaces y pasajes trepidantes, todo en un tempo ágil y fresco. Fung calmó la ovación con la Sarabande de la famosa Suite para chelo nº1 en sol mayor de Bach.

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Antes de Shostakovich, directora y orquesta habían estrenado la composición de Sílvia Lanao, titulada Aigua, con trasfondo de preocupación medioambiental. Basada en un texto propio, la obra habla de la dependencia de este elemento vital y cómo a veces olvidamos su importancia. A pesar del buen resultado y de la solvencia de Montserrat Maneses al frente de los ensayos del Cor Participatiu y del Coral Cantiga, habría que plantearse si ese despliegue monumental de cantantes sale a cuenta para interpretar una obra de diez minutos –aunque cuente con el apoyo del proyecto ARTIS+– es decir, una única obra coral en el programa. En cualquier caso, la obra se desarrolló bien, con Gardolińska conteniendo la grandiosidad de una pieza que bebe de un lenguaje claramente digerible para todos los oídos y laringes, en un estilo algo ‘cinematrográfico’, sobre todo en el tratamiento del coro, con toques de Lindberg y Verdi en el planteamiento armónico, aunque siempre adscribiéndose a un ámbito tonal, lo que no restó mérito a ciertas ideas y puntos climáticos interesantes. 

La directora remató el evento con una muy decente defensa del poema sinfónico Scheherezade de Rimski-Kórsakov, un autor cuya maestría en la orquestación se hace patente en una partitura que exige el máximo de los ejecutantes. Cumplió nuevamente Vlad Stanculeasa en sus intervenciones como primer violín de la mano del arpa, mientras la orquesta se embarcaba poco a poco en las aventuras de Simbad. Gardolińska enfatizó las articulaciones del tema principal y extrajo lo mejor de los instrumentos de latón. El primer fagot firmó varias intervenciones destacables y la polaca al mando de la expedición apuntó al sul tasto de las cuerdas durante el tercer movimiento, resaltando los clichés orientalistas de la partitura con acierto, antes de prender la pirotecnia del último movimiento, con unos percusionistas bien atentos durante toda a la partitura. Concluyó así la última visita de Gardolińska, una directora que a falta de Morlot y Childress sigue en plenas facultades para manejar la OBC.

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Fotos: © May Zircus